Hace apenas dos años la confianza sobre el futuro del euro, y en especial sobre la economía española, alcanzaba mínimos históricos. Hoy, aunque el crecimiento de la zona euro está estancado y continúan existiendo incertidumbres, la prima de riesgo se ha reducido y no hay dudas sobre el proyecto del euro. La economía española se muestra como una de las más dinámicas, permitiendo una vuelta de la inversión extranjera y un aumento de la confianza. Para las empresas la situación no es distinta. En un entorno cada vez más competitivo, en el que los inversores son cada vez más exigentes, inspirar confianza es un activo estratégico para su desarrollo y supervivencia.
En este nuevo contexto, los consejos de administración tienen una misión esencial que desempeñar. Sobre ellos recae en gran medida poder mantener la confianza y aportar seguridad a los mercados, función que, en una coyuntura tan compleja, requiere una gran vocación por comprender la constante transformación que vive el mundo de los negocios.
Esta transformación viene dada, en especial, por la creciente globalización, lo que implica entender los riesgos y oportunidades en los distintos mercados. Las empresas que operan en varios países deben permanecer atentas a la evolución de los diferentes entornos regulatorios, así como contar con sistemas capaces de anticipar y gestionar los riesgos asociados. Unido al fenómeno de la globalización, la tecnología digital está transformando los hábitos de consumo, las formas de comunicarse o de producir, impactando también en las empresas a nivel operativo y en sus modelos de negocio, tanto desde el punto de vista de las ventajas competitivas que pueden extraerse de ellas, como desde el control en el marco de la ciberseguridad.
Y estos no son los únicos cambios relevantes que deben incorporarse a la agenda de los consejos de administración. Cada vez percibimos de forma más evidente la demanda por parte de la sociedad, los reguladores y del resto de grupos de interés, de una mayor transparencia y una responsabilidad proactiva sobre las políticas que rigen el día a día de las empresas. Como parte de esta exigencia, especialmente los inversores –que ahora provienen de cualquier parte del mundo-, reclaman más y mejor información de las empresas. Necesitan comprender a la empresa más allá de su información financiera, conociendo de qué manera gestionan otros aspectos, desde la sostenibilidad hasta los procedimientos de control, y en qué medida forman parte de su estrategia. Quieren conocer el racional completo de sus procesos de creación de valor y que esta información sea la base sobre la que tomar decisiones. Es por ello, que la creciente relevancia del gobierno corporativo en el entorno empresarial postcrisis esté vinculada, cada vez más, a la competitividad de las organizaciones y su capacidad de financiación.
Una economía sana, sostenible y competitiva necesita empresas que den al gobierno corporativo una relevancia capital y que sean capaces de afrontar con flexibilidad la constante transformación del mercado. Las empresas, sobre todo las más grandes e internacionalizadas, ya se han dado cuenta de ello, siendo conscientes de la relevancia de dar una respuesta adecuada a las nuevas demandas de información.
Aunque estamos a la espera de conocer las recomendaciones de la Comisión de expertos en materia de Gobierno Corporativo y de la aprobación definitiva de la nueva Ley de Sociedades de Capital, tenemos el convencimiento de que el nuevo marco contribuirá de forma decisiva a la mejora de la eficacia, responsabilidad y transparencia de las empresas. Todo ello redundará además en un aumento de la confianza en el conjunto de la economía.
Autor: John Scott, Presidente de KPMG en España y de KPMG en EMA. Vicepresidente Global de KPMG.
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