Los efectos del Covid-19 en el mundo del turismo y viajes, y especialmente en el sector hotelero, son tan desconocidos como el propio virus, dado que es la primera vez en la historia que nos encontramos ante una situación como la actual.
Es cierto que los comités de crisis de las compañías hoteleras están manejando la situación en la medida que se están produciendo los acontecimientos, y sobre todo lo que hace referencia a las medidas de corto plazo asociadas a las disposiciones gubernamentales que se van sucediendo, pero el impacto a medio plazo de esta crisis todavía sigue siendo una incertidumbre.
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Desde nuestra perspectiva, y a medida que avanzan los acontecimientos, podemos destacar los siguientes impactos en el corto plazo que deben afrontar desde el sector turismo y especialmente el sector hotelero:
- Los ERTES son una medida imprescindible para salvaguardar la continuidad del negocio, que sin duda, debe ser la prioridad de los empresarios para que esos ERTE sean realmente temporales. En este sentido, la medida del Gobierno de ordenar el cierre de los establecimientos hoteleros facilitará en sobremanera esta situación y permitirá paliar los efectos del COVID-19.
- La renegociación de alquileres de establecimientos es otra de las medidas imprescindibles. En este sentido, no solo debe tenerse en cuenta el corto plazo, bien sea vía redención de pago o moratoria, sino el medio plazo. Ahora mismo al no saber cómo responderá la demanda debe haber un alineamiento entre arrendador y arrendatario para cambiar las condiciones en la forma justa y necesaria y hacer que el proyecto siga siendo viable.
- Los contratos de los turoperadores con los hoteles (principalmente vacacionales) es uno de los aspectos más candentes, ya que en caso de esgrimir fuerza mayor para cancelarlos, podría suponer un deterioro claro para los hoteleros, ya que aparte de perder todas las garantías de reservas, podrían verse abocados a devolver los anticipos satisfechos por los turoperadores. De nuevo debería imperar la buena fe y la negociación como bases de mantenimiento del sistema, en cualquier caso seguramente será un aspecto que deberá tratarse caso a caso y no habrá una receta generalizada.
- Adicionalmente deberán tenerse en cuenta las políticas de las grandes OTAS (agencias de viajes online, por sus siglas en inglés) que ya han anunciado que aceptarán cancelaciones de sus clientes y les devolverán el dinero aunque la tarifa contratada sea no reembolsable. Sin duda, tomar estas decisiones al margen de los grupos hoteleros puede no ser el mejor camino en aras de asegurar un futuro de colaboración y apoyo mutuo, y por tanto, cambiar el modelo de relaciones entre OTAS y Grupos Hoteleros que impera actualmente.
- Los contratos de gestión deberían estar menos expuestos al COVID-19, ya que suelen ser contratos a largo plazo, que aunque en muchos casos no de forma escrita, sí que recogen un acuerdo de partnership, que en casos coyunturales y extraordinarios como el del COVID afectan a ambas partes, propietario del activo y gestor, de la misma manera, y por tanto, no sería normal un replanteamiento de estos contratos.
- En todos los casos, los grupos hoteleros tendrán que hacer una gestión inteligente de su tesorería y su estructura de financiación, ya que ante estas situaciones, las insolvencias temporales deben ser manejadas de forma efectiva. Hemos de recordar que no estamos ante una crisis financiera ni de liquidez como la que vivimos en el pasado, sino ante una crisis coyuntural que debería tener herramientas, oficiales o no, para poder sobrepasarla desde la perspectiva financiera.
- Este último aspecto podría condicionar las inversiones previstas en transformación o expansión, pero como decíamos, al no existir falta de liquidez en el mercado, seguramente seguiremos viendo operaciones al mismo ritmo que antes del COVID, a lo mejor con otros actores, por ejemplo con mayor presencia de fondos y menor de los propios grupos hoteleros, pero seguramente recuperándose los niveles pre COVID como decíamos.
Obviamente hay más impactos en el sector hotelero pero los anteriores son los que a fecha de hoy se han manifestado como más relevantes.
Seguramente el mayor impacto es el que desconocemos, es decir, la incertidumbre del qué pasará después del COVID-19. Desconocemos como afectará a las estructuras de la economía y sobre todo como afectará a la demanda. Las pernoctaciones perdidas será muy difícil recuperarlas, pero no sabemos cómo afectará a las futuras. Cuestiones como si se volverá a viajar igual que antes de esta situación por el deterioro de las economías domésticas, si existirá la misma confianza en España como destino después de la fuerte exposición al COVID o si los viajes de negocios y los servicios MICE ( Reuniones, Incentivos, Conferencias y Exhibiciones por sus siglas en inglés) asociados recuperarán el tiempo perdido, a fecha de hoy no se pueden responder. Y esa incertidumbre es la que seguramente marcará las decisiones de las próximas semanas/ meses, una vez salgamos de la situación de alarma.
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