Existen muchas definiciones del concepto empresa familiar, pero la mayoría de ellas coincide en algunos aspectos característicos de este tipo de compañías, como son la propiedad, el control, el gobierno y los derechos de voto. Como definición genérica, podría decirse que una empresa familiar es aquella en la que un individuo o grupo familiar posee una parte significativa del capital de una empresa y tiene implicación directa en su gestión y gobierno.
El carácter familiar de estas empresas no impide, sin embargo, que recurran a directivos profesionales ajenos a la familia para profesionalizar la gestión y optimizar el negocio. Tal y como revela el cuarto Barómetro Europeo de la Empresa Familiar, el 95% de los directivos españoles encuestados considera que contar con directivos profesionales “no familiares” resulta “beneficioso” para su negocio.
Este Barómetro indaga en los retos y perspectivas de este tipo de empresas, que representan una buena parte del tejido productivo español y que, contrariamente a lo que puede pensarse, no son sólo pymes. De hecho, de las 100 mayores compañías de España por facturación, cerca de un 20% son consideradas familiares.
Según el citado informe, elaborado por KPMG en colaboración con las Asociaciones Territoriales vinculadas al Instituto de Empresa Familiar (IEF), siete de cada 10 directivos consideran que atraer talento ajeno al entorno familiar ayuda a profesionalizar el negocio. Otro de los beneficios señalados tiene que ver con la transferencia de conocimientos y experiencia externa. “Adquirir experiencia más allá del negocio familiar es clave para las siguientes generaciones, de cara a lograr una mejor comprensión y adaptación a un mercado en permanente cambio”, sostiene Rafael Salas Pons, presidente de la Asociación Balear de la Empresa Familiar.
No obstante, la incorporación de estos profesionales también implica una serie de riesgos para la empresa familiar. El informe señala en primer lugar la preocupación de los directivos porque estas incorporaciones no compartan la visión y los valores de la empresa. Otros riesgos mencionados son los conflictos o la rivalidad que pueda generarse entre los directivos externos y la familia, así como la pérdida de control de la familia en las operaciones de la empresa.
Preguntados por los incentivos que suelen utilizar las empresas familiares para atraer y retener a los directivos externos, la mayoría señala la delegación de autoridad y autonomía para llevar a cabo la gestión de la empresa, seguido de una retribución atractiva y de un plan de carrera definido. Sólo un 8% de los encuestados menciona la oferta de acciones y un 7% la oferta de ocupar un asiento en el Consejo de Administración.
Mejores perspectivas
Estas empresas comienzan a dejar atrás la crisis y encaran un periodo de cambio de ciclo con buenas perspectivas y resultados durante el último año, al igual que lo han expresado los primeros ejecutivos de las grandes compañías españolas en el reciente informe Global CEO Outlook. Según el Barómetro un 54% de las empresas familiares españolas ha aumentado sus contrataciones durante el último año, frente a un cuarto de los encuestados que lo hizo en 2013. Por su parte el 70% de las empresas familiares españolas manifiesta haber aumentado su facturación y solo un 12% afirma haber disminuido sus ventas netas.
“La empresa familiar española se encuentra en su mejor momento desde la primera edición del Barómetro efectuado en diciembre de 2013. Las expectativas de evolución económica y los principales indicadores de negocio son más optimistas que la media europea y plantean un escenario alentador para el próximo año”, afirma Juan José Cano, socio responsable de Empresa Familiar de KPMG en España.
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