El valor de mercado de las compañías está formado por mucho más que activos que se pueden ver y tocar. Cuestiones como la innovación, la reputación o la estructura organizativa son elementos que definen a las compañías con más éxito. De hecho, en los últimos años ha tenido lugar un giro radical: el 80% del valor de las compañías corresponde a sus activos intangibles, el mismo porcentaje que en los años 70 correspondía a los activos tangibles, físicos y financieros.
“En un entorno de exceso de oferta y fuerte presión sobre el precio, las compañías necesitan costes de transacción decrecientes, y estos solo son posibles si se persigue estratégicamente aumentar la confianza de aquellos con los que se relaciona. Podemos hablar de reputación, responsabilidad, innovación o el término que pensemos que mejor lo define, pero al final del día las compañías más valiosas hoy son las que no necesitan un ver para creer, sino que creemos en ellas porque sabemos que veremos”, señala José Luis Blasco, socio responsable de Gobierno, Riesgo y Cumplimiento de KPMG en España. Y subraya: “El activo confianza no se crea de forma instantánea. Podríamos decir que existen dos modelos de crecimiento: uno basado en el corto plazo e inversión táctica, incluso en lo intangible, y otro que mira el largo y donde la inversión en intangibles cobra relevancia estratégica”.
Pero, ¿invierten las compañías españolas lo suficiente en activos intangibles? La inversión en este tipo de activos presenta una tendencia ascendente: entre 1995 y 2004 ha aumentado un 18%, frente a la caída del 24% que han experimentado los activos tangibles, según el informe La economía intangible en España. Evolución y distribución por territorios y sectores (1995-2014) elaborado por la Fundación Cotec y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).
España se sitúa entre los últimos puestos de los países europeos analizados en materia de inversión en activos intangibles, al suponer el 6% del PIB, lejos de países como Reino Unido y Suecia. A la cabeza se sitúa Estados Unidos, que en el periodo analizado invirtió un 13,8% del PIB en este tipo de activos.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que, en la actualidad, en el cálculo del PIB se incluyen determinados activos intangibles como el software, las bases de datos y el I+D, que según el informe solo representan el 40% del total de intangibles. De hecho, si se incorporasen nuevos intangibles como el capital humano, la estructura organizativa o la publicidad y el diseño, la economía española crecería hasta un 3,5%, según el informe.
De los nuevos intangibles analizados en el estudio, España es el país que menor inversión realiza en Estructura organizativa (26,7% del total de activos estudiados), aunque es el intangible en el que más invierte junto con Diseño y nuevos productos (25,9%). También destaca la inversión en publicidad, con un 24,2%, muy por encima de países como Reino Unido (8,8%).
¿En qué intangible invierte cada empresa?
La relevancia de la inversión en este tipo de activos ha calado en todas las compañías, aunque al analizar los nuevos intangibles por sectores, se observan variaciones en base a su estrategia. Según el informe, en términos generales el sector de actividades financieras y seguros es el que mayor peso otorga a los intangibles, al representar el 70% de la inversión total.
Por su parte, los sectores dedicados a la construcción, la fabricación de material de transporte y la fabricación de maquinaria realizan una elevada inversión en diseño. Mientras, las actividades financieras y de seguros, la industria de alimentación, bebidas y tabaco y el comercio y reparación optan por invertir en publicidad.
Asimismo, los estudios de mercado son el intangible elegido por la industria textil, mientras que la inversión en capital humano destaca en los sectores que cuentan con un mayor trato con el público, como las actividades sanitarias y de servicios sociales privados, la educación privada y las actividades financieras y de seguros. En la misma línea, se observa que la inversión en estructura organizativa es la elegida en las actividades financieras y de seguros o las industrias manufactureras.
Más allá de en qué intangible decida invertir cada compañía, la tendencia a destinar recursos y esfuerzos en este tipo de activos continuará creciendo, ocupando un papel cada vez más relevante en la agenda de los directivos.
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