Un año más, el Foro de Davos ha presentado su Informe de Riesgos Globales, elaborado a partir de la información recopilada por medio de una encuesta de percepción de riesgos, distribuida a empresas, gobiernos y otros actores de la sociedad civil y generadores de opinión.
Y un año más, el estudio confirma el predominio absoluto de los riesgos de naturaleza ambiental en su cuadrante crítico, donde se sitúan los riesgos que presentan simultáneamente las mayores probabilidades de ocurrencia y magnitudes de impacto. Los fenómenos climáticos extremos, los desastres naturales y el fracaso en la mitigación y adaptación al cambio climático repiten como riesgos más significativos, atendiendo a las probabilidades que existen de que se materialicen y, si lo hacen, a la magnitud o gravedad de sus consecuencias.
Se trata del tipo de riesgo evidente, de alta probabilidad y alto impacto que en muchas ocasiones se ignora, tal como ocurrió con fenómenos como el colapso de la burbuja inmobiliaria. ¿Quizá estos riesgos globales no deban alarmar a nivel corporativo ya que se trata del tipo de evento que debe ser tratado por organizaciones supra-nacionales?
Veamos las interconexiones, analizadas en el mismo informe. El fracaso en la adaptación al cambio climático está estrechamente conectado a los fenómenos extremos, pero también con la migración involuntaria a gran escala, que a su vez lo está con la inestabilidad social y fracasos de gobiernos nacionales y regionales; es decir, precursores de sociedades inestables con pérdida de poder adquisitivo disponible para la compra de productos o servicios.
Como posible respuesta, gana terreno la denominada resiliencia transformativa, que viene a significar que para perdurar no es suficiente recuperar la posición de partida tras una crisis, sino que en muchos casos será necesaria una transformación. El análisis de escenarios y la innovación son ingredientes clave para evaluar el posible impacto de estos riesgos y adaptar el modelo de negocio a la nueva situación.
Consciente de que los riesgos asociados al cambio climático pueden amenazar la estabilidad financiera, el Consejo de Estabilidad Financiera anunció en diciembre de 2015 la creación de un grupo de trabajo para la publicación de información financiera relativa a riesgos y oportunidades climáticos ( Task Force on Climate-related Financial Disclosures, TCFD por su acrónimo en inglés). Son muy conocidas las recomendaciones emitidas por este grupo de trabajo para que las compañías informen sobre los riesgos y oportunidades derivados del cambio climático así como sobre sus políticas y estrategias en esta materia y el resultado de las mismas. Junto a la transparencia para permitir la toma de decisiones informada, el elemento clave de estas recomendaciones es que insten a realizar una evaluación detallada de los riesgos y oportunidades asociados al cambio climático, considerando para ello diversos escenarios de futuro.
Los escenarios en los que la comunidad internacional no actúa para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, dan lugar a los riesgos climáticos identificados por los participantes en la encuesta de percepción que soporta las conclusiones del Informe de Riesgos Globales de Davos. Se trata de escenarios físicos, en los que las compañías deben lidiar con fenómenos extremos, escasez de recursos, inestabilidad social, etc. Por el contrario, los escenarios de respuesta contundente para reducir las emisiones producirán una situación de innovación tecnológica, comercial y de mercados en la que las compañías deberán afrontar transformaciones para adaptarse a una economía mundial basada en la eficiencia energética y la drástica reducción del uso de fuentes primarias de energía fósiles. En ambos casos, los escenarios darán lugar tanto a riesgos como oportunidades, de modo que para las compañías con mayor resiliencia transformativa siempre será posible ‘pescar en río revuelto’.
Descendiendo a un nivel mucho más local, determinadas compañías se están viendo obligadas a sofisticar sus modelos de gestión de riesgos ambientales, en sentido amplio, en sus instalaciones. El pasado 30 de octubre de 2018 finalizó el plazo en España para que determinadas actividades realizaran un análisis de riesgos ambientales como punto de partida para calcular la cuantía de una garantía financiera que debían contratar para hacer frente a los daños ambientales que, potencialmente, pudieran derivarse de sus actividades.
Se trata de una evaluación también basada en el análisis de escenarios de modo que, para cada potencial suceso contaminante, se analizan todas las opciones de evolución razonable, para determinar cuáles son los escenarios más representativos y estimar el valor de reparación del daño ambiental que se produciría en tal escenario. Se trata de un ejercicio ya realizado por las actividades consideradas de prioridad alta, atendiendo a su actividad, y que deberá estar finalizado para las actividades de prioridad media antes del 30 de octubre de 2019.
Ya sea desde un punto de vista estratégico, con implicaciones en el propio ADN de las compañías para subsistir, o con una perspectiva local orientada a gestionar posibles episodios de contaminación en las instalaciones, la gestión de riesgos ambientales está siendo impulsada como herramienta fundamental de debida diligencia, que ayudará a reforzar la estabilidad empresarial de forma compatible con la conservación de los sistemas naturales que la soportan.
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