El mercado ha vivido una transformación sin precedentes en los últimos treinta años, los mismos que KPMG lleva presente en Euskadi, acompañando a las empresas vascas en su día a día. En estas tres décadas, la sociedad y la economía han experimentado un cambio muy profundo que las empresas vascas han sabido comprender y convertir en una palanca de crecimiento.
En el momento actual, los directivos vascos se sienten fuertes y optimistas ante el futuro a corto plazo como mostraban en el informe Perspectivas que KPMG y la CEOE publicaron a comienzos de este año: el 93% esperaba estabilidad o mejoría de la economía a lo largo del 2017 y 6 de cada 10 auguraba un crecimiento de las ventas. Estos datos evidencian la solidez de la economía vasca y de sus empresas, han sido referentes para adaptarse a las nuevas reglas del juego que componen el mercado actual.
La actividad económica de hoy en día viene marcada por la consolidación de la globalización y la digitalización. Pero el camino no ha estado exento de desafíos. En las últimas décadas hemos vivido diferentes retos, desde la expansión económica a la gran crisis financiera; desde la peseta a la entrada en circulación del euro y la política monetaria compartida; desde los modelos centrados en las mejoras productivas a aquellos vinculados con la transformación digital y el uso del big data. El futuro se plantea con diferentes incertidumbres, en especial debido a factores geopolíticos internacionales, pero igualmente repleto de oportunidades que, a buen seguro, los directivos del País Vasco sabrán gestionar adecuadamente.
La economía de Euskadi entró en el nuevo siglo en un buen estado competitivo resultado de un proceso de transición que, anticipando la gran transformación económica que se avecinaba, recondujo el enfoque productivo de una economía industrial convencional hacia la innovación y el valor añadido. Este proceso ha situado a la economía vasca como una de las más potentes de entre las regiones de Europa y supone un caso de éxito de referencia para todos sus socios y vecinos.
De entre los ingredientes que componen la fórmula de estos logros destacaría como el bienestar de la ciudadanía ha ido siempre de la mano de los cambios que han procurado hacer de Euskadi no solo una economía fuerte sino también un lugar excelente en el que vivir, formarse, trabajar o abrir y desarrollar negocios. Intangibles de enorme valor que son comúnmente reconocidos al hablar del País Vasco.
No es extraño que Euskadi dedique el mayor porcentaje de gasto en actividades de I+D sobre el PIB (un 1,93% en 2015) de toda España. Además, el esfuerzo de las empresas vascas en I+D, es decir, el gasto ejecutado por las compañías como porcentaje del PIB regional, fue muy superior en el País Vasco respecto al promedio de España, un 1,42% sobre el 0,64. La estrategia es acertada y loable, sobre todo teniendo en cuenta que competir en el mercado actual requiere una apuesta decidida por la digitalización, la optimización de las tecnologías predictivas de Data Analitycs o la respuesta veloz a las cambiantes necesidades de los consumidores. Saber mantener la inversión en actividades de innovación sin perder de vista la consecución de los objetivos marcados a corto plazo, es un complejo juego de equilibrios que los directivos de todas las empresas del mundo tienen que ejecutar y un mérito que es justo reconocer al tejido empresarial del País Vasco.
Es gratificante haber podido acompañar a la economía vasca en estos años y es ilusionante la idea de seguir haciéndolo en las próximas décadas en las que solo podemos prever que la realidad seguirá dominada por el cambio permanente. Por ello, es imprescindible tratar de anticiparse y dotarse de estructuras flexibles capaces de adaptarse con agilidad. Para ello, será fundamental contar con adecuados sistemas de gobierno corporativo, que impulsen la transparencia hacia los distintos grupos de interés y la sociedad en su conjunto. La confianza se ha convertido en el principal activo de las compañías y la base para garantizar el crecimiento sostenible de las empresas. Muchas compañías son conscientes de ello. Tanto es así que 9 de cada 10 de los CEOs españoles a los que hemos encuestado en el informe CEO Outlook, que acabamos de publicar, prevén destinar un alto nivel de inversión al gobierno corporativo y a la gestión de riesgos en los próximos años. Esto implica atraer y retener el mejor talento en todos los niveles de la empresa, gestionar nuevos desafíos como la ciberseguridad, adelantarse al impacto potencial de los cambios en las relaciones internacionales, en las políticas monetarias o en la regulación. Y, por encima de todo esto, actuar conforme a los valores y la ética.
Al final, incluso en medio de la gran transformación tecnológica y de la incertidumbre geopolítica, lo importante para el progreso de nuestra sociedad siguen siendo las personas que con espíritu emprendedor generan empleo y oportunidades, riqueza y crecimiento. Esta es una de las lecciones que se pueden extraer de la experiencia económica del País Vasco. Seguro que en los años por venir podremos seguir acompañando desde KPMG a los directivos vascos en sus decisiones para seguir consolidando una economía innovadora capaz de generar admiración y confianza como centro de su propuesta de valor.
Autor: Hilario Albarracín es Presidente de KPMG
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