El año pasado marcó un antes y un después en la percepción de los líderes mundiales. La victoria del ‘sí’ al Brexit en Reino Unido, el resultado de las elecciones en Estados Unidos y el auge del populismo en Europa han puesto de manifiesto el descontento de parte de la población, que siente que no está sacando provecho del desarrollo económico ni del progreso social.
“Ante la ausencia de confianza, de trabajo, de esperanza y el desencanto sobre el futuro, si lo combinamos con un crecimiento más bajo, la mayor desigualdad y mucha más transparencia, tenemos entonces los ingredientes perfectos para una crisis de las clases medias en las economías avanzadas”, Christine Lagarde, presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Hay que centrarse en devolver poder a la clase trabajadora, si se actúa de forma burócrata o simplemente diciendo a la gente que esto hay que hacerlo porque es bueno para ella y punto, esto no va a funcionar”, Anthony Scramucci, delegado de Donald Trump en Davos.
Al mismo tiempo, la Cuarta Revolución Industrial continúa su camino con la mayor integración de la inteligencia artificial, la robótica y el Internet de las Cosas, con beneficios innegables para la probación pero también con un importante impacto sobre el futuro empleo, una situación que aumenta la incertidumbre.
“En el futuro habrá muchos empleos culturales, sanitarios y sociales. Será necesario explotar distintas formas de creatividad ya que la tecnología habrá resuelto retos laborales de hoy en día”. Klaus Schaw, fundador y director general del Foro Económico Mundial.
Asimismo, 2017 contará con elecciones en Francia, Alemania, Países Bajos, Hungría, India, Corea del Sur… Unas citas electorales de las que nacerán –o se mantendrán- los nuevos líderes mundiales, a los que hay que unir el sector empresarial y la sociedad civil. Estos líderes deberán ser sensibles y responsables a las necesidades de la sociedad, con el objetivo de que la economía no acabe marcada por el populismo, proteccionismo y nativismo.
“Hay que decir que no al proteccionismo. El proteccionismo es como entrar en una sala a oscuras (…) Tenemos que seguir comprometidos con el libre comercio”. Xi Jinping, presidente de China.
Este punto de inflexión ha marcado el Foro Económico Mundial, que precisamente ha elegido Liderazgo sensible y responsable como el lema de su 47º encuentro anual, que ha reunido en la ciudad suiza de Davos-Klosters a los principales representantes del sector político, empresarial y de la sociedad civil. Un giro social del lema de una de las citas más importantes del año en la agenda mundial, acostumbrada a girar alrededor de cuestiones económicas.
De esta forma, El Foro Económico Mundial ha defendido que deberían ser los líderes mundiales los ser los responsables de guiar de forma conjunta a la sociedad a través de los importantes cambios que se están produciendo, mediante acciones creíbles que mejoren el estado del mundo. Esta premisa no solo implica a los líderes gubernamentales, sino también a las compañías, que deben asumir que operan en una ‘nueva normalidad’, cuyas características principales son la incertidumbre y la imprevisibilidad.
“El gran riesgo que veo en esta revolución es que no sea gobernada correctamente. Hay que permitir que el desarrollo científico y tecnológico cambien nuestras vidas a mejor, pero necesitamos visualizar y estudiar todos los riesgos. Hay que garantizar que el ser humano sea el centro de todas las decisiones”. Klaus Schaw, fundador y director general del Foro Económico Mundial.
Como afirma Mark Goodburn, responsable Global de Advisory de KPMG, “históricamente, hemos impulsado el cambio mediante la transformación de las personas, procesos y tecnología. En un mundo digital, la interacción entre estas tres dimensiones es más dinámica, y el ritmo de cambio considerablemente mayor”. Por ello, subraya que “aquellos que abracen el cambio y se adapten rápidamente serán recompensados”.
De hecho, mediante la adaptación al cambio y un buen liderazgo, el nuevo orden mundial podrá desbloquear oportunidades que antes eran inimaginables. En este punto, las compañías jugarán un papel crucial mediante la aceptación de su papel en la sociedad y la importancia de adquirir un punto de vista a largo plazo, más allá de los resultados trimestrales.
“No habiendo estado en Davos en ocho años me siento hasta confundido en un modo positivo, porque están todos estos ejecutivos y consejeros delegados y todo el mundo preguntándose cómo va a encontrar un sentido la población, y qué sucede con los refugiados, qué sucede con la desigualdad salarial. Me siento un poco como si estuviese en Burning Man –festival que se realiza en el desierto de Nevada-, excepto porque todos llevamos ropa”.
“A menudo existe una relación muy antagónica entre el Gobierno y las empresas, lo que es muy nocivo. Hay que centrarse en abordar las cuestiones de forma realmente colaborativa”. Sergey Brin, cofundador de Google.
Además, la forma en que una empresa gestione las cuestiones medioambientales y sociales, y las vincule con su actividad financiera y operacional, serán señales que los inversores tendrán en cuenta. Además, tanto consumidores, inversores como empleados y otros actores esperarán que las compañías comprendan y asuman el impacto global de sus decisiones y acciones, más allá del plano económico.
Sin embargo, y pese al marcado giro social que ha tenido lugar en esta edición del Foro de Davos, la ciudad suiza continúa siendo un encuentro de referencia a nivel económico. Prueba de ello es que la primera ministra británica, Theresa May, eligió Davos como el lugar para calmar a los inversores tras dar a conocer sus planes sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea. En su comparecencia, May insistió en que el Brexit no implicará una vuelta al proteccionismo, sino que permitirá al país convertirse “en un actor global e internacionalista mucho mayor, en acción y también en espíritu”.
Deja un comentario