“El 82% de la población mundial no sabe para qué vive, no tiene un propósito en su vida”, alerta Lord Michael Hastings, responsable global de Responsabilidad Corporativa de KPMG. En Europa esta cifra se reduce ligeramente al 78%, pero continúa siendo elevada. “A menos que entendamos cuál es nuestro propósito en la vida, vamos a pensar que todo está bien mientras recibamos nuestro dinero a final de mes”, afirma este experto, que esta semana ha participado en el evento Sustainable Brands que ha tenido lugar en Madrid
Sobre estas cifras Teresa Ribera, directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), opina que “no es que las personas no sepan qué hacer con su vida, sino que les falta confianza para hacerlo”. “Todos tenemos capacidad para cambiar el mundo y hacer que tenga sentido”, subrayó. Y en este cambio, las empresas juegan un papel indispensable.
Como explica Hastings, las organizaciones que cuentan con un propósito firme y trabajan para hacer mejor la sociedad hacen que sus trabajadores se sientan identificados y con ello, orgullosos. “Si una marca es sostenible, el 22% de europeos que sí tienen un propósito aumentará progresivamente; tendrán claro por qué trabajan en una empresa y qué hacen”, aseguró.
De hecho, en la actualidad las compañías más valoradas no cuentan con un mayor número de ventas, sino con características relacionadas con innovación y responsabilidad. Prueba de ello es que una reciente encuesta realizada por KPMG entre estudiantes de todo el mundo concluía que el 84% de los estudiantes universitarios mejor preparados no elegiría una empresa cuyos valores no estuvieran en consonancia con los suyos para estrenarse en el mercado laboral, mientras que el 92% resalta la importancia de que la primer empresa que elija para trabajar tenga “una visión de futuro apasionante”. Pero, ¿qué propósito debe buscar una empresa?
En primer lugar, las compañías deben tener claro que pueden contribuir al cambio. “Lo peor que le puede suceder a una empresa es que finja que ha encontrado un propósito solo para perpetuar el negocio a través del beneficio”, advierte José Luis López, ex vicepresidente ejecutivo de Operaciones de Nestlé. “El tiempo de estas propuestas ha terminado con la actual transparencia y el acceso a la información”, asevera, al tiempo que subraya la importancia de “los hechos”.
Además, el propósito se puede abordar a través de pequeños cambios, en el ámbito de sus operaciones cotidianas. Desde cómo opera la compañía, la compra de suministros o su nivel de respeto al medio ambiente. “Hacer negocio de forma sostenible es obligatorio. Si no, no se llegará a ningún lado”, afirma Ribera.
Las metas de Naciones Unidas, también para las empresas
En cuanto los objetivos que guían el propósito de las compañías, Hastings recuerda cómo “antes, los objetivos de las empresas eran solo medioambientales, pero ahora se incluyen aspectos como la dignidad, poner fin a la pobreza y la desigualdad, algo complicado en la actualidad”. Unas nuevas metas que se recogen en los 17 objetivos de desarrollo sostenible marcados por Naciones Unidas y que incluyen lograr alianzas para el desarrollo sostenible, una meta en la que tiene un papel importante el sector privado.
“Todas las empresas deben ser parte del cambio del mundo”, insiste Hastings. En la misma línea, Ribera aboga por que las empresas integren en su estrategia “cómo tiene que ser el mundo en 10 años”. “Con la globalización, muchas personas se están quedando fuera del progreso y del desarrollo. Tenemos que elegir de qué lado queremos estar”, subraya López.
Pero más allá de las empresas, Hastings hace hincapié en sus líderes. “Las empresas no tienen un propósito, son sus líderes: ellos son los que fijan los objetivos. Si no, la entidad simplemente cambiará de una marca a otra”. En este sentido, subraya que el mundo atraviesa en la actualidad una situación “complicada” que requiere una respuesta distinta.
Por ello, el responsable global de Responsabilidad Corporativa de KPMG destaca que las compañías que han decidido unirse a estos propósitos ponen de manifiesto que “las ambiciones como poner fin a la pobreza o a la injusticia no son solo sueños sino objetivos humanos que se pueden conseguir: depende de la voluntad de las organizaciones”.
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