El crucero de batalla británico HMS New Zealand fue botado el año 1911. En el contexto de una gira realizada el año siguiente por las aguas de su nombre, el capitán Lionel Halsey recibió de un líder maorí el obsequio de un piupiu –faldón guerrero elaborado con paja- bajo el augurio de que, mientras lo vistiese en combate, el buque no sufriría daño alguno. Poco imaginaba el impacto de esas palabras en la tripulación del buque.
El sociólogo norteamericano Robert King Merton acuñó la expresión “profecía autocumplida” en su obra Teoría Social y estructura social: postula que interiorizar un supuesto falso puede generar nuevos comportamientos que lo conviertan en verdadero. La convicción de que determinado acontecimiento es real, termina provocando que efectivamente ocurra, en ocasiones mediante un contagio colectivo de conductas. Esto explica, por ejemplo, que rumores infundados de insolvencia de un banco puedan desencadenar la retirada masiva de depósitos y su quiebra: es el llamado “pánico bancario”. Sin embargo, el efecto de profecía autocumplida no se asocia sólo con el fatalismo, sino también con efectos positivos, que se acrecentan y consolidan a medida que parece cumplirse.
En agosto de 1914 el HMS New Zealand fue llamado a participar en la batalla de Heligoland Bight , el primer encuentro entre la flota británica y alemana en la Primera Guerra Mundial. Consciente del mal pronóstico de aquel choque, el capital Halsey echó mano de todos sus recursos antes del combate, incluyendo engalanarse con el piupiu sobre su uniforme azul de la marina británica. Considerando las circunstancias, la tripulación no objetó nada al respecto. Tras una encarnizada lucha y ante el asombro de todos, el buque regreso indemne a puerto. Algunos miembros de la tripulación atribuyeron a la suerte aquel feliz desenlace, pero acontecimientos posteriores les harían cambiar de opinión.
En enero de 1915 el crucero fue enviado a la batalla de Dogger Bank, nuevamente con perspectivas funestas. Visto el buen rendimiento que le había proporcionado su piupiu, Halsey se apresuró a vestirlo, ante la satisfacción de su tripulación. Por segunda vez y contra todo pronóstico, el crucero HMS New Zealand salió indemne de la batalla. Después de aquello, ya pocos objetaban los poderes del piupiu. No obstante, aún vendrían retos mayores.
Las investigaciones del matemático y psicólogo Dan Ariely muestran la gran influencia que ejercen creencias, eventualmente irracionales, sobre nuestro comportamiento. En cierta ocasión, previo el inicio de un exámen, se solicitó a estudiantes que se habían declarado ateos, jurar buena conducta sobre la Biblia, con el resultado de que no copiaron, a diferencia de otros compañeros no sometidos a ese ritual previo. En otro caso, se les recordó la existencia del Código de Honor de su escuela, y nuevamente los estudiantes no copiaron, ¡a pesar de que dicho Código no existía! En Compliance es clave la activación cognitiva, es decir, recordar a las personas sus deberes éticos o legales en el momento adecuado, y generar con ello expectativas de conducta que tenderán a cumplirse. La mera creencia en la cultura corporativa afianza su consolidación. Es una palanca en ocasiones olvidada, que nos lleva a abusar de los reproches y sanciones, cuando existen muchos otros mecanismos capaces de influir positivamente en la conducta de las personas, como explico en el Documento número 9 de la Serie Compliance avanzado.
Los historiadores consideran que la batalla naval de Jutlandia fue la más violenta de la Primera Guerra Mundial. Allí estaba nuevamente el HMS New Zealand, en esta ocasión bajo el mando del capitán J.F.E. Green. Por aquel entonces era un navío obsoleto, en comparación con lo más granado de la flota alemana que le aguardaba. La tripulación insistió a Green para que se engalanase con el piupiu, que, avizorando finalmente la dimensión de la flota enemiga, se aprestó a ello. Un marinero se acercó al puente para mirar y gritó por la escalera: “¡lo lleva puesto!”, dando satisfacción a sus compañeros que aguardan impacientes la noticia. En el transcurso de aquella brutal batalla, el navío sólo recibió un impacto que le ocasionó ínfimos daños materiales, regresando su tripulación sana y salva. Se cumplia la profecía del líder maorí, tal vez por la firme creencia de los marineros en ella.
El HMS New Zealand fue desguazado en 1922 y su piupiu se exhibe actualmente en el museo de la Armada de Nueva Zelanda.
Nunca se consigue un nivel adecuado de cumplimiento ético utilizando como elemento básico las sanciones. Solo las acciones encaminadas a que el colectivo interiorice que debe tener ese comportamiento y que es positivo para ellos puede lograrlo. Las sanciones deben existir como último recurso para reforzar que es positivo el cumplimiento, pero nunca pueden sustentar un sistema de compliance