Históricamente, las empresas españolas han estado infrarrepresentadas en China en relación a las estadounidenses, británicas, francesas o alemanas. En efecto, únicamente el 0,27% de la inversión extranjera directa (IED) recibida por China en 2013 tuvo origen español, un nivel 6,5 veces inferior al de Alemania, 2 veces inferior al de Francia y ligeramente por debajo del de Reino Unido.
No obstante, existen grandes oportunidades para que las empresas españolas puedan revertir dicha situación. Hablamos de tres tendencias que es necesario subrayar. En primer lugar, la clase media china sigue creciendo rápidamente y el consumo se mantiene fuerte. En segundo lugar, la inversión privada sigue incrementándose a buen ritmo mientras la regulación sobre las empresas domésticas y extranjeras se está relajando paulatinamente. En tercer lugar, las inversiones extranjeras directas, tanto de entrada como de salida, están también creciendo favorecidas por un menor control en el flujo de capitales.
Tendencia 1: La pujante clase media
Se prevé que la clase media china suponga el 93 por ciento de la población urbana en 2030 gracias al incremento de los salarios y al rápido desarrollo urbano. De acuerdo con la OCDE, Asia representará el 85 por ciento de la clase media mundial en 2030, con 4.900 millones de personas, y China será su principal contribuyente.
Esto está estimulando un notable incremento en el consumo. Por ejemplo, el gasto per cápita nacional creció desde los 3.200 yuanes (1.609 euros) en 2013 hasta los 4.491 (1778) en 2014. La cifra de 7.546 yuanes (1093 euros) del segundo trimestre de 2015 refuerza el optimismo hacia la fortaleza de la demanda interna china.
Tendencia 2: Inversión privada al alza
El sector privado está presentando una mayor actividad inversora que el sector público. En los primeros ocho meses de 2015, la inversión en activos fijos (sin contar vivienda rural) alcanzó los 33,8 billones de yuanes, un incremento de 10,9 por ciento nominal sobre la cifra del año anterior.
Tendencia 3: Dinamismo en la inversión extranjera directa de y hacia China
En 2014 China se convirtió en el mayor receptor de IED del mundo, superando a Estados Unidos por primera vez, con un récord de recepción de flujos de 119.600 millones de dólares, un 1,7 por ciento más que en 2013. Cabe destacar la IED recibida en el sector servicios, que creció un 7,8 por ciento. En este sentido, la inversión de empresas europeas en China creció un 25 por ciento entre 2009 y 2013 demostrando la importancia de las relaciones comerciales y de inversión entre Europa y China y evidenciando el gran potencial de las relaciones entre ambas regiones.
De igual modo, las inversiones de China en el exterior crecieron un 11,3 por ciento en 2014 hasta los 120.000 millones de dólares. De nuevo, Europa fue una de las regiones clave, con un incremento de la inversión recibida desde China del 77% entre 2009 y 2013.
Los sectores “objetivo” de China reflejan un cambio profundo de las prioridades estratégicas en la internacionalización de su economía, enfocándose hacía actividades con un mayor valor añadido. Por ejemplo, dos industrias que en la última década no habían estado en el radar de los inversores chinos pero que han experimentado recientemente un crecimiento rápido son el sector agroalimentario y el inmobiliario, que han alcanzado una cifra de flujos de inversión procedente de China en los últimos dos años de 5.000 millones de euros.
Desde el punto de vista de las inversiones hacia China, cabe señalar que la liberalización de los controles sobre la IED ha sido significativa. No obstante, hablamos de un proceso complejo y con visión a largo plazo. De hecho, el sistema regulatorio actual sigue siendo complicado de entender –y los cambios, a veces, requieren largos períodos de tiempo y se implementan de forma poco predecible–. Por ello, y a pesar de la paulatina liberalización, muchos inversores todavía perciben que la regulación es una barrera de entrada –por su complejidad y aplicación imprescindible–.
Por ejemplo, según una encuesta reciente a inversores estadounidenses de la Cámara de Comercio Americana en China, el 65 por ciento indicó que el sistema regulatorio poco transparente o inconsistente limitaba su capacidad de invertir en China; a su vez, el 57 por ciento afirmó que las compañías extranjeras recibían un trato diferente. Al respecto, George Magnus, uno de los expertos más reputados en China ha advertido de que “el cambio irá llegando lentamente y de forma limitada”.
