Artículo escrito por Óscar Aldeanueva.
Hoy en día todas las empresas aspiran a ser auténticos centros de alto rendimiento en que todos sus profesionales puedan desarrollar todas sus capacidades. Los centros de alto rendimiento empresarial están enfocados a la consecución de objetivos profesionales, a similitud de los CAR deportivos, pero todavía existen diferencias significativas entre ambos. La principal reside en la diferente planificación y organización del trabajo de los profesionales y los deportistas
Si miramos una planificación deportiva anual, ya bien sea macrociclos, microciclos o mesociclos, o como diríamos en el entorno profesional el corto, medio y largo plazo, encontramos en todas ellas un factor diferencial con una planificación empresarial, y es que se tienen en cuenta el descanso, como elemento fundamental del rendimiento de un deportista al máximo nivel.
En el corto plazo, un entrenamiento integra los periodos de descanso entre los distintos ejercicios y tiene en cuenta la carga física, y psíquica. Esa podría ser la aproximación ante una jornada laboral: disponer de periodos de descanso, y de novedades suficientes en la rutina diaria para mantener la atención sin provocar un desgaste psíquico excesivo. En el medio plazo se tienen en cuenta igualmente las cargas enfocadas al periodo de máxima exigencia competitiva, momento en el que hay que controlar dos variables para alcanzar el “pico de forma”: volumen e intensidad. En el momento de máxima presión necesitas una mayor intensidad pero menos volumen para mantener el rendimiento. Estas premisas debemos tenerlas todas aquellas personas que tenemos un equipo a cargo. Gestionar el equipo con el fin de determinar el tipo de actividad y objetivos durante el año, poniendo en la balanza que periodos anuales requieren de un foco en el volumen y cual en la intensidad. En el largo plazo, la planificación deportiva y empresarial concurre en periodos de descanso anual, pero se diferencian en el pre y post periodo vacacional. Después de un periodo de máxima exigencia competitiva, la planificación deportiva incluye un periodo de descanso activo, y tras la vuelta de las vacaciones se incluye la pretemporada, cuyo único objetivo es poner al cuerpo en forma de manera paulatina tras el periodo de descanso Ambos ejemplos son aplicables a una empresa. La primera pauta es no planificar como periodo de máxima exigencia el periodo previo a las vacaciones, e incluir en el mismo otro tipo de tareas más rutinarias, y la segunda pauta tras la vuelta de las vacaciones aumentar de manera progresiva la carga física, e intelectual, e incluir en ese periodo otro tipo de actividades como las formativas, y que la carga horaria vaya aumentando de manera paulatina.
En consencuencia, en el ámbito deportivo como en el empresarial, si no planificamos correctamente los periodos de máxima carga teniendo en cuenta el descanso diario, semanal, y anual aparecerá la fatiga y con ella el sobreentrenamiento y agotamiento. La falta de descanso tiene como consecuencia la aparición del síndrome de burnout o en términos deportivos Staleness. Profesionales agotados quemados o saturados tienen un impacto directo en los resultados empresariales
Las empresas debemos reflexionar sobre si el modelo actual de organización del trabajo con periodos vacacionales concentrados, o jornadas laborales partidas, permite el descanso suficiente para que el cuerpo disponga del tiempo necesario de recuperación física y mental. Por tanto, los modelos organizativos deben revisarse para permitir, que los empleados dispongan de tiempo suficiente para dormir 7-8 horas diarias, y a su vez mantener un descanso psíquico desarrollando otras facetas de su esfera personal fuera del ámbito laboral como medio para mejorar el rendimiento de los trabajadores
Los trabajadores debemos estar pendientes de la aparición de distintos indicadores físicos, y psíquicos como: la apatía, trastornos del sueño, dolores musculares, trastornos gastrointestinales, cambios de estados de ánimo, dolores de cabeza, irritabilidad, etc. Si nos encontramos ante la aparición de estos síntomas podemos inferir que al menos uno de los factores que la originan es la falta de descanso, y por tanto debemos revisar nuestros patrones de descanso y hábitos del sueño con el fin de permitir una recuperación suficiente, que conlleve una mejora en nuestra salud, y en consecuencia en nuestro rendimiento laboral.
Por tanto, si empezamos a tener en cuenta principios básicos del rendimiento deportivo, que están pensados para la búsqueda de la mejora en el rendimiento físico, fisiológico, y psicológico, minimizaremos el impacto en la salud de nuestros “deportistas empresariales” partiendo de herramientas de organización del trabajo, que buscan el rendimiento y consecución de los objetivos, pero teniendo en cuenta las capacidades físicas de nuestros equipos, y partiendo de la base de que periodos de descanso planificados buscados y controlados mejoran el rendimiento de las personas y de las organizaciones.
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