La irrupción del Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) ha marcado un antes y un después en la forma en la que la sociedad interactúa con Internet. Los objetos más cotidianos son susceptibles de ser catalogados como ‘inteligentes’, lo que implica que, además de estar conectados a la red y a dispositivos como smartphones, pueden proporcionar a las compañías valiosos datos sobre la actividad diaria de sus usuarios.
Sin embargo, junto a sus bondades también se han multiplicado las voces de alarma sobre los posibles ciberataques que puede sufrir esta tecnología, ya que podría afectar no solo a empresas sino a todos los hogares. Más teniendo en cuenta que la evolución del IoT es imparable y en pocos años funcionalidades como saber cuánto corremos gracias a unas zapatillas de deporte, que el frigorífico haga la compra y avise de cuándo caducan los alimentos o saber en todo momento qué ocurre en casa con solo mirar el móvil serán una realidad.
Más allá de sus riesgos, la llegada del IoT también está dando lugar a alianzas que permitirán a los usuarios ahorrar dinero en un sector tradicional como el de los seguros. Durante los últimos años, estas compañías se han visto afectadas por una creciente competencia, la posibilidad de comparar opciones a través de Internet y un entorno de tipos bajos de interés. Por ello, abrazar las nuevas tecnologías y adelantarse a su llegada se convertirá en casi una obligación si quieren sobrevivir a la denominada Cuarta Revolución Industrial.
Un ejemplo de este esfuerzo de adaptación es el programa lanzado por la aseguradora estadounidense UnitedHealthcare, una de las mayores del país al sumar 48 millones de clientes, junto a la tecnológica Qualcomm, por el que sus usuarios podrán ahorrar hasta 1.500 dólares al año en su seguro médico solo por ser más activos.
La fórmula es sencilla: los beneficiarios deberán utilizar pulseras de actividad y cumplir una serie de objetivos, denominados Caminar (que consiste en dar 300 pasos en 5 minutos, 6 veces al día), Intensidad (3.000 pasos en 30 minutos) y Tenacidad (dar un total de 10.000 pasos al día). Al alcanzar estos retos, los usuarios recibirán descuentos desde 4 dólares diarios hasta 1.460 dólares anuales.
La compañía sostiene que las personas que consiguen alcanzar estos objetivos, cuentan con un mejor estado de salud que las sedentarias y por tanto disminuirán los gastos médicos. El programa, lanzado en 2016 en 12 estados del país a modo de prueba, ha sido ampliado recientemente dado su éxito y ya está disponible hasta en 40 estados en compañías con cinco o más empleados que cumplan determinados requisitos.
Este concepto, que aúna una posible colaboración entre compañías – ya que los weareables pueden ser de una determinada marca o se pueden promocionar- y un beneficio mutuo para asegurado y asegurador, irá implantándose de forma exponencial. En un futuro en el que todo estará conectado, las aseguradoras deberán aprovechar el contexto para mejorar el servicio al cliente, la gestión de incidentes y así poder rebajar las primas en un entorno cada vez más competitivo.
Es el caso de los futuros hogares conectados que, además de las comodidades conocidas para sus usuarios, permitirán a las aseguradoras disponer de un mayor control sobre los posibles sucesos como incendios o robos, además de una mejor comunicación con su cliente y la posibilidad de recopilar datos que, una vez procesados, permitirán mejorar sus servicios.
En este sentido, Antonio Lechuga, socio de KPMG en España, recuerda que gracias a determinadas aplicaciones permiten, mediante el uso de Data Analytics, ofrecer seguros más personalizados a los clientes. “El sector segurador no puede esperar seguir creciendo haciendo las cosas de la misma forma que siempre”, explica.
Sin embargo, alcanzar este horizonte requerirá un importante esfuerzo: por un lado desde el lado regulatorio, que se enfrenta a un importante reto de cara a la integración de estas tecnologías, por otro para las aseguradoras, que deberán establecer desde quién sería el responsable ante un fallo del dispositivo hasta analizar el límite en cuanto a privacidad en el que sus clientes se sentirán cómodos.
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