La Unión Europea y Estados Unidos mantienen activas las agendas reformistas de sus mercados financieros. Después de la Dodd Frank Act de 2010, la norma sobre la que ha girado la transformación del sector estadounidense, y de los avances en la Unión Bancaria, con plena capacidad supervisora de los bancos de la zona euro, aún subyace un reto ineludible: la armonización de las regulaciones de uno y otro lado del Atlántico para, con posterioridad inmediata, conceder a dicho acuerdo el estatus de Ley Universal.
El mandato de emprender una reforma integral de la regulación bancaria surgió en la urgente reunión del G-20 celebrada en Pittsburgh, en octubre de 2008, escasas semanas después de la quiebra de Lehman Brothers. Y dejó un mensaje muy claro de transformación de los ordenamientos jurídicos de sus socios –las potencias industrializadas y los grandes mercados emergentes- en tres líneas de flotación de la arquitectura financiera mundial.
De un lado, nuevos y más exigentes niveles de solvencia y liquidez para los bancos, especialmente los que ostentan la consideración de globales. De otro, la instauración de nuevas reglas para los OTC derivados, los productos de mayor toxicidad financiera. Finalmente, tratar de consolidar la estabilidad financiera con nuevas normas contables.
Los socios responsables del sector financiero de KPMG en Estados Unidos y España, Scott Marcello y Francisco Uría, respectivamente, repasan en este vídeo el road map y el grado de consecución de las metas que se fijaron tras el estallido de la crisis financiera mundial.
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