En un país con tradición de presidentes ejecutivos, los no ejecutivos se abren paso en las compañías. Las recomendaciones de buen gobierno recomiendan la inclusión de esta figura, responsable de velar por las intereses de los accionistas a largo plazo. Un viraje hacia el modelo anglosajón que requiere definir no solo las competencias del chairman y el consejero delegado, sino la relación entre ambos.
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“Cada vez se valora más la dualidad de funciones, en la que creo que existe la ventaja del contraste”, explicó Rafael Miranda, presidente de Acerinox y de Hispania en el VI Foro del Consejero. En su experiencia, la “relación de confianza” entre el presidente no ejecutivo y el consejero delegado es “fundamental”. “El presidente debe saber cuál es el límite y el terreno del responsable del día a día de la compañía”, afirmó.
Respecto al papel del presidente, Rafael Miranda recordó que entre las exigencia de los inversores se encuentra “la alineación de los intereses ejecutivos con los de la empresa, el proyecto empresarial y los propios inversores”. Y en este punto pueden surgir discrepancias con el responsable ejecutivo de la compañía. “Por ello es importante velar por lo que es importante por encima de todo, que es el proyecto”, subrayó, al tiempo que valoró la robustez del equipo ejecutivo de Acerinox.
En opinión de Rafael Miranda, para el correcto desarrollo de las funciones de un presidente no ejecutivo, es indispensable contar con un buen equipo de gestión. Más cuando, como es su caso, el presidente también es chairman de otra compañía. “Es importante tener un equipo de gestión excelente debajo, además de una relación de confianza. También saber lidiar con los mercados: los inversores quieren tener la certeza de que una figura con independencia defiende a todos por igual”, aseguró.
Otro aspecto relevante para garantizar el buen gobierno de la compañía pasa por la formación de un consejo diverso. Tanto de procedencia, como de género. Sin olvidar el perfil del consejero, donde el independiente va aumentando su peso de forma progresiva. “Los dominicales aportan su experiencia y los independientes contrastan”, afirmó Rafael Miranda.
El buen gobierno se ha convertido en una prioridad estratégica de las compañías. Y en España se ha avanzado de forma notable en los últimos años. “Gracias a la globalización, la pertenencia a la Unión europea y el desarrollo de la regulación podemos decir que tenemos un gobierno corporativo muy homologable a nivel internacional”, valoró el presidente de Acerinox e Hispania.
En su opinión, es relevante observar determinadas prácticas del mundo anglosajón para aprender de ellas. En primer lugar en el marco de los conflictos de interés, donde se analizan los potenciales riesgos. “Todos los consejos comienzan con la exigencia de una declaración de los potenciales conflictos de interés de sus miembros”, explicó Rafael Miranda.
Otra práctica a analizar es la realización de reuniones posteriores al consejo, donde los consejeros independientes analizan y reflexionan sobre lo discutido. “Estas reuniones se están empezando a producir en España, pero no están tan extendidas”, afirmó Rafael Miranda, que valoró de forma positiva la opción de discutir cuestiones con libertad para luego trasladarlas y trabajar sobre las conclusiones.
Pero sin duda, la globalización trae consigo la necesidad de trasladar las mejores prácticas de gobierno corporativo a todos los países en los que una compañía esté presente. En este sentido, Rafael Miranda puso de ejemplo Acerinox, donde los principios generales de gobierno corporativo presentes en la sociedad matriz se trasladan al resto.
“Aunque hay que adaptar los principios a la idiosincrasia de cada país”, reconoció, haciendo hincapié en que lo importante es trasladar los principios éticos de la compañía. “Además hay que tener en cuenta que algunos países ya cuentan con un gobierno corporativo muy avanzado”, indicó.
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