Laurent Fabius, sus catorce facilitadores – las delegaciones y los Ministros- trabajan contrarreloj para llegar a un acuerdo que parece estar, cada día de esta última semana, más cerca. Aunque como no se cansan de repetir “nada está acordado hasta que todo está acordado”.
El borrador de ayer miércoles tiene ya 29 páginas – veinte menos que el anterior – y define las opciones que hay sobre la mesa. Un ser o no ser de un párrafo de longitud.
Las decisiones principales pendientes en el texto, son a mi juicio en este momento:
- Fijar un objetivo cuantitativo o cualitativo retador a largo plazo. La propuesta del texto contempla una, sin duda, ambiciosa reducción de emisiones entre el 70 y el 90%, para el año 2050 sobre la base de las emisiones globales del año 2010.
- Están debatiendo el siempre controvertido mecanismo de mitigación a corto plazo. De un lado se encuentran los que abogan todavía por fijar objetivo de reducción homogéneo y vinculante para los países desarrollados – que no se indica – o un marco en el que los países – independientemente si son desarrollados o no – se comprometan enviando los suyos antes de 2020. Creo que esta segunda opción tiene más posibilidades, aunque posteriormente el problema se encuentre en la homogeneidad de estos compromisos por país – como explique en un post pasado.
- Realizar una revisión cada 5 años que permita acercarse de forma realista al objetivo de largo plazo. Sobre esto parece que hay acuerdo, sin embargo está en discusión la forma en la que los países deben hacer progresar sus compromisos después de 2020.
- Un sistema de monitorización único para todos o reforzado, en el caso de algunos países con grandes volúmenes de emisión y sin tradición de transparencia. Estará sin duda ligado a las metodologías del IPCC, pero queda por decidir el cómo.
Las diferentes opciones están todavía abiertas en este momento. Para algunos de los puntos anteriores hay hasta cuatro alternativas diferentes. Intensos días de negociación, sin duda, que parece vivirse con mas convicción que nunca sobre la posibilidad real de llegar a un acuerdo avanzado y vinculante.
Seguramente nos quedan 48h -o más ya que estas reuniones suelen alargarse durante el fin de semana – envenenados por la jerga y el buen ritmo de las negociaciones que ha impuesto Fabius, pero sobretodo con el cosquilleo de estar, a lo mejor, viviendo ese día de antes.
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