Los países pertenecientes a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) vuelven a verse las caras en Viena el 30 de noviembre con el complejo desafío de alcanzar un acuerdo que limite su producción. El objetivo principal es reducir la sobreoferta existente en el mercado, que llevó al precio del crudo a tocar el suelo de los 27 dólares por barril a principios de este año y que en la actualidad no consigue alcanzar la cota psicológica de los 50 dólares por barril.
Hace menos de tres meses que la organización acordó en Argel que analizaría la forma de establecer un techo de producción de entre 32,5 y 33 millones de barriles diarios, además de intentar que países no pertenecientes al cártel se sumasen a estos compromisos. Sin embargo, la Agencia Internacional de la Energía (IEA) estimó en 33,83 los millones de barriles diarios los producidos por la OPEP en el mes de octubre, una cifra alejada de su propósito.
“Esto significa que la OPEP debe acordar recortes significativos en Viena para que su compromiso en Argel se convierta en realidad”, advirtió la IEA en su último informe mensual, en el que subrayaba que su papel no era instar a ningún país a adoptar ninguna medida y reconocía “la magnitud de la tarea que tenía por delante” el cártel.
Lo cierto es que, tal como explica Alberto Martín, socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España, en el mercado existe un alto nivel de incertidumbre tanto por si la OPEP conseguirá alcanzar un acuerdo tanto por si, de conseguirse, los distintos países lo cumplirán.
El principal factor a favor de que los países de la OPEP se esfuercen en alcanzar un acuerdo es que son los principales dañados por el entorno de precios bajos. Prueba de ello es que Arabia Saudí anunció hace meses un giro radical de su política económica con el objetivo de reducir su dependencia del ‘oro negro’. “Muchos países del cártel necesitan un precio más alto para cuadrar sus cuentas públicas y esta situación está empujando hacia el acuerdo”, afirma Martín.
De hecho, durante las semanas previas a la reunión se han sucedido las declaraciones favorables al acuerdo. El ministro de Energía saudí, Khalid al Falih, se mostró optimista en unas declaraciones en las que mostró su confianza en que el acuerdo alcanzado en Argelia se traducirá en “en recortes justos y equilibrados entre los países”.
Las dificultades a superar
Sin embargo, sobre la mesa de Viena se plantean complejas discusiones, que van desde la necesidad de acordar un recorte que resulte efectivo en el mercado a que determinados países accedan a limitar su producción. “Hay países que parten de una producción más baja de lo que ellos consideran su cuota natural, por lo que piden quedarse fuera de los recortes de producción”, explica Martín.
En concreto, Irán ha defendido en reiteradas ocasiones su intención de incrementar su producción hasta alcanzar los niveles anteriores a la imposición de sanciones por parte de la comunidad internacional, mientras que Nigeria y Libia se han visto obligadas a reducir su producción a causa de sus conflictos internos.
De este modo, el acuerdo recogería una congelación para estos países y el grueso de los recortes de producción pasaría a concentrarse en los Países del Golfo, como Arabia Saudí, Kuwait y Emiratos Árabes, lo que podría llevar a un importante desencuentro en Viena.
Pero, sin duda, el mayor escollo a la hora de que la OPEP se comprometa a limitar su producción es el desencuentro diplomático entre Arabia Saudí e Irán. La negativa de Arabia Saudí a formar parte de un acuerdo en el que no forme parte la República Islámica ha hecho fracasar otros intentos de pacto en los últimos meses.
Además de estas incertidumbres, Martín recuerda que, una vez anunciado el acuerdo, lo complejo será que todos los países cumplan con las cuotas acordadas. “La dificultad no es sólo llegar a un acuerdo, es luego cumplirlo”, afirma.
El futuro reequilibrio
Pese a lo complejo de la situación, lo cierto es que el entorno de precios bajos de los últimos dos años y el consiguiente recorte de inversión en las empresas del sector limitarán la entrada de nueva producción de crudo en el mercado que reemplace el declive natural de los pozos actuales. “Pase lo que pase en esta reunión de la OPEP, lo cierto es que la falta de inversión en el sector upstream está haciendo que el desequilibrio entre oferta y demanda se vaya reduciendo y es probable que entre 18 y 24 meses se vuelva al equilibrio, sin necesidad de recortes en la producción”, indica el socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España.
En esta línea se manifiesta la IEA en su último World Energy Outlook, en que indica que el nivel de inversión en nuevos pozos está cayendo al nivel más bajo de los últimos años y, por tanto, ante una demanda que sigue aumentando despacio pero de forma continua, es probable que dentro de aproximadamente un año y medio se restablezca el equilibrio entre oferta y demanda.
Al respecto, Martín señala que este reequilibrio podría llevar a un nuevo ciclo en el sector, aunque sostiene que el hecho de que los productores estadounidenses pueden comenzar a incrementar su producción cuando el precio alcance unos 55 dólares por barril debería evitar que se produzca una gran escalada de precios. “Es probable que los precios inicien una recuperación cuando vuelva el equilibrio oferta-demanda, pero parece difícil que lleguen a los niveles de 2014”, afirma.
Consecuencias para España
Si finalmente se asiste a esta recuperación de precios, las principales beneficiadas serán las compañías del sector en España. “El beneficio para estas empresas es directo en su negocio de upstream, ya que supone un aumento de sus ingresos por dos efectos: la subida del precio de venta y la entrada en producción de algunos activos que habían quedado fuera de mercado”, explica Martín.
Por otra parte, sectores como el de consumo o transporte serían los más perjudicados por esta recuperación de precios, ya que se encarecería la factura de combustible de consumidores y empresas. Sin embargo, Martín recuerda que el traslado a precios del crudo en los países de la Unión Europea no es proporcional, dado el elevado nivel de impuestos.
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