En los próximos años asistiremos de la mano del Blockchain a una revolución de consecuencias aún insospechadas. Todavía hay tendencia a asociar blockchain con bitcoin, esa moneda que todos quisiéramos tener aunque no la podamos tocar. Aportemos, pues, un poco de luz: En 1992 el inglés Tim Berners-Lee creó la primera página web; theproject.html. A partir de ahí, el resto ya lo conocemos. En 2009 se lanzó la primera criptomoneda, bitcoin, a través de una red de blockchain. Por tanto, con gran similitud podemos afirmar que Bitcoin es a Blockchain lo que Theproject.html fue a Internet.
Blockchain es un registro transaccional, ordenado secuencialmente, con la única posibilidad de añadir registros, sin opción a modificarlos ni eliminarlos. Hay dos tipos de redes blockchain: Abiertas y Cerradas. Las abiertas son aquellas en los que todo el mundo puede acceder, consultar y añadir registros. La red abierta más conocida es bitcoin.
El tarro de las esencias de blockchain contiene tres ingredientes principales: la eliminación de intermediarios, la ausencia de posiciones dominantes y el aumento del entorno de seguridad en las operaciones. Así las cosas, crear una criptomoneda en este entorno es un desafío al sistema bancario, a los órganos reguladores y a los entornos establecidos de seguridad en la red.
Nadie puede pronosticar la tendencia que seguirá Bitcoin y si será capaz de sustituir al sistema monetario tradicional, si lo complementará o si acabará diluyéndose.
Pero blockchain ha venido para quedarse. Uno de los ejemplos más puros que podemos ilustrar son los proyectos ‘Dual Grid’ para la gestión autónoma de energía solar en edificios de viviendas. Edificios con energía solar comunitaria donde cada vecino realiza un consumo acorde a sus necesidades. Si consume más de la media debe abonar un extra. Si consume menos de la media, recibe una compensación.
Este registro de consumos, compensaciones y saldos que antes estaría en el Excel de gestor externo contratado por el presidente de la Comunidad, se realiza en una red privada de blockchain, donde no hay intermediarios (el banco que cobra el recibo), ni posiciones dominantes (La Compañía eléctrica que impone los precios) y en un entorno más seguro que la hoja de cálculo de un gestor externo.
A partir de ahí, los ejemplos en entornos empresariales para los que ya se está pensando son muchos y muy variopintos: registro de operaciones de comercio internacional, operaciones inter-compañía, Operaciones entre empresas con vinculaciones especiales, UTEs, etc. Al final se trata de gestionar operaciones mediante un único libro diario abierto, con un Smart contract de por medio que regula las condiciones.
Todo lo anterior, que se encuentra en fase post-embrionaria, presenta un panorama muy atractivo por lo disruptivo pero también tentador para no pretender algo que es inherente al ser humano: tomar el control. Veremos si la especie ha evolucionado lo suficiente como para mantener ciertos niveles de pureza en el devenir de blockchain y se convierte en una auténtica red de registro de operaciones compartido, abierto y basado en la confianza.
Maravillo artículo doctor. Saludos desde Colombia