Estos resultados tienen en cuenta los negocios que algunas entidades financieras españolas tienen en otras zonas geográficas. Por ejemplo, la serie comparativa frente a otros ejercicios se ha visto en esta ocasión alterada por la adquisición del británico TSB por parte de Sabadell. Teniendo en cuenta únicamente la actividad en España, el resultado positivo de estas siete entidades se situó en 5.085 millones de euros.
La cuenta de resultados agregada permite también extraer algunas conclusiones significativas. La recuperación del crédito ha permitido sostener el margen de intereses, pese a encontrarnos en un entorno de tipos de interés extraordinariamente bajo. Por su parte, el mayor ingreso por comisiones (5,13% más, hasta los 19.596 millones) ha compensado la caída de los Resultados por Operaciones Financieras (ROF), que registran un descenso del 12%, hasta los 7.465 millones de euros. La intensa actividad de años anteriores en ventas de cartera de deuda ha experimentado por primera vez en 2015 un descenso de dos dígitos.
Con un margen bruto robusto, la cuenta de resultados ha sufrido menos que en otras ocasiones por el impacto de la morosidad. Francisco Uría, socio responsable de Sector Financiero de KPMG en España, explica que “la evolución de la morosidad es distinta en cada entidad, como fruto de las decisiones que han adoptado y de su propio perfil de riesgo y modelo”. Con todo, la tendencia a la baja en la morosidad es una consecuencia “lógica” de la recuperación que está experimentando la economía española. Así, el porcentaje de impagos respecto al volumen total de crédito se situó al cierre del ejercicio en el 7,61%, casi un punto y medio menos que un año antes.
El menor volumen de dudosos (que registra un descenso del 10% hasta los 124.451 millones de euros) ha permitido a los bancos liberar provisiones y destinar menos recursos a dotaciones para insolvencias. Consecuencia directa de ello ha sido un menor impacto en el resultado atribuido.
A la hora de analizar la salud del sector financiero la cuenta de resultados es sólo una foto más de la verdadera composición de una entidad financiera. El balance permite obtener otras conclusiones, como la mayor captación de pasivo fruto de la inestabilidad en otros mercados (y a pesar del bajo rendimiento de los depósitos) o el crecimiento significativo del crédito (un 9%), aun apoyado con mayor fuerza por otras zonas geográficas distintas a España.
Tras las pruebas de resistencia llevadas a cabo en 2014, los bancos españoles presentan un nivel de solvencia que supera holgadamente los requisitos mínimos de capital exigidos. El ratio TIER1 fully loaded (es decir, con la aplicación adelantada de todos los requisitos de Basilea III) se situó en el 11,8%. Peores datos ofrece el ROE, que sirve para medir la rentabilidad de la banca y que, para el conjunto de estas siete entidades, se sitúa aún en el 6,37%, lejos del 10% que distintos reguladores han establecido como umbral mínimo. Tampoco la capitalización bursátil presenta buenas cifras: el entono de incertidumbre económica a nivel global y las tensiones geopolíticas han tenido un fuerte impacto en la Bolsa española durante 2015, con especial impacto en los bancos, que han perdido más de 30.000 millones de valor en Bolsa.
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