La empresa familiar no es ajena al compromiso por la sostenibilidad que recorre el mundo empresarial. Aunque no sienten con tanta intensidad la presión de los inversores por las prácticas sostenibles y el seguimiento de los criterios ESG (acrónimo de Environmental, Social and Governance), las empresas familiares están muy concienciadas y comprometidas con la sostenibilidad. Así lo revela el VIII Barómetro de la Empresa Familiar, elaborado por KPMG y las Asociaciones Territoriales vinculadas al Instituto de Empresa Familiar (IEF).
En el informe, elaborado a raíz de una encuesta en la que participaron 327 directivos de empresas familiares españolas, se les preguntó por el grado de importancia que concede a la sostenibilidad: el 18% lo calificó de “extremadamente importante”; 39% lo definió como “muy importante”; y otro 33% como “importante” y solo un 8% no le concedió ninguna importancia. Aunque, como era de esperar, las empresas familiares cotizadas dan mucha relevancia a esta cuestión (así lo considera el 92%), llama la atención que entre las empresas familiares no cotizadas también hay una gran conciencia por la sostenibilidad: para el 89% es entre importante y extremadamente importante.
Y aunque hay distancia, tampoco se aprecia una diferencia abismal entre las empresas familiares grandes y las pequeñas. De las compañías que facturan menos de 10 millones de euros, el 87% considera la sostenibilidad como un factor relevante, porcentaje que sube al 95% entre las compañías que facturan más de 200 millones de euros. Y aunque a priori se podría pensar lo contrario, el análisis generacional tampoco muestra disparidad: la sostenibilidad es una cuestión relevante para el 81% de las empresas familiares gestionadas por la quinta generación, cifra muy similar al 83% que se recoge entre las empresas de la primera generación.
En los últimos años, las empresas familiares han avanzado en la implantación de medidas para mejorar su buen gobierno. Para diagnosticar el grado de avance, el Barómetro de la Empresa Familiar incluyó este año algunas preguntas al respecto cuyas respuestas reflejan este avance. El 31% de los encuestados declara contar con un consejo de administración propiamente dicho; otro 22% tiene reuniones familiares programadas que, sin llegar a ser un consejo de administración, reflejan cierta consistencia. Un 16% dice contar con acuerdos entre accionistas e incluso un 13% dispone de códigos de conducta u otro tipo de instrumentos como constituciones familiares.
Preguntados por las prioridades de inversión para 2020, las empresas familiares no apuntan diferencias respecto al año pasado y vuelven a señalar, por encima del resto, dos áreas en las que van a poner el foco: core business e innovación y nuevas tecnologías. El primer factor concentra el 26% de las respuestas y el segundo, el 25%. La formación y contratación de nuevos profesionales figura como tercera prioridad, apuntada por el 20% de los empresarios consultados. Innovación y talento son los dos conceptos que califican como “muy relevantes” de cara a la evolución de la compañía en los dos próximos años.
En general, las previsiones de las empresas familiares para 2020 son positivas pero cautas y sensiblemente inferiores a las de la anterior edición. Este año, dos tercios de las empresas familiares se declaran positivas respecto a la evolución económica de su empresa a los próximos 12 meses, porcentaje ligeramente inferior al 80% que así se definía en la pasada edición. Aunque el porcentaje de los que se declaran negativos ha crecido (del 3% al 9%), es mucho mayor el volumen de empresarios familiares que ante las incógnitas sobre la economía global optan por declararse neutrales: un 25%, por encima del 17% de la edición anterior.
“Los resultados del Barómetro reflejan la complejidad del momento actual, en el que la empresa familiar española tiene el doble reto de mejorar su facturación y su rentabilidad a corto plazo e impulsar la innovación con agilidad para competir en un mercado digital y tecnológico cada vez más global, sin perder de vista los cambios regulatorios, que es una de las novedades de la encuesta de este año”, señala Ramón Pueyo, socio responsable de Empresa Familiar y de Sostenbilidad de KPMG en España.
La cautela de la empresa familiar viene alentada por la desaceleración económica global, que ya se ha dejado sentir tanto en algunos indicadores macroeconómicos de España como en la evolución de las magnitudes de negocio de las empresas familiares. Así lo reflejan diferentes preguntas de la encuesta. En los últimos doce meses, el 65% señaló que ha aumentado su facturación, por debajo del 75% de la edición precedente. Lo mismo sucede con la plantilla: el 59% logró aumentarla, menos que el 64% del año pasado, aunque hubo más estabilidad (31%) que ajustes de personal (solo un 9%).
La expansión internacional, en cambio, se mantuvo bastante estable respecto al año pasado: cuatro de cada diez empresarios familiares españoles apostaron por aumentar su presencia internacional, un 31% la mantuvo y un 9% la recortó. Llama la atención el hecho de que el porcentaje de empresas familiares que no tienen presencia en el exterior se ha reducido de forma significativa: apenas un 16% -diez puntos menos que el año pasado- declara no tener actividad en el exterior.
Entre los factores que más preocupan a las empresas familiares españolas destacan tres: los cambios regulatorios, el descenso de la rentabilidad y la incertidumbre política. Solo hay un cambio reseñable respecto al año pasado: los cambios regulatorios no estaban entre las principales preocupaciones y sí la guerra por el talento y la contratación de profesionales cualificados. Preguntados por qué factor destacarían como limitante del crecimiento de las pymes, resulta llamativo que uno de cada cuatro directivos consultados señala el modelo de gestión de la empresa familiar. Otro 18% apunta las rigideces del mercado laboral y un 15%, la escasez de talento directivo.
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