Las empresas demandan creatividad, resolución de problemas, pensamiento crítico y trabajo en equipo. Unas habilidades que no enseña ni mide el sistema educativo heredado de la Revolución Industrial. Hay que explorar nuevos caminos. La buena noticia es que el germen de la educación para el futuro ya está en marcha. Y está surgiendo desde dentro.
Cada vez surgen más iniciativas innovadoras desde los centros, que buscan explorar nuevos métodos conscientes de que el sistema actual presenta carencias para el mundo que viene. La educación hoy no es sólo transmitir conocimientos, sino formar ciudadanos creativos, emprendedores, críticos y capaces de desenvolverse en todos los niveles.
Cuatro de la tarde. Entra la profesora de Ciencias y baja las persianas. Medio a oscuras, va llamando y colocando a cada uno. “Tú eres Júpiter. Tú, Saturno. Tú, Plutón…”. Curiosos y algo desconcertados, ocupan su sitio mientras escuchan las explicaciones de su planeta. La situación se repite días después, pero ya no hace falta dar nombres. Medio jugando, todos han aprendido los planetas y su posición.
Son chicos de Primaria. De seis y siete años. Forman parte de ese colectivo que trabajará en empleos que hoy no existen. Hace unas semanas visitaron lugares y tiendas del barrio para conocer su entorno. En Infantil, aprendieron la Prehistoria construyendo una cueva, herramientas y un traje de troglodita. Padres voluntarios ayudaron algunas tardes. También crearon el libro de las Comunidades Autónomas. Buscaron, recortaron y pegaron en folios sus monumentos, ríos, trajes y platos típicos, ubicación y provincias. Al final, entre nervios, cada uno expuso la autonomía que había investigado.
Se trata de un colegio concertado del barrio madrileño de Arganzuela. Un ejemplo cualquiera de cómo van cambiando algunas cosas. No son cambios generalizados. Ni vienen alentados por ninguna ley. Son iniciativas que surgen desde dentro. Desde colegios que aprovechan su autonomía para explorar nuevos caminos, conscientes de que el viejo sistema heredado de la Revolución Industrial ya no sirve.
Aflorar la creatividad
Ciertamente, la educación debe dejar atrás la vieja escuela contra la que alertaba, ya en 2006, el experto y asesor de gobiernos en materia educativa, Ken Robinson: “Las escuelas tradicionales matan la creatividad porque funcionan como fábricas, con compartimentos separados, horarios fijos, bloques de tiempo y evaluaciones constantes para determinar si son aptos para continuar ahí o no”.
Hoy el mundo no reclama trabajadores preparados para tareas manuales y rutinarias, que serán asumidas en el futuro por los robots y la automatización. Demanda otra cosa.
“Los sistemas educativos necesitan preparar a los estudiantes no solo para un trabajo, sino para toda una carrera profesional. Las empresas demandan creatividad, imaginación, resolución de problemas, pensamiento crítico y trabajo en equipo, unas habilidades que los sistemas tradicionales no enseñan y que son difíciles de medir”, indica el Banco Mundial en su estudio Dividendos Digitales.
En la misma línea apunta el último informe New Vision for Education del World Economic Forum, que destaca la importancia del aprendizaje emocional y social “que conviene iniciar desde pequeños; los chicos que adquieren estas habilidades tienen mejores resultados académicos y más tasas de empleabilidad”.
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