Vivimos tiempos de cambios profundos, acelerados y sobre todo disruptivos que están afectando y van a afectar de manera radical al sector de automoción en España. Cambios que se están produciendo no sólo en los procesos productivos, o en las infraestructuras físicas y lógicas de producción de nuestras empresas, sino también en la propia evolución de los modelos de negocio como consecuencia de las nuevas demandas de servicios de movilidad de los usuarios.
La industria de la automoción se está adaptando con firmeza a este nuevo paradigma tecnológico, pero su carácter de sector global la obliga a hacer frente a otro cambio disruptivo al que está abocado en el nuevo contexto económico y político internacional: la amenaza de un replanteamiento de las reglas de la globalización y el libre comercio e inversiones internacionales, proveniente tanto de países avanzados como emergentes. Y si esta amenaza es preocupante para Europa, es crucial para España ante la gran dependencia que el sector industrial tiene del libre acceso a las cadenas de valor globales.
Cada vez más, el análisis de los riesgos geopolíticos se está convirtiendo en imprescindible en la toma de decisiones de las empresas. Especialmente, cuando las tensiones vienen provocadas por tendencias proteccionistas de los grandes mercados. Todo ello, sin olvidarnos de la negociación del Brexit a punto de concluir con un resultado todavía incierto. En este contexto, las nuevas grandes potencias están ganando posiciones con mayor foco en el liderazgo económico y tecnológico que les permita el control y fijación de estándares en las nuevas tecnologías, con especial atención a las redes 5G, la Inteligencia Artificial, la supercomputación o la ciberseguridad. Como indica el Informe de Eurasia Group ‘Top risks 2018’, se ha desatado la guerra fría global por el control de la tecnología y la generación y control del dato.
Por primera vez en los últimos 100 años tenemos en nuestras empresas un nuevo tipo de activo, los datos. Una buena muestra de la velocidad a la que se ha desarrollado este proceso según la revista Consumer Currents de KPMG, es que el 90% de la información generada en el mundo ha sido creada en tan solo dos años y la información almacenada está creciendo cuatro veces más rápido que la economía mundial.
Con el nivel de desarrollo y madurez actual de los modelos, metodologías y tecnologías Data & Analytics es posible gestionar y analizar enormes cantidades de datos procedentes de diferentes fuentes con gran rapidez, eficacia y confianza. La adecuada gestión de los datos nos da una oportunidad de crear modelos analíticos para reducir la incertidumbre. De esta manera, se aporta valor a nuestras empresas en sus posicionamientos estratégicos ante los grandes retos que afronta un sector como la automoción, con un marcado carácter global.
Los datos serán así uno de los principales activos del nuevo ecosistema de movilidad que se está conformando. En él, confluyen el nuevo vehículo autónomo y conectado, la progresiva electromovilidad y sobre todo, asociado a estos nuevos productos, la nueva forma de entender la movilidad por los usuarios como un servicio.
Esto dará paso a nuevas cadenas de valor, paralelas a las tradicionales en el ámbito meramente productivo, que darán entrada a nuevos actores y competidores: empresas tecnológicas, energéticas, financieras, de servicios o start ups como aceleradoras para la incorporación tecnológica que esto conlleva. En definitiva, un nuevo modelo que balancea el equilibrio hacia un cliente con poder, que impone sus tendencias y que demanda trasparencia, flexibilidad e inmediatez en los servicios.
Todo ello, hace que los datos y la información se conviertan en una herramienta imprescindible tanto para personalizar la oferta como para fidelizar a un cliente en una nueva relación de largo plazo que va más allá de la venta del vehículo e incorpora nuevas fórmulas de disponibilidad del mismo como el car sharing, los servicios post venta o de disponibilidad temporal, el mantenimiento o aspectos vinculados a la seguridad entre otros.
Estamos, por tanto, a las puertas de un nuevo paradigma en el sector marcado por una globalidad compleja, la incorporación de tecnología disruptiva y las nuevas demandas de la sociedad que empujan al sector hacia un modelo de servicios con el cliente en el centro y a la entrada de nuevos players. Todo esto, en definitiva, implica la transformación cultural y digital de las compañías y la revisión de sus planes estratégicos con un objetivo: la innovación en el sentido más amplio.
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