Antón Valero representa uno de los sectores más importantes de la industria. Presidente de Dow Chemical Ibérica, desde hace dos años está al frente de la patronal Feique (Federación Empresarial de la Industria Química Española), donde representa al sector e impulsa la innovación y el desarrollo. Convencido de la necesidad de alcanzar una política industrial estable y a largo plazo, Valero aborda en Valores Digital las principales preocupaciones del sector.
– En la actualidad, el sector químico industrial disfruta de una tendencia de crecimiento. ¿Cree que continuará a medio plazo? ¿Qué factores pueden ralentizarlo?
La industria química es un sector con un peso importante y consolidado en la economía española que según nuestras previsiones continuará su tendencia ascendente. Nuestro objetivo en el horizonte está claro formar parte del crecimiento pronosticado para la industria química a nivel global, ya que según un informe de la consultora Prognos la química será la industria manufacturera que alcance el mayor incremento hasta 2030, con un crecimiento productivo anual del 4,5%. Esto supone que el sector duplicará su tamaño en ese periodo. ¿Podrá España ser uno de los países que alcancen ese crecimiento? Es complicado ya que nuestra población no crecerá en esas proporciones, pero lo importante es que mantengamos la competitividad de nuestras instalaciones respecto a nuestros vecinos y que vayamos diversificando nuestras actividades, reforzándolas también con productos de mayor valor añadido, como ya están haciendo las empresas.
Evidentemente seguiremos trabajando para que nuestros costes energéticos sean competitivos, las infraestructuras logísticas eficientes y la normativa equilibrada respecto al resto del mundo, ya que son factores de competitividad clave para la industria en general y muy particularmente para este sector. No olvidemos que la industria debe responsabilizarse de innovar, exportar o ser eficiente, pero son los gobiernos los que deben desarrollar una política industrial efectiva y es evidente que hay muchas cosas que cambiar para llegar al objetivo de que 20% del PIB español y europeo proceda de la industria.
– Feique ha solicitado al Gobierno una Secretaría de Estado de Industria y un Pacto de Estado que proporcione estabilidad al sector. En su opinión, ¿qué aspectos debería recoger?
El peso y la calidad de la industria es una cuestión estratégica para un país; es, sin lugar a dudas, una cuestión de Estado pues determina nuestra capacidad de competir con el resto de potencias económicas. Por eso, el consenso político es fundamental para conceder estabilidad a las políticas industriales y abordar algunas de las materias que hoy lastran nuestro crecimiento y nuestras posibilidades de expandirnos, y que hemos recogido en nuestra petición.
Algunas de estas cuestiones clave son el excesivo coste de la energía, el deficiente desarrollo de las infraestructuras logísticas y de transporte o los costes derivados de la aplicación de la ingente producción normativa y regulatoria. Necesitamos un acuerdo entre partidos políticos y agentes sociales para definir una política de largo plazo, que tenga entre sus prioridades la mejora de la competitividad de España y el incremento del peso de la industria en su PIB con el convencimiento de que esta es la única forma posible de crecer con solidez.
La Política Industrial debe hacerse desde muchos Ministerios de forma coordinada. Si España quiere ser un país capaz de generar empleo estable y de alta cualificación, empresas de elevado valor añadido, y un tejido productivo intensivo en innovación y con vocación exterior, la apuesta debe ser la industria, y para ello tenemos que ofrecer mejores condiciones competitivas como país.
– En alguna cuestión ha manifestado que el sector se encuentra excesivamente regulado. ¿Qué consecuencias tiene este contexto? ¿Cómo cree que debería articular las normas del sector la Comisión Europea?
La consecuencia más palpable del sobrecoste y sobrerregulación del marco normativo europeo, especialmente en los últimos diez años, se ha traducido en la merma de la competitividad industrial y en una paulatina pérdida de cuota de mercado, en un escenario internacional ya de por sí cambiante con el empuje de los países del sudeste asiático y el liderazgo tomado por Estados Unidos con la explotación del shale gas.
Los datos hablan por sí solos: según un estudio desarrollado por la propia Comisión Europea el pasado año, el coste de las principales regulaciones sobre el sector químico suponen el 12% de todo el valor añadido del sector, lo que en caso de España supondría un coste de 1.800 millones de euros. España además padece de manera particular la sobrerregulación: en 2014, se publicaran más de un millón de páginas de boletines oficiales de las CCAA y del Estado. Esta situación claramente requiere de una solución urgente.
Sin duda, hay que regular de forma mucho más inteligente y, desde luego, tender a la homogenización. Ahora que la Comisión parece estar tomando conciencia de los negativos efectos que puede acarrear la sobrerregulación sobre la producción industrial, esperemos que algo empiece a cambiar para evitar que finalmente esta situación acabe comprometiendo también al empleo.
– ¿Cree que el sector químico europeo es competitivo? ¿Cómo podría mejorar?
