“La era del consumo sin consecuencias se ha acabado”, afirmaba el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, el pasado 22 de abril, día en el que 197 países firmaron de forma simbólica el histórico Acuerdo de París. La importancia de este tratado no solo radica en el número de países que consiguieron ponerse de acuerdo para responder al reto del cambio climático, sino que además supuso la aceptación de que el ser humano es el responsable del calentamiento global.
Poco más de medio año después de esta firma simbólica, el acuerdo ha entrado definitivamente en vigor el 4 de noviembre. La fecha se marcó en el calendario 30 días antes, cuando se superó el mínimo requerido de ratificación por parte de 55 países que representasen al menos el 55% de las emisiones de gases contaminantes a nivel mundial.
Llegado este momento, los países tendrán que pasar de las palabras a los hechos y adoptar medidas de forma individual con el objetivo común de mantener el aumento de la temperatura media mundial “muy por debajo” de 2ºC respecto a los niveles preindustriales y tratar de limitar el aumento de la temperatura a 1,5ºC.
En la actualidad se espera que 2016 sea el año más caluroso, con un aumento por encima de 1,4ºC respecto a la era preindustrial, según un estudio de la Oficina Meteorológica de Reino Unido. Además, el pasado mes de julio se volvió a batir el récord del mes más caluroso desde que hay registros, según datos de la NASA. Por lo tanto, a los países participantes les espera un largo camino para cumplir los objetivos.
En estos momentos han ratificado el acuerdo un total de 85 países. Entre ellos se encuentran Estados Unidos y China, los países más contaminantes del mundo y tradicionalmente reticentes a adoptar medidas en firme para combatir el cambio climático.
El Acuerdo de París otorga bastante libertad a la hora de establecer las medidas con las que alcanzar el objetivo común, ya que insta a los países a combatir el aumento de la temperatura global “en función de sus respectivas capacidades y a la luz de su situación nacional”.
Además, marca una diferencia entre los países desarrollados, a los que se les exigirá un mayor esfuerzo, y en desarrollo, que podrán seguir aumentando sus emisiones aunque por debajo de la elevada tendencia actual. “Demos respaldar a los países en desarrollo para hacer esta transición. Los pobres y más vulnerables no deben sufrir más por un problema que no crearon”, afirmó Ban Ki Moon.
Por otro lado, el acuerdo recoge que estos países deberán movilizar 100.000 millones de dólares al año a partir de 2020 en financiación tanto privada como pública. Este montante se revisará en cinco años y se destinará a ayudar a que los países en desarrollo afronten el cambio climático. Sin embargo, el acuerdo no estipula la cuantía que deberá aportar cada país.
El resto de países podrán continuar presentando sus documentos de ratificación ante Naciones Unidas hasta el próximo 21 de abril de 2017, un año después de que tuviese lugar la firma simbólica del acuerdo.
Entre los países por ratificar el acuerdo se encuentra España, ya que pese a que la Unión Europea ratificó y escenificó el ‘sí’ en el Parlamento Europeo, son los países los que deben presentar posteriormente la ratificación de forma individual. En el caso español, el Gobierno indicó que no podía proceder a la ratificación dada su situación de interinidad. Por el momento han presentado sus documentos Alemania, Francia, Grecia, Portugal, Hungría, Malta y Eslovaquia.
Todos los países participantes en el Acuerdo de París presentaron el día de su firma las contribuciones que tenían previsto realizar para limitar el incremento de la temperatura global. Estas contribuciones también se revisarán al alza cada cinco años y se basarán en criterios científicos.
Además, los gobiernos se comprometen a informar de forma adecuada al resto de países y a la ciudadanía sobre los progresos realizados. De hecho, el acuerdo recoge la importancia de la implicación de las partes interesadas no signatarias, como la sociedad civil, las administraciones y el sector privado.
Los países participantes en el Acuerdo de París se volverán a ver las caras el próximo 7 de noviembre con motivo de la 22ª Conferencia de las Partes (COP-22), que tendrá lugar en Marrakech hasta el 18 de noviembre. El objetivo de este encuentro es continuar lo comenzado en el Acuerdo de París y abordar, entre otras, las cuestiones relacionadas con la adaptación, transparencia, transferencia de tecnología y las pérdidas y daños.
Por su parte, el presidente de la COP-22, Salaheddine Mezouar, destacó que este encuentro supondrá una “oportunidad para poner las voces de los países más vulnerables frente a los cambios del clima, en particular de los países africanos y estados insulares”, haciendo referencia a la necesidad de acción en relación con su estabilidad y seguridad.
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