La Reserva Federal estadounidense (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) caminan a dos velocidades muy distintas. Si Estados Unidos ha dado comienzo a una nueva era en la que los tipos de interés bajos pasarán a la historia, el presidente del BCE, Mario Draghi, advertía recientemente de que el precio del dinero continuará en el 0% “durante un periodo de tiempo extenso”.
Esta divergencia de políticas monetarias ha aumentado los temores ante un incremento de la volatilidad. La propia OCDE mostró su preocupación, afirmando que podría conducir a un periodo de mayor inestabilidad financiera, al aumentar “el riesgo de tensiones y volatilidad en los mercados financieros, especialmente en los tipos de cambio”.
Pese a la línea oficial de la institución presidida por Draghi, los mercados especulan con que el BCE podría estar cambiando de opinión, planteándose una nueva táctica con el objetivo de reducir la actual divergencia. De hecho, en la actualidad el diferencial entre el bono del Tesoro estadounidense y el bund alemán – de referencia en Europa- está en su nivel más alto desde el año 2000.
Además, durante las últimas semanas se han producido declaraciones contrarias por parte de distintos miembros de comités de política monetaria del BCE, que dan a entender que en la institución comienza a haber dudas sobre si no sería adecuado un cambio de táctica.
“Es posible que entre el BCE y el mercado empiecen poco a poco a acortar distancia con respecto al mercado americano”, indica Noelle Cajigas, socia responsable de Mercado de Capitales de KPMG en España, subrayando que pueden producirse cambios de política y ajustes de mercado que acerquen los niveles de tipos a ambos lados del Atlántico.
Uno de ellos es la posibilidad de que la subida de tipos en Estados Unidos provoque un movimiento por el que los inversores globales se movilicen hacia el Treasury estadounidense, al ofrecer una mayor rentabilidad, lo que podría llevar a un estrechamiento de los spreads con respecto a los bonos europeos.
“El segundo efecto mecánico posible es por la vía de la divisa”, sostiene Cajigas, en referencia a la apreciación del dólar como consecuencia de la subida de tipos, que a su vez incrementa la competitividad de las exportaciones europeas: un efecto inflacionario que ayudaría en el objetivo último del BCE.
“Esta situación también se acompaña por el hecho de que las importaciones dolarizadas en Europa se vuelven más caras, lo que ayuda al incremento de la inflación que persigue el Banco Central Europeo”, afirma Cajigas. Estos escenarios demostrarían que la propia política monetaria adoptada por el BCE “está teniendo el efecto deseado”.
Del lado del posible incremento de la inestabilidad, Cajigas explica que los ciclos de transición suelen conllevar la volatilidad, y con ella la aversión al riesgo. También se deben tener en cuenta los “ajustes en las relaciones comerciales”. “Hasta ahora se contaba con una ecuación estable, y el cambio de la política monetaria estadounidense conlleva un cambio de flujos que a corto plazo generan inestabilidad”, sostiene.
Además, los mercados tienen en cuenta que la subida de tipos por parte de la Fed conlleva una serie de efectos negativos para algunas economías emergentes que se financian en dólares. “Algunos de los efectos de estas políticas monetarias son positivos, otros no tanto, pero lo importante es el efecto neto entre todos ellos”, subraya la socia responsable de Mercados de Capitales.
¿Y qué sucederá con las compañías españolas? “Lo que tiene un impacto más directo es la evolución de los tipos en Europa y cómo de rápido va a ser el mercado a la hora de adelantar estos movimientos”, afirma Cajigas. “En estos momentos contamos con unas condiciones de financiación históricamente atractivas que están incitando la recuperación económica”, subraya.
Por ello, se debe tener en cuenta que si el BCE optase por incrementar los tipos o retirar los estímulos, las condiciones de financiación se deteriorarían. “Aunque sería por un buen motivo: que en Europa la situación económica ha mejorado”, concluye Cajigas, que además recuerda que históricamente nunca ha habido una diferencia entre la Fed y el BCE “durante un periodo muy prolongado de tiempo”.
Por otro lado, el sector financiero sería uno de los grandes beneficiados de un eventual cambio de política monetaria por parte de la institución presidida por Draghi, ya que el actual entorno de tipos bajos presiona el margen de las entidades.
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