Lamentablemente se ha perdido mucho tiempo. Tanto España como Europa en general han ido perdiendo músculo industrial, y por tanto competitividad, gradualmente y de manera muy evidente en la última década como ya hemos apuntado. Prueba de ello es que el ratio de participación de la industria química europea en los mercados mundiales ha ido mermando desde 1995 pasando de representar el 32% de las ventas de productos químicos a nivel global hasta el 14,7% en 2015. A pesar de que las ventas han crecido un 60% en 20 años, nuestro peso se ha diluido considerablemente y si no lo paramos, de aquí a 2030 pasaremos de ser la segunda región en volumen de facturación a un tercer lugar, con China y EE.UU por delante nuestro.
Los altos precios de la energía que soporta Europa en general frente a sus competidores, la apreciación de la moneda, los altos costes laborales y las cargas fiscales y regulatorias constituyen entre otras, las principales causas que nos han hecho perder competitividad a nivel global, y así lo manifestaba un estudio realizado por Oxford Economics en 2014 que analizaba las causas subyacentes a la pérdida de competitividad de este sector.
Es necesario cambiar muchas inercias, pero sobre todo, es urgente contar con políticas y consensos de verdadero corte proindustrial que lleven a materializar el impulso de este sector y que no desincentive la inversión en Europa.
– En este sentido, ¿cuál será el impacto del Brexit en la industria química?
Probablemente los primeros pasos sean complicados, pero confío plenamente en la capacidad de resiliencia de nuestro sector y la flexibilidad por la que siempre se ha caracterizado, que nos ha permitido superar otros momentos críticos, de los que finalmente hemos sabido captar también las oportunidades.
En principio, el impacto dependerá del perfil que adquiera la negociación. Independientemente de las cuestiones generales que con este nuevo escenario político y económico afectarán transversalmente a todos los sectores productivos, algunos puntos delicados para el sector a tener en cuenta serán si el Reino Unido abandona el Reglamento REACH, lo que supondría que la compra de productos químicos británicos sería considerada importación de un país extracomunitario y por tanto sujeto al registro de nuevos importadores. Por otra parte, un porcentaje elevado de proyectos europeos de I+D del sector químico están coordinados por el Reino Unido, y además, en plena transición de la Nueva Patente Europea, el hecho de que Reino Unido salga de la U.E afectará necesariamente al servicio de patentes para productos químicos y farmacéuticos, ubicado en Londres. Éstas son sólo algunas de las muchas situaciones a tener en cuenta para el sector.
– Además del Brexit, una de las principales noticias que ha dejado 2016 ha sido la victoria de Donald Trump en Estados Unidos. ¿Cuáles son las perspectivas para la industria tras el giro de la política estadounidense?
Somos un sector que comercializa sus productos en más de 190 países, con lo cual está en nuestro ADN la gestión de los cambios, incluidos los políticos. Hay que tener en cuenta que tendrá su efecto, pero esperamos encontrar oportunidades en su cambio de política, en especial, en los países en los que su relación está siendo más complicada, como con México. Por ello resulta especialmente relevante la revisión que la Unión Europea está haciendo del acuerdo de libre comercio con México.
– Durante el año pasado, el sector estuvo marcado por ‘grandes operaciones’ en el sector, con el anuncio de las fusiones entre las estadounidenses Dow Chemical y DuPont, la estadounidense Praxair con la alemana Linde y ChemChina con Syngenta. ¿A qué responde esta tendencia de concentración del sector? ¿Cree que continuará en el futuro?
Creo que esta tendencia tiene bastante recorrido aún. Las empresas siempre buscan las fórmulas que mejor les permitan ganar competitividad y capacidad de acceso y posicionamiento en los mercados y muchas veces esas estrategias pasan necesariamente por la concentración de negocios ya que a un mayor tamaño, también se tendrá un mayor volumen que permitirá disponer de más recursos financieros para dedicar a la inversión, la I+D+i y a la internacionalización.
– El Big Data, Data Analytics y la Inteligencia Artificial están marcando el devenir de la mayoría de empresas en la actualidad. ¿Se está produciendo una digitalización en el sector químico? ¿Cree que la Industria 4.0 está cerca de ser una realidad en España?
El sector químico, dada la naturaleza de sus instalaciones, está considerablemente automatizado. Durante décadas la industria química ha hecho uso extensivo de sensores y otros sistemas TIC que facilitan el día a día de la actividad en una planta (logística, diseño, modelización, monitorización y reparación). Además, la industria química es un proveedor esencial de materiales y tecnologías que forman la base de muchas soluciones digitales.
Pero no debe confundirse la automatización con la digitalización, esto implica ir un paso más allá y tratar con la gran cantidad de datos generados y ser capaces de reaccionar con agilidad. Desde nuevas formas de producción a nuevos modelos de negocio la industria química va a experimentar una revolución haciendo uso de lo que las tecnologías digitales ofrecen. Se espera que tenga un impacto especialmente alto en la modernización de las capacidades productivas y posicionará a la industria europea y española por delante en la carrera de la competitividad y sostenibilidad. En este sentido, creo que España está en el camino adecuado.
Las fábricas del futuro no serán suficientemente competitivas sin sistemas integrados. La producción emplea cada vez con mayor frecuencia innovaciones digitales tales como captura de datos, planificación y control, modelización y simulación, cloud computing y análisis de big data gracias a ordenadores de alto rendimiento y conexiones de datos más potentes.
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