En el primer semestre de 2016 las importaciones mundiales de mercancías han disminuido un 6,1% interanual, según datos de la OMC. Este descenso no es ninguna sorpresa si tenemos en cuenta la elevada incertidumbre en que se halla la economía global, marcada por las oscilaciones en el precio del crudo y otras materias primas y la desaceleración –que no contracción– de la economía china, entre otros motivos.
A pesar de todo, este contexto de reducción de las importaciones no parece afectar a las ventas de España en el exterior: en la primera mitad del año las exportaciones españolas han aumentado un 2,3%, el mejor registro entre las potencias desarrolladas –por delante incluso de Alemania (1,6%)–.
¿Cuál es la clave de esta resistencia? Antonio Hernández, socio de Internacionalización de KPMG en España, apunta varios factores. Por un lado, considera que “la concentración de las exportaciones españolas en la Unión Europea, que tradicionalmente ha sido una debilidad de nuestro sector exterior, se ha tornado coyunturalmente en una fortaleza ante la situación de atonía de muchas economías emergentes”. No obstante, de cara al futuro anima a las empresas a “continuar con la diversificación geográfica que se ha ido produciendo en los últimos años con el fin de aprovechar las numerosas oportunidades que se presentan en mercados extracomunitarios”.
Precisamente, Hernández considera que en nuestro sector exterior “la virtud de diversificar sí se da a nivel sectorial y ha contribuido positivamente a los buenos datos registrados”. Así, el crecimiento de las exportaciones de sectores como el automóvil, la alimentación, los bienes de equipo o el consumo ha permitido compensar la caída en las exportaciones de productos más vulnerables a este contexto, como las materias primas, recursos naturales o los productos químicos.
Por último, señala que las empresas españolas han aumentado considerablemente su competitividad internacional en los últimos años, tanto en precios como en otros aspectos más intangibles (fiscalidad, financiación, diseño, marca, etc.), y ello les aporta “mayor capacidad de resistencia” en los mercados internacionales en los que están presentes, a lo que se une la reconocida experiencia de los directivos españoles y su capacidad de adaptación a los nuevos retos.
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