El virus del Ébola ya se ha cobrado la vida de, al menos, 2.622 personas. Y el total de afectados alcanza los 5.335, según el boletín de la Organización Mundial de la Salud a 18 de septiembre. Pero, ante la evidencia de esta tragedia humana y social, algunos organismos internacionales están comenzando a alertar sobre las consecuencias económicas que podría generar el brote para unos países aún en vías de desarrollo y, en algunos casos, entre los más pobres de África.
El Grupo del Banco Mundial, organismo internacional que tiene como objetivo proveer de asistencia financiera y técnica a los países en desarrollo, ya ha puesto cifras en un informe al impacto que la epidemia podría generar en la economía de los tres países más afectados: Liberia, Sierra Leona y Guinea. El documento señala que, sorprendentemente, las peores consecuencias no se originan por los efectos directos de la enfermedad (mortalidad y abandono del trabajo, costes para el sistema nacional de salud, etc.), sino que, en su mayor parte, encuentran terreno abonado en la conducta de aversión desarrollada por las personas: miedo a la relación con otros, reducción de las tasas de actividad, cierre de lugares de trabajo, interrupciones del trasporte o las decisiones de los gobiernos de cerrar puertos y aeropuertos.
“La crisis del Ébola se ha convertido en una emergencia compleja con dimensiones políticas, sociales, económicas, humanitarias y de seguridad”, señalaba Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas (ONU), en la sesión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU celebrada el pasado 18 de septiembre. Por su parte, Jim Yong Kim, presidente del Grupo Banco Mundial, hizo un llamamiento a la acción en la presentación de este informe sobre las consecuencias económicas del Ébola: “cuanto antes implementemos una respuesta adecuada de contención y se reduzca el nivel de temor e incertidumbre, tanto más rápido lograremos frenar el impacto económico del Ébola”.
Liberia es, según el Grupo Banco Mundial, el país que mayor impacto económico ha recibido hasta el momento, “debido a la propagación del virus en zonas densamente pobladas de Monrovia (su capital) y las debilidades de su sistema nacional de salud y del conjunto de la economía”. Es el territorio con mayor número de casos de Ébola registrados (2.710) y el impacto económico a corto plazo se estima en 3,4 puntos porcentuales del PIB, con una caída del crecimiento de entre el 5,9% y el 2,5%. Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud, expuso en su intervención ante la ONU el siguiente caso a modo de ejemplo del impacto que están sufriendo las comunidades rurales de estos países: los campos fértiles del condado de Lofa, en Liberia, están sin explotar debido a que “unos 170 granjeros de ese condado y sus familias han muerto a causa del Ébola”.
Sierra Leona se enfrenta a unas cifras algo inferiores de afectados (1.673) y de impacto estimado: 3,3 puntos porcentuales del PIB, con una reducción del crecimiento del 11,3% al 8%. Si se cumplen las previsiones, su déficit fiscal se agravará en alrededor de 80 millones de dólares. Mientras, Guinea, a pesar de haber sido el origen del brote, ha conseguido librarse de peores augurios gracias a haber evitado “una mayor epidemia urbana”. Sus previsiones son de una caída 2,1 puntos porcentuales del PIB a corto plazo con una reducción del crecimiento del 4,5% al 2,4%.
La agencia de calificación Moody´s también ha alertado a través de un informe de las consecuencias económicas del Ébola en los países de África Occidental, pero, además, ha hecho hincapié en el riesgo que supondría que el virus se extendiera por Nigeria, el país más poblado de África y su primera potencia económica, que hasta ahora solo ha registrado 11 casos. “Si un brote significativo surge en la ciudad nigeriana de Lagos, la ciudad más populosa de África, las consecuencias serán considerables para la industria del petróleo y del gas en África Occidental”, alerta la firma en el documento. Si el virus se extiende, las empresas internacionales podrían evacuar a su personal expatriado, lo que provocaría una “reducción significativa en la producción de petróleo” y “un rápido deterioro económico”, concreta.
La mitigación de estos efectos, pasa, según los expertos, por la existencia de una respuesta internacional concertada: “la financiación externa es claramente necesaria en los tres países más afectados, y las estimaciones del impacto indican que un elevado gasto en contención y mitigación, por valor de varios miles de millones de dólares, sería eficaz en función de los costos si gracias a él se logra evitar el peor escenario”, asegura el Grupo Banco Mundial.
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