El futuro de la banca está en juego. Las entidades se enfrentan a nuevos retos y el más importante es su adaptación a la era digital. Los bancos son conscientes de que sus competidores en los próximos años no van a ser otros bancos, sino las compañías tecnológicas. A continuación damos las claves de esta transición.
En busca de la rentabilidad
A raíz de la crisis, la presión de los costes, la reducción de márgenes y los menores tipos de interés han hecho que la actividad bancaria busque opciones para mejorar su rentabilidad. Esta transformación del negocio pasa por la búsqueda de mecanismos que optimicen sus operaciones y que hagan que la gestión de su actividad se vuelva más eficiente. La banca ha encontrado en la digitalización a su mejor aliado, pues supone un ahorro de costes muy importante, tanto por la desaparición de las oficinas bancarias como por la reducción de personal.
Del branch first al mobile first:
La relación con el cliente evoluciona en una sociedad que cada vez tiene más cultura financiera. Los cambios en las formas de pago y el acceso a los servicios bancarios hacen que las antes imprescindibles sucursales se vean sustituidas por los medios digitales. Todo hace indicar que en la sucursal sólo se vayan a realizar operaciones de alto valor, como la firma de una hipoteca. En este entorno, el ordenador y el móvil se articulan como los perfectos sustitutos de las oficinas.
La banca que viene, nuevos jugadores
La figura bancaria tradicional no va a desaparecer en el corto plazo, ya que una implantación tanto de nuevas formas de canalización del ahorro como de la prestación de servicios bancarios supone un largo proceso de adaptación. Sin embargo, en la actualidad nuevas empresas se perfilan como alternativas a los bancos. Como ejemplo de las actividades que pueden suponer el inicio de la desintermediación bancaria tenemos a Google, Paypal o Apple que ya han lanzado servicios de micropagos, o las plataformas de crowd-founding o de peer to peer lending que se han planteado como nuevas formas de financiación. Para hacerse una idea de la importancia de estas alternativas, durante el 2014 se recaudaron 62 millones de euros a proyectos españoles a través del crowd-funding, un 114% más que en 2013, donde fueron 29 millones de euros.
Para hacer un análisis de estas nuevas opciones a la banca tradicional hay que observar los puntos fuertes y débiles de ambos jugadores. La banca parte con la gran ventaja de estar asentada en un mercado altamente regulado en el que es difícil entrar. Además, la gestión de riesgos forma parte de la actividad bancaria y adaptarse a ello supondría un mayor esfuerzo para sus competidores. Esto se une al factor socio-cultural, y es que la adaptación de la sociedad española con una cultura de “ventanilla” tan arraigada a las nuevas formas de prestación de servicios bancarios podría tomar bastante tiempo. Sin embargo, los nuevos actores tienen una posición privilegiada en su relación con el cliente, ya que una vez establecida su relación con los usuarios tienen muy fácil ofrecerles un servicio de valor añadido.
La banca no se plantea quedarse parada ante el avance de sus nuevos competidores. Sólo nos queda esperar a ver quién es el primero que mueve ficha y con qué soluciones.
Autor: Patricia Marco es Staff de Auditoría para el Sector Financiero de KPMG en España
Deja un comentario