La oleada de operaciones corporativas que vive el sector de las telecomunicaciones en Europa en los últimos tiempos viene a romper la tendencia de progresiva erosión de los índices de concentración del mercado. La evolución pasada de estos indicadores reflejaba la entrada de nuevos operadores, promovida en muchos casos por el regulador a través de nuevas licencias y obligaciones de acceso, pero también evidenciaba la creciente competencia entre los distintos jugadores.
Precisamente, la competencia entre los operadores se ha traducido en beneficios para los consumidores que han podido acceder a mejores precios, mayor calidad y nuevos servicios en un escenario de creciente convergencia tecnológica en distintos ámbitos (redes, dispositivos y servicios). La competencia también ha sido compatible con un considerable esfuerzo inversor, que sitúa a los países europeos en niveles medio-altos de penetración y servicio, con notables diferencias dentro de ellos.
El escenario nunca permanece estable en el sector. Así, la necesidad de acometer despliegues de nuevas generaciones de redes, por un lado, y la exacerbación del proceso de convergencia, por otro -que difumina el juego competitivo dentro de la cadena de valor del mercado digital entre prestadores de servicios, tecnología y contenidos- han llevado a la percepción de que únicamente operadores de suficiente tamaño tendrán la capacidad de competir con éxito. Esta percepción, probablemente cargada de razón, ha arraigado y explica la motivación del proceso de consolidación, dando lugar a operadores cada vez más equilibrados en tamaño y oferta de servicios.
Ejemplos de lo anterior son las operaciones de concentración entre operadores móviles llevadas a cabo en Austria en 2012, en Irlanda en 2014 y en Alemania en 2014, que han dado lugar a la consolidación de las empresas fusionadas como tercer, segundo y primer operador local, respectivamente. Otras operaciones se encuentran actualmente en análisis en el Reino Unido e Italia.
Sin embargo, el proceso de concentraciones no es exclusivo de los operadores móviles. Ejemplo destacado de ello es España, donde se han presentado fusiones entre operadores móviles y operadores fijos (Ono con Vodafone y Orange con Jazztel) o con empresas de contenidos (Telefónica y DTS). Fuera de España, la Comisión Europea se encuentra actualmente analizando la posible fusión entre el operador móvil BASE y el operador fijo Liberty Global en Bélgica, a punto parece de recibir el visto bueno
Casi todas las concentraciones del sector tienen dimensión comunitaria y han sido analizadas por la Comisión Europea, que de forma habitual ha impuesto remedios basados en el criterio del análisis individual de cada caso. No obstante, es posible identificar dos elementos de carácter estructural que, si bien han ido evolucionando en las distintas decisiones, revelan las preocupaciones de competencia que se pretende solucionar:
En primer lugar, remediar la pérdida de un competidor promoviendo las condiciones para la entrada o el desarrollo, en su caso, de un competidor equivalente, mediante la venta de determinados activos que permitan a los operadores adquirientes ejercer una competencia similar.
En segundo lugar, evitar una disminución de la competencia en los mercados descendentes a través del acceso a los mercados ascendentes de los competidores restantes. Para ello, se establece el compromiso de la entidad fusionada de mantener o extender los acuerdos pre-existentes relativos al uso o acceso a sus redes.
Es pronto para juzgar los resultados que el proceso de concentración y los remedios impuestos producirán sobre la competencia en el mercado y la competitividad de las empresas. Respecto a la primera, no existe un número óptimo predeterminado de jugadores en términos de resultados para el consumidor. No se puede hacer abstracción del hecho de que en el pasado el sector, con la adecuada regulación y supervisión, ha exhibido resultados positivos bajo distintas configuraciones competitivas. Además, el juicio debe basarse en un análisis cuantitativo y cualitativo en el plazo adecuado. Análisis que, por otro lado, no resulta sencillo, como lo demuestran los últimos resultados publicados recientemente encargados por la Comisión para evaluar las operaciones de Austria y Holanda varios años después
En relación con la competitividad y vinculado al aspecto anterior, no cabe duda de que el sector se está preparando para un escenario competitivo de mayor alcance, que se juega en el terreno de la economía digital con servicios convergentes, que traspasa las fronteras nacionales y donde se están conformando operadores conglomerado (empresas que ofrecen servicios de tecnología, contenidos y comunicaciones) que aspiran a tener la capacidad para competir en el nuevo contexto del mercado digital y con consumidores cada vez más exigentes.
Carlos Pascual es socio responsable de Competition Economics de KPMG en España.
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