Meses después de conocer el resultado del referéndum de Reino Unido, ha llegado el momento de iniciar el proceso de desconexión con la Unión Europea. La primera ministra británica, Theresa May, ha firmado la misiva que activará el artículo 50 del Tratado de Lisboa este miércoles. Una vez sea entregada la carta por el embajador de Reino Unido ante la UE, Tim Barrow, al Consejo Europeo, darían comienzo de forma oficial las negociaciones que determinarán las futuras relaciones entre Reino Unido y los países de la Unión Europea.
De esta forma, May continúa con el calendario previsto pese a las enmiendas introducidas en la Cámara de los Lores, que podrían haber retrasado la hoja de ruta prevista. Una vez enviada la carta que confirma la decisión de Reino Unido de abandonar la Unión Europea, ambas partes dispondrán de un plazo de dos años, prorrogables por unanimidad, para pactar los términos de su separación.
El peor de los escenarios posibles es el de la falta de acuerdo, ante lo que Reino Unido pasaría a ser un miembro independiente de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y los intercambios comerciales quedarían sujetos a aranceles, lo que supondría una desventaja comparativa frente a los países que sí cuentan con acuerdos comerciales preferenciales con la UE y tendría efectos sobre las exportaciones europeas a Reino Unido.
Sin embargo, y pese a lo mucho que se ha escrito sobre el posible impacto en la economía británica de una falta de acuerdo, lo cierto es que a lo largo del proceso de negociación cada país puede verse impactado en su economía de manera distinta. En este sentido y, en función de las repercusiones potenciales sobre su economía, algunos mandatarios pueden mostrar una mayor voluntad de compromiso para alcanzar un acuerdo.
Para conocer de qué forma y qué países son los más afectados por el Brexit, se hace necesario analizar diversos factores. “Para muchos Estados, uno de los factores más importantes será el nivel de bienes y servicios que exportan a Reino Unido”, explica Yael Selfin, economista jefe de KPMG en Reino Unido. “En el caso de España se prevé que el impacto sea relevante dada la importancia de este mercado para la exportación de bienes y servicios y la inversión directa” explica Antonio Hernández, socio responsable de Brexit en KPMG en España. “En particular, para España se trata del cuarto destino de exportación a nivel mundial, el segundo destino de la inversión directa en el exterior y el primer emisor turístico“ destaca.
En un informe publicado recientemente, KPMG en Reino Unido analiza el impacto potencial del Brexit, centrándose en dos ámbitos: acceso al mercado comunitario y acceso a mano de obra comunitaria.
– Comercio de Bienes
Reino Unido mantiene un amplio déficit comercial con la Unión Europea, que en 2015 se situó en cerca de los 70.000 millones de libras, equivalente al 3,7% del PIB británico. Unas cifras que sugieren que Reino Unido se enfrentaría a una mayor disrupción que la UE en el caso de que se introdujesen barreras comerciales.
No obstante, al analizar en profundidad estas cifras, se observan diferencias entre países: Irlanda sería el país más expuesto a cualquier barrera a la exportación, ya que exporta bienes a Reino Unido equivalentes al 14,1% de su PIB. Otros países especialmente expuestos son Luxemburgo (10,1% del PIB), Malta (9,1%), Países Bajos (7,6%), Bélgica (7,3%) y Eslovaquia (5,2%). Por su parte, las grandes economías comunitarias, se verían comparativamente menos expuestas por el menor peso de sus exportaciones de bienes a Reino Unido (Alemania exporta por valor del 3,5% de su PIB; España 2,4% del PIB; Francia 2,1% del PIB; e Italia 1,6% del PIB).
“La forma en que cada país se verá afectado por la eventual introducción aranceles bajo el marco de la OMC y, en consecuencia, cómo de dispuestos estarán a alcanzar un acuerdo más generoso, dependerá del peso relativo de las exportaciones a Reino Unido sobre sus respectivas economías, el tipo medio arancelario que se impondría (que para cada país vendría determinado por el mix de bienes exportados) y la reacción de los consumidores británicos a cualquier incremento de costes derivado de los nuevos aranceles”, sostiene Selfin.
En este sentido, un informe realizado por Lawless y Morgenroth estima que los países que harían frente a tipos arancelarios medios más elevados, bajo escenario OMC, serían Irlanda y Dinamarca, con un arancel medio superior al 10%. Los principales perdedores, desde el punto de vista arancelario, serían Irlanda debido a la concentración de sus exportaciones en Reino Unido (4,17% del total de sus exportaciones); Eslovaquia (3,27%) y España (2,87%) por los elevados tipos arancelarios; y Alemania (2,54%) dada la elevada sensibilidad de sus consumidores a los precios por sus exportaciones.
Pese a que los datos de comercio de servicios solo están disponibles hasta 2014, la OCDE estima las exportaciones de servicios de Reino Unido a la UE en un 4,5% de su PIB, con un superávit comercial de 17.000 millones de libras. Por su parte, la UE exportó servicios a Reino Unido por valor del 0,7% del PIB, si bien el porcentaje para algunos países es más elevado.
Es el caso de España, que cuenta con el mayor superávit comercial de servicios con el Reino Unido, ya que continúa siendo el principal destino turístico de los ciudadanos británicos. Asimismo, Chipre, Malta y Luxemburgo exportan una gran cantidad de servicios en relación con su PIB (6,6%, 6,4% y 3,9%, respectivamente).
– Movimientos migratorios
Otra cuestión importante a la hora de comenzar las negociaciones es la situación de los inmigrantes europeos en Reino Unido. El resultado de la negociación puede tener un gran impacto en el crecimiento económico del país a largo plazo, desde el punto de vista de su capacidad productiva y de su consumo potencial.
Varios países europeos en los que se prevé un descenso de la población a medio plazo, podrían ver en el retorno de sus ciudadanos residentes en Reino Unido una manera de compensar ese descenso. Entre ellos estarían Alemania, Italia y España.
Además, países como Letonia, Croacia, Hungría y Lituania, son altamente dependientes de las remesas enviadas por sus ciudadanos residentes en la UE (incluido Reino Unido). Prueba de ello es que el 3% de su PIB procede de los ingresos de la balanza de transferencias corrientes.
En el caso de Polonia, pese a que contabiliza el mayor número de ciudadanos en territorio británico –unas 700.000 personas según el Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR)-, esta cifra solo representa un 1,8% de su población. Un porcentaje reducido en comparación con el 10,7% de ciudadanos irlandeses, 9,7% de chipriotas y 7,6% de malteses que residen en Reino Unido.
Otra cuestión importante a tener en cuenta es la población británica residente en Europa. Según cifras de la ONU, la mayor concentración de ciudadanos británicos en la UE se encuentra en España, con alrededor de 300.000 en el año 2015, seguido de Irlanda (250.000), Francia (sobre 185.000) y Alemania (unos 100.000). Mientras los inmigrantes europeos en Reino Unido tienen como objetivo ocupar un puesto de trabajo, la mayoría de británicos que se trasladan a otro país de la UE tienen como objetivo disfrutar de su jubilación, especialmente en España.
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