A pesar de ello, los cambios son notables. El Foreign Investment Catalogue de 2015 redujo el número de sectores restringidos a la inversión extranjera desde 79 hasta 38 y abrió las puertas a la inversión en algunos sectores clave como telecomunicaciones (particularmente el comercio electrónico), financiero, real estate, seguros, sanidad, minería, exploración petrolífera o componentes de automoción y aeronáutica.
Debido a esta mayor apertura, se espera en los próximos años una mayor colaboración entre empresas chinas y extranjeras para impulsar nuevas actividades que permitan desarrollar tecnologías, procesos y activos que desemboquen en un mayor crecimiento y diversificación de la economía china. Estos cambios crearán nuevas oportunidades específicas para las inversiones extranjeras, especialmente a la hora de acceder en estos sectores con mayor éxito que antes.
Las oportunidades para las empresas españolas
En general, España y sus empresas están bien consideradas en China y las relaciones políticas bilaterales son robustas.
Estas son algunas de las fortalezas de España que encajan bien con los intereses chinos.
En efecto, China será el mayor consumidor per cápita de productos porcinos en 2022, superando a la UE. Asimismo, China es ya el mayor importador de leche y se prevé que la demanda de productos lácteos de exterior crezca otro 60% en la próxima década.
Cabe destacar que una parte importante de los planes de Pekín para impulsar un crecimiento más basado en el consumo, es la construcción de centros comerciales cada vez más lujosos. Según un informe reciente, el 44 por ciento de todos los centros comerciales que se construyeron en el mundo el pasado año se ubicaron en China.
El origen, fundación y liderazgo del Banco Asiático de Inversiones (BAII) en Infraestructuras es un ejemplo claro de la importancia que tiene este tipo de inversión en el futuro de China. Con un stock de capital de 100.000 millones de dólares, la nueva institución multilateral se ha diseñado para apoyar la financiación del desarrollo de infraestructuras y la mejora de las interconexiones en la región.
La industria hotelera china lleva abierta a la inversión extranjera desde hace más de dos décadas y algunos estudios muestran que los hoteles gestionados por marcas extranjeras tienen mejores resultados que aquellos gestionados por marcas locales.
A su vez, la oportunidad se refleja en el potencial de China como emisor de turistas. Según un estudio reciente del Fung Business Intelligence Centre y de China Luxury Advisors, el gasto medio de los turistas chinos en el extranjero se ha incrementado un 24 por ciento en 2014 y se espera que la cifra se duplique en 2020 (alcanzando los 422.000 millones de euros).
Desafíos clave a tener en cuenta
Para aquellos que estén pensando en entrar en el mercado chino, los puntos clave a tener en cuenta pasan por contar con una propuesta de valor y un modelo operativo bien definido. Un análisis detallado del mercado local es clave para entender las necesidades de los clientes y estar seguro de que la propuesta es viable.
A su vez, es imprescindible dedicar un tiempo, esfuerzo y dinero en ocasiones mayor que en otros mercados ya que la rentabilidad esperada también es mayor. Especial relevancia al tiempo que requiere tener éxito en el mercado chino, que es habitualmente muy superior al que requieren otros mercados. También la inversión necesaria, especialmente al principio para demostrar que el concepto es viable y establecer buenas relaciones locales. Hay que invertir en guanxi, el tipo de networking personal necesario en China para abrir puertas cerradas.
Finamente, la búsqueda de socios locales es esencial e implica, en sí misma, un grado mayor de inversión. Incluso en sectores en los que no es obligatorio, ha habido un resurgir las joint ventures. Para los inversores extranjeros, esta fórmula aporta visión local y acceso a mercados menos penetrados. Para los socios chinos, da acceso a marcas, tecnologías y expertise, así como a mecanismos para su propia expansión en mercados exteriores.
En resumen, China sigue siendo un mercado importante, complejo y en transformación. El potencial de inversión para las empresas españolas sigue siendo enorme y hay oportunidades particulares para sectores en los que las compañías españolas son referentes a nivel internacional. Un plan cuidadoso de entrada en China debe ser, sin duda, una parte importante de la agenda estratégica de crecimiento de la empresa española.
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