El nuevo Green Deal presentado en los primeros cien días de la nueva Comisión Europea tiene como objetivo principal convertir a Europa en el primer continente climáticamente neutro y para ello persigue un conjunto de medidas que deben permitir que las empresas y ciudadanos europeos se beneficien de una transición ecológica sostenible.
Da continuidad aun con más fuerza al paquete normativo “energía limpia para todos los consumidores europeos” situando al consumidor en el centro de la transición energética hacia la descarbonización. Ambiciosos objetivos para alcanzar un futuro energético en 2050 sin emisiones contaminantes en el que la eficiencia en los consumos energéticos y las opciones de contratación del suministro jugarán un papel esencial.
Los mercados de energía eléctrica están en procesos de transformación. La penetración de las energías renovables a gran escala (España ha fijado como objetivo en 2030 tener una cesta de producción de energía eléctrica con el 75% de renovables) están introduciendo mayores incertidumbres y volatilidades en la formación de los precios del mercado. La evolución tecnológica también está permitiendo una mayor actividad de los consumidores en la gestión de la energía, incentivando a que incluso puedan ofrecer cambiar sus pautas de consumo consumiendo más o menos a cambio de una remuneración por ese servicio.
La demanda de gas y electricidad del sector industrial y comercial representa más del 50% de la demanda total de estas energías en España. Por ello, para mantener la competitividad de estos sectores es fundamental una gestión económica y flexible del suministro energético y que además minimice el impacto medioambiental (objetivo cada vez más demandado por los consumidores).
En este contexto, resulta necesario analizar la estructura del suministro energético que cumpla con todos los objetivos perseguidos por los consumidores y buscar las opciones de contratación que mejor se adecuen a los mismos. Además, estos análisis deben tener en cuenta la situación concreta del mercado para no perder ningún elemento de valor en la definición de la opción de contratación.
El precio de la electricidad se ve afectado por multitud de factores externos, como el precio de los combustibles fósiles, el precio de los derechos de emisión de CO2, la climatología, cambios regulatorios o el desarrollo de nuevas plantas de generación renovable, entre otros. Si bien la evolución de algunos de estos factores es imprevisible, muchos de ellos pueden anticiparse con un seguimiento continuo de la situación del mercado y su regulación.
Asimismo, la evolución de los peajes de gas y electricidad, así como los cargos de electricidad que dependen de los costes de las actividades reguladas de estos sectores (distribución, transporte, etc.) pueden tener un impacto relevante en el coste total del suministro (en mayor medida para el sector comercial con un menor consumo).
Por ello, es necesario comprender los factores que pueden influir en la evolución de estos costes. ¿Cómo evolucionará la retribución especifica de las energías renovables? ¿cuándo se terminará de pagar el déficit de tarifa? ¿de qué depende la evolución de la tasa de retribución financiera de la distribución eléctrica? Las respuestas a estas cuestiones pueden ser muy útiles para estimar la evolución a futuro del costes del suministro energético en la búsqueda de ahorros.
Las palancas claves que deben impulsar la búsqueda de eficiencia en la contratación de los suministros de electricidad de los grandes consumidores industriales y comerciales:
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