La decisión de la Comisión Europea de eliminar el roaming a partir de este jueves supone una buena noticia para los consumidores, pero no tanto para las compañías de telecomunicaciones. La instauración del Roam Like at Home (Itinerancia como en casa), por el que los residentes en la Unión Europea mantendrán la misma tarifa que en su país de origen cuando viajen a otro país europeo, supone un importante reto. Y más de cara al verano.
Pese a que para los consumidores la entrada en vigor de esta normativa suponga un antes y un después, lo cierto es que este cambio lleva tiempo fraguándose. “En el mercado está totalmente descontado, hay una trayectoria previa de fijación de tarifas a la baja”, explica Celso García Granda, socio responsable del sector de Telecomunicaciones de KPMG en España.
Prueba de ello es que la Comisión Europea comenzó a regular las tarifas de roaming en la Unión Europea hace 10 años, con la entrada de la ‘Eurotarifa’. La mayoría de las medidas adoptadas en los últimos años han ido encaminadas a establecer precios máximos para llamadas telefónicas, SMS y posteriormente, datos. El fin del roaming comenzó en octubre de 2015, cuando tanto el Parlamento Europeo como la Comisión votaron a favor de eliminar estas tarifas.
El fin de las tarifas elevadas de roaming cuenta con algunas limitaciones: está destinado a los consumidores que viajan a otro país de la Unión Europea, por lo que no puede emplearse en itinerancia permanente. Además, se debe tener en cuenta el ámbito geográfico de la medida: el roaming permanecerá en el resto de los países fuera de la Unión Europea.
La principal consecuencia para las grandes compañías de telecomunicaciones es que disminuirán significativamente los ingresos procedentes de las hasta ahora elevadas tarifas de roaming, es decir, cuando los usuarios de desplazan a otro país y utilizan la red de una operadora extranjera. Una situación especialmente impactante en un país como España, que recibe un elevado número de turistas.
De este modo, las compañías de telecomunicaciones europeas deberán prestar una experiencia al cliente similar a la que tiene el usuario en su país de origen. Incluida la experiencia de uso de tráfico de datos, que ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. En el pasado mes de marzo, en España había más de 40 millones de líneas de voz vinculadas a banda ancha móvil, casi tres millones más que el año anterior.
“El fin de las tarifas elevadas de roaming supone en algunos países un gran esfuerzo para la inversión en capacidad de las redes, que tendrán que soportar un significativo incremento del tráfico de datos de usuarios visitantes”, explica Celso García Granda, al tiempo que apunta a que las compañías de telecomunicaciones deberán acometer inversiones relevantes para reforzar la capacidad de la infraestructura de red, de cara a evitar caídas o ralentización de servicios.
Más allá de las implicaciones del fin de las tarifas elevadas de roaming, esta medida se enmarca en el objetivo de la Unión Europea de crear operadores de ámbito europeo, que puedan competir con los grandes operadores de Estados Unidos o Asia. “Es una elemento más que puede facilitar el desarrollo de operadores que den servicio en toda Europa”, sostiene Celso García Granda.
De hecho, la Comisión Europa persigue alcanzar un Mercado Único Digital, que garantice que “cualquier persona de la Unión Europea cuente con la mejor conexión posible a Internet para que puedan participar completamente en la economía digital”. Por lo tanto, la transformación del sector afronta retos críticos en los próximos años.
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