Ya en el siglo XVIII el literato y fabulista francés Jean de la Fontaine describió, en uno de sus cuentos, cierta paradoja asociada a la toma de decisiones. En su fábula del Molinero, describe cómo éste y su hijo se dirigen al mercado para vender un asno. Durante el recorrido, se ven obligados a probar todas las combinaciones de andadura posibles, ante las críticas constantes de los demás: son vituperados por la idiotez de llevar el asno atado de patas en un palo en lugar de montar en él; igualmente cuando sube el niño en lugar de ceder respetuosamente el asiento a su padre; también cuando lo hace el padre y el pobre menor debe ir a pie; o cuando ambos montan sobre el animal, por el abuso que ello supone. Siendo virtualmente criticable todo abanico de decisiones, Compliance impulsará aquellas que mejor se adapten a sus objetivos y que puedan fundamentarse racionalmente.
La Hypegiaphobia se define como el miedo irracional a la responsabilidad. Es una fobia cuyo origen puede deberse a una experiencia traumática pasada, cuando la adopción de determinada decisión comportó consecuencias negativas. Las personas que sufren esta fobia experimentan un gran estrés cuando se ven forzados a adoptar decisiones, llegando a somatizarlo en náuseas y crisis de ansiedad. En el entorno de negocios del siglo XXI, complejo y tendente a la aversión a los riesgos, se ha empezado a constatar que la Hypegiaphobia conduce a la esclerosis de las organizaciones, cuando cargos de cierto nivel evitan adoptar decisiones por los riesgos que entrañan –de ahí que sea coloquialmente conocida como “el miedo a tomar decisiones”-. Hay quien señala que tal situación viene favorecida por la generalización de las técnicas de trazabilidad interna, como son las certificaciones (statements) en cascada, tan típicas en el entorno de la Sarbanes-Oxley Act (SOX) norteamericana. A través de estos statements, diferentes cargos en la organización reconocen su responsabilidad de ejercer el control en cierto ámbito y, automáticamente, se arrogan las responsabilidades personales derivadas de ello. A nadie le entusiasma suscribir statements de los que pueda rendir cuentas ante terceros. Que se lo pregunten a Mark Sherman, Chief Executive Officer, que en 2015 fue multado e inhabilitado por el regulador norteamericano (Securities and Exchange Commission – SEC) por incluir afirmaciones falsas en sus statements sobre controles financieros internos, a pesar de no haber causado ningún daño con ello. Por cierto, que en grandes organizaciones españolas ya se observa la propensión a que los modelos de prevención penal recurran a certificaciones en cascada, siguiendo la misma filosofía SOX.
El miedo a tomar decisiones puede afectar también a Compliance, a sabiendas que sus sugerencias no sólo pueden ser criticadas sino acarrear también consecuencias a título individual. La Hypegiaphobia, en definitiva, afecta a todos y ataca el corazón mismo de la iniciativa empresarial, que se asienta en la adopción continua de decisiones con riesgos implícitos. Evidentemente, la solución no radica en propiciar la asunción imprudente de riesgos, pero tampoco en favorecer el miedo a las decisiones. Aunque es una materia muy poco estudiada, los pensadores más avanzados apuntan la importancia de que en todos los niveles de la organización se propicie un entorno razonable que favorezca la toma de decisiones. La función de Compliance puede contribuir a ello, ayudando a comprender el sentido de las normas en lugar de remarcarlas, exhortar su cumplimiento y castigar su vulneración. Cuando sus destinatarios interiorizan el significado de las obligaciones de Compliance, mejora notablemente su capacidad para adoptar decisiones sin miedo. Por este motivo, los estándares más modernos sobre Compliance (la norma ISO 19600 sobre Compliance Mangement Systems, la próxima norma ISO 37001 sobre Anti Bribery Management Systems y la próxima norma UNE sobre Sistemas de Gestión de Compliance Penal) ponen énfasis en las acciones de formación y concienciación como factores clave para lograr una adecuada cultura de cumplimiento, que contribuya a adoptar las decisiones correctas. Igualmente, se observa la tendencia a sustituir los entramados ininteligibles de políticas internas por textos sencillos y de fácil comprensión: no es más eficaz el modelo de Compliance con mayor número de políticas o más complejas, sino aquel que es capaz de transmitir sus mensajes clave para que se asimilen fácilmente. Como explico en el Kit de despliegue de Compliance publicado este mes, las diferencias jurídicas y culturales constituyen un factor de dificultad añadido para que las organizaciones internacionales dispongan de un entorno de Compliance homogéneo, lo que también exige un mayor esfuerzo didáctico para garantizar el entendimiento uniforme de sus objetivos así como de los principios que permiten adoptar localmente decisiones, sin miedo a equivocarse.
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