Las conferencias de GRI son sin duda uno de los grandes acontecimientos mundiales de la “cosa”. Este año dicen congregar a 1.600 personas de 80 países en un impresionante RAI Conference Centre vestido de gala para una ocasión especial: la presentación de la versión 4 de la guía GRI.
Sin embargo en los pasillos – e incluso en el estrado – se hablaba mas de las “relaciones” con los chicos del informe integrado, que de las novedades del propio G4. Y es que durante los últimos dos años, tanto IIRC, con el planteamiento de informes integrados, como el desarrollo de SASB en Estados Unidos – de los que seguiremos hablando en próximos post – han supuesto un reto para el hasta ahora hegemónico GRI. Algunos participantes comentaban cómo detrás de la corrección y las expresiones de voluntad de colaboración entre ellos, se está librando una verdadera lucha por el cuchillo.
De las sesiones, destacar la brillante moderación del admirado Jo Cofino, periodista de The Guardian, y algunas frases inspiradoras de dos brillantes ponentes más de la tarde.
“Muchos todavía no son conscientes de hasta qué punto la sostenibilidad significará mejores resultados para las empresas en el futuro” Achim Steiner, Director Ejecutivo del PNUMA
“Los que nos sentimos satisfechos con el win-win, debemos aprender a desarrollar ahora un win-win-win. Lo que nos debería importar ahora es como desarrollamos este tercer win”
“Un día en nuestra compañía, a alguien se le ocurrió colocar en un gráfico que la sociedad era un grupo de interés. Cuando lo vimos, enseguida nos dimos cuenta de que no lo era. La sociedad es nuestra razón de existir” Bimlendra Jha, Director Ejecutivo de Tata Steel Europe
Hablando con Alan White, una de las personas mas brillantes que he conocido en mi vida – y aunque se le ve mayor, sigue siendo el creador lucido de siempre – recordábamos las primeras conferencias a finales de los noventa y la increíble envergadura actual del proyecto GRI.
Desde sus comienzos el dilema entre materialidad y comparabilidad había estado presente, sin embargo, la ambigüedad calculada en este terreno, observándolo con perspectiva, ha resultado muy eficaz. Las compañías informantes podían reportar como no aplicables o no disponibles parte de los indicadores. Esta situación junto con la amenaza de perder el nivel A de aplicación, aportaba la suficiente tensión en las organizaciones para que en años sucesivos se desarrollaran los sistemas que permitieran reflejarlos en el informe.
Por otro lado el benchmark sectorial de los informes, permitía que su contenido se pareciera cada vez más y de esta forma natural, las métricas utilizadas se homogenizaban y se preveía que en el futuro podrían ser incluso comparables.
Pero ahora GRI ha optado por inclinar la balanza hacia el otro lado, poniendo todo el énfasis en la materialidad. En definitiva abandona el reto que supone para un estándar de reporte, que dos compañías – o incluso la propia informante – se puedan comparar. La clave de esta nueva versión de GRI se encuentra en hacer más relevantes los informes para los lectores. Simplificarlos para informar solo sobre qué y dónde suceden los impactos importantes de una compañía, cada año. Sobre el papel, ganan los lectores y pierden los técnicos. El riesgo se encuentra en que estos pierdan la presión de la obligación de reportar y el rigor que aporta mantener alcances fijos.
Aunque ya se han ido conociendo partes de la nueva Guía durante los últimos meses, este enfoque es realmente nuevo. Los participantes han acogido el planteamiento con división de opiniones, pero percibo con una común frialdad. Durante las sesiones de hoy se profundizará más sobre las diferentes novedades que plantea la guía, por lo que tendremos un mejor pulso.
Últimamente estoy llegando a la conclusión de que en Amsterdam- seguramente- deben co-existir dos ciudades. Una que le encanta a la gente y, otra la que yo veo cuando vengo por aquí. Lo que seguro tienen en común que es que en las dos habitualmente llueve.
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