La inversión con criterios sostenibles o inversión ESG ha llegado para quedarse. Pese a que la irrupción del Covid-19 ha trastocado las agendas y dejado obsoletos los planes de las compañías, lo cierto es que los expertos apuntan a que la sostenibilidad también formará parte de la estrategia de recuperación. La transformación hacia un mundo más sostenible puede haber perdido cierta velocidad, pero no se va a detener.
Y es que, durante los últimos años, hemos asistido a un cambio muy relevante que no puede -ni debe- olvidarse: el traslado del debate sobre la crisis climática en círculos activistas a los de los negocios y gobiernos y, como consecuencia, de los propios inversores. Una de las mayores pruebas de este protagonismo se producía a principios de 2020 en forma de carta: la que cada año envía el CEO de BlackRock, Larry Fink, muy seguida de cerca por el sector financiero, y que hacía hincapié en la sostenibilidad y el cambio climático.
De este modo, los criterios ESG –uno de los baremos más seguidos en la actualidad en base a factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo- han pasado a ser analizados de manera sistemática por parte de los inversores para tomar sus decisiones.
De hecho, la inversión con criterios sostenibles no para de crecer. Como pone de manifiesto el informe de KPMG ‘La importancia de los asuntos ESG para los departamentos de relación con inversores de las empresas españolas’, elaborado junto con Forética y la Fundación de Estudios Financieros, la inversión sostenible superó los 30 billones de dólares en 2018, casi treinta veces el PIB de España.
Como explica Ramón Pueyo, socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España, “los criterios ESG han evolucionado conforme lo ha hecho la sociedad, pero es una cuestión a la que las compañías ya venían prestando atención”. En su intervención en el evento organizado por KPMG y Forética, recordó cómo los valores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo están vinculados con la calidad del management de las organizaciones y de su capacidad de cumplir promesas. “Y en la actualidad el management ya no se analiza desde el punto de vista de prestar suficiente atención a cuestiones meramente financieras sino que ha ido más allá”, afirmó.
Dado que parece claro que inversores institucionales y gestores de activos tienen en cuenta estos factores a la hora de tomar sus decisiones, los criterios ESG han pasado a formar parte del día a día del área de la relación con inversores. Un área que hasta hace poco “tenía como único objetivo la obtención de resultados y que ha pasado a tener que valorar criterios subjetivos como el comportamiento de la compañía”, indicó Antonio de Cárcer, director de Relaciones con Inversores de Prosegur.
Por su parte, Mario Sacedo, director de Relación con Inversores de Mediaset, puso de manifiesto la relevancia de estos factores indicando que, si bien en un inicio las compañías hacían hincapié en los criterios ESG con el objetivo de obtener una prima respecto a sus competidores que se reflejaran en sus múltiplos de valoración, en la actualidad “quien no cuente con estos factores tiene que asumir un descuento respecto a las demás compañías”. “Como consecuencia, las compañías se encuentran inmersas en un proceso de adaptación que incluye cómo se traslada la información a los consejos desde los departamentos de relación con inversores”.
En este sentido, Antonio de Cárcer afirmó que, pese a que la concienciación de las compañías es real, el reto pasa por definir qué se debe hacer y cómo toman forma los criterios a tener en cuenta. “Es importante disponer de una estandarización y metodología, ya que en paralelo a una mayor conciencia social hacia la sostenibilidad hay que definir cómo se estandarizan, valoran y miden estos criterios en las compañías”, subrayó.
Precisamente, la necesidad de disponer de unos criterios comunes es una de las demandas de las gestoras de activos. “Si antes estábamos acostumbrados a elegir valores y perfilar carteras en base a los criterios de rentabilidad y riesgo, ahora es un trinomio al que se suma la sostenibilidad, y además con el mismo peso”, indicó Teresa Casla, presidenta y CEO de Fonditel. “Como consecuencia, necesitamos analistas que no solo sepan valorar el descuento de cashflow, riesgo y volatilidad sino también valorar la sostenibilidad”, afirmó.
Pero, ¿cómo se valora la sostenibilidad? “Es lo más difícil en la actualidad, determinar cómo se incluye este factor en la prima de riesgo. Es necesario comprender numéricamente cómo se incorpora este dato a los análisis, que el regulador indique qué datos son los que hay que incorporar en la gestión”, subrayó.
En este sentido, Ramón Pueyo recordó que si bien “la información financiera cuenta con 100 años de historia y evolución, la no financiera cuenta con 25 años”. “En los últimos años han ido proliferando estándares, pero también han mejorado muchísimo. Pese a que cuenten con limitaciones, puedan ser imperfectos o generen discrepancias, los análisis que se hacen en la actualidad están bien. La sostenibilidad no es un criterio absoluto, ya que cada entidad tiene una idea diferente de lo que es la sostenibilidad”.
Lo cierto es que la Unión Europea trabaja en regular una taxonomía común para los criterios ESG, que se traducirían en un lenguaje compartido entre inversores, compañías y legisladores. El pasado 15 de abril el Consejo de la UE actualizó el Reglamento asociado a la taxonomía, y se encuentra a la espera de ser aprobado por el Parlamento.
Pero, de todos los criterios que componen los asuntos ESG, ¿cuáles son los más relevantes para los inversores? Al ser cuestionados por el criterio sobre el que más preguntan los inversores, la gran mayoría (94%) de los profesionales del área de relación con inversores de cotizadas españolas sitúan al gobierno corporativo, tal y como recoge el informe de KPMG.
A distancia le siguen el cambio climático, la diversidad e igualdad y la ética y la prevención de la corrupción. Sin embargo, de cara al futuro, los encuestados prevén que el cambio climático ocupará el primer lugar (73%), por delante de las cuestiones de gobierno corporativo (60%). Los riesgos para las compañías asociados al cambio climático son una realidad que ya ha calado en los equipos directivos.
De este modo, pese a la incertidumbre del momento actual, y la necesidad de iniciar una paulatina recuperación hacia una nueva realidad, la sostenibilidad no puede quedar atrás. Los desafíos asociados al cambio climático continúan, y la estrategia de cara al futuro debe de producirse a través de una transformación sostenible. Prueba de ello es que la Asociación Internacional del Mercado de Capitales (ICMA) ha instado a financiar la lucha contra el Covid-19 a través de bonos sociales o sostenibles. Los criterios ESG continúan siendo relevantes en esta situación sin precedentes.
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