La industria de Assets Management o gestión de activos, que incluye un amplio colectivo como gestoras y fondos de inversión y de pensiones; banca privada; aseguradoras; fondos soberanos; hedge funds; plataformas distribuidoras; compañías de real estate o firmas de private equity, tiene importantes retos ante sí. Aunque las perspectivas de crecimiento del sector son muy reseñables, todos los actores implicados debe hilar fino para conseguir retornos positivos de las inversiones en un contexto de inestabilidad de los mercados financieros. En España, por ejemplo, pocos fondos de inversión y de pensiones consiguieron cerrar el ejercicio de 2018 con rentabilidades netas positivas.
A este reto se añade la necesidad de adaptarse a los cambios sociales y demográficos y la de mejorar la eficiencia operativa en un contexto de estrechamiento de márgenes por la progresiva reducción de comisiones y rentabilidades. Y todo ello sin dejar de invertir en tecnología para hacer frente a la competencia de nuevos operadores disruptivos como son los roboadvisors. Ni desatender las obligaciones regulatorias que, como MiFID II y MiFIR, por decir dos las más conocidas, han revolucionado el sector con nuevas regulaciones sobre mercados e instrumentos financieros.