Hace un par de meses tuvimos la oportunidad de tener a Teresa Ribera en nuestras oficinas con motivo de nuestra Conferencia Global de Sostenibilidad. Respetada profesional, aporta habitualmente un valioso punto de vista comprometido y realista. Seguramente curtido por una dilatada trayectoria en un área de trabajo en la que casi tienes que pedir perdón por dedicarte a ella.
Aunque el primer compromiso global por el clima data de 1992, fue la crisis del gas en Europa de 2009 la que logró unir, por primera vez, la agenda energética con la climática. Los países de la Unión Europea, y en especial Alemania, consideraron que la dependencia de los combustibles fósiles hacía a Europa vulnerable, y que la meta a medio plazo debería centrarse en cambiar el modelo energético actual apoyado en la necesidad de actuar contra el cambio climático.
Desde entonces hasta ahora el camino ha sido largo, pero tras esa obra maestra de la diplomacia internacional que fue el Acuerdo de Paris –y con la valiosa ayuda de la Ley de Swanson– se ha puesto en marcha la transición hacia una economía baja en carbono que se consolidará a lo largo de este siglo. Según el estudio Perspectiva para la reducción de emisiones de CO2 en España a 2030. El papel de los productos petrolíferos elaborado por KPMG para la Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP), es posible cumplir con los objetivos marcados en ese horizonte de una manera eficiente en costes.
La ministra Ribera tiene en su agenda, y lo que es más importante, entre sus convicciones, dar un impulso definitivo en nuestro país a esta transformación. Para ello tendrá que sortear varios retos, para lo que dispone de una inédita herramienta en España: la de aunar en una sola cartera las responsabilidades de energía y medio ambiente. Tan solo este hecho ya nos sitúa en un escenario especialmente distinto.
A falta de los últimos datos oficiales se estima que las emisiones de gases invernadero en 2017 aumentaron en España un 4,46%. De confirmarse estas cifras, supondría el mayor aumento desde 2002. Su origen, en el incremento de producción energética fósil debido a la climatología y a las emisiones del transporte.
Conscientes de la necesidad de cambiar el paso, el anterior Gobierno había comenzado la elaboración de una Ley que se encontraba en discusión en el Congreso en el momento de la moción de censura. Sin embargo, tras las primeras declaraciones de la nueva ministra y el contenido del informe elaborado Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía (Capte) para el PSOE, se puede considerar que el gobierno de Pedro Sánchez quiere pisar el acelerador en este tema y situar a nuestro país a la cabeza de los compromisos climáticos europeos. Para ello tienen en mente cambios de orientación en asuntos principales como:
El Gobierno español quiere considerar los actuales objetivos de producción de energía renovable y eficiencia como una referencia, no como un tope. Todo apunta a que la nueva meta del 32% de producción renovable impulsada recientemente por Europa pondrá a pensar al nuevo equipo que tendrá que enfrentarse a su vez al impulso de un nuevo reto más ambicioso también para las metas de eficiencia energética. No obstante, hay que ser conscientes de que, al ser España una “isla energética”, un objetivo muy elevado de producción media de renovables puede llevar a un exceso de producción en las horas de máximo sol y viento que no se podría exportar.
La eliminación de lo que se ha venido a denominar “impuesto al sol” es un asunto sobre el que la nueva Ministra ha venido haciendo bandera desde tiempo atrás. Ahora tiene el reto de poner sus ideas en marcha con el objetivo de determinar la viabilidad del impulso al consumo renovable doméstico. Para ello tendrá que revisar la carga impositiva a la producción de autoconsumo doméstico con energía fotovoltaica para las instalaciones de más de 10 kW de potencia que impedía su desarrollo, y analizar el impacto que tendrá sobre la viabilidad del resto del sistema, en un marco de revisión general del régimen económico de las tarifas y cargos regulados del sistema.
Asuntos que pondrán a prueba la capacidad de negociación y la creatividad del nuevo Gobierno. El reto de los cierres demanda una necesaria evaluación de impactos sobre la formación de los precios del mercado y la seguridad de suministro y viene aparejado con el impulso de cambios en el modelo productivo local de zonas especialmente dependientes de las actividades energéticas con el fin de evitar los conflictos derivados de los ceses de actividad.
Estas posiciones apuntadas por la nueva ministra están alejadas de las conclusiones a las que llegó la comisión de expertos en su informe sobre Transición Energética que elaboró para el anterior Gobierno. Según este documento, el cierre anticipado de las centrales nucleares supondría un incremento del coste de generación de 2.000 y 3.200 millones de euros cada año.
Pero la agenda ambiental incluye otros retos igualmente importantes y postergados, en los que seguramente empleará sus esfuerzos el nuevo ministerio como son:
Nuestro país tiene un déficit histórico importante en el saneamiento. La crisis, que puso en una situación muy difícil a un gran número de ayuntamientos, agravó todavía más la situación. Un problema que pone de manifiesto como el mosaico de competencias en materia ambiental no ayuda a su solución.
Madrid o Barcelona vienen incumpliendo año a año la normativa europea de calidad del aire que entró en vigor en 2010. Bruselas mantiene abiertos expedientes por incumplimiento de los umbrales de las llamadas partículas PM10, que proceden al igual que el dióxido de nitrógeno del tráfico rodado y de las actividades industriales.
Uno los proyectos ilusionantes que seguramente abordará el nuevo Gobierno. Medidas para ayudar a las empresas y a los ciudadanos en la transición a una economía más sólida y circular, donde se utilicen los recursos de modo más sostenible. Las propuestas abarcan todo el ciclo de vida de los productos: de la producción y el consumo a la gestión de residuos y el mercado de materias primas secundarias. Esta iniciativa recibiría el impulso de financiación importante de Fondos Estructurales y de Horizonte 2020.
Los Ministerios conservan el paso de los cambios de nombre en sus fachadas. Seguro que se adivina una O de Obras Públicas en el de Fomento, una A de Asuntos Sociales en el de Sanidad. Sin embargo Transición Ecológica parece anunciar una nueva etapa. El reflejo práctico del cambio de escenario que estamos viviendo. Más allá del pensamiento político y de las circunstancias, la prosperidad necesita de transiciones capaces de resolver los dilemas de nuestro tiempo de forma diferente.
Independientemente del nuevo Ministerio y de los próximos meses, este sin duda constituye el gran reto de las generaciones a las que nos ha tocado vivir este momento en el planeta. Entretanto, mucho éxito Teresa, mucha suerte ministra.
Deja un comentario