La financiación externa es esencial en una empresa para el crecimiento: aumentar su capacidad productiva, continuar innovando y/o expandirse por nuevos mercados. Es importante para compañías de nueva creación que están comenzando su actividad, pero también para aquellas ya existentes que requieren crecer en sus operaciones o que necesitan mantener la competitividad en su segmento de mercado. Desde una perspectiva más amplia, una financiación asequible y accesible crea empleo y riqueza. Es, en definitiva, uno de los factores que determinan el crecimiento económico, al menos en Europa.
Los expertos coinciden en señalar que los cimientos de la financiación en Europa deben cambiar a marchas forzadas, ante unos acontecimientos que obligan a las empresas a buscar alternativas frente a la tradicional dependencia del crédito bancario que sufren –un hecho que alcanza su máximo exponente en España–, en contraste con países como Estados Unidos. Según un estudio desarrollado por Eurostat, la oficina de estadística de la Unión Europea, un 56% del total de financiación buscada por las pymes europeas en 2007 era en forma de préstamos, un porcentaje que se incrementaba al 67% en el periodo 2011 a 2013. En España, se calcula que el crédito procedente de las entidades bancarias supone alrededor del 73% del total. “Ante un escenario semejante, las empresas deben plantearse el tema de la financiación como un tema estratégico y evaluar las diferentes alternativas que existen a su disposición al margen del crédito bancario. El cambio cultural ya se está produciendo”, afirma Jorge Riopérez.
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