Después de un año 2019 marcado por nuevos récords de inversión y fundraising por parte del private equity, el año 2020 parecía un buen año para apuntalar este crecimiento y seguir desarrollando las nuevas estrategias de diversificación en la inversión que estaban llevando a cabo la mayor parte de los fondos. En ese contexto, reflexionar sobre las expectativas de los fondos de private equity para el segundo semestre de 2020 debería haber sido relativamente continuista y sencillo. Sin embargo, desafortunadamente, el coronavirus ha sido y está siendo hasta el momento el gran protagonista de este ejercicio 2020 por su gran impacto en vidas humanas y también por el shock social y económico que ha causado en todo el planeta. Nadie es capaz todavía de medir de verdad las dimensiones de esta nueva crisis económica y financiera en la que nos hemos sumergido tan rápido, ni tampoco de saber cuándo y cómo volveremos a la ansiada normalidad o si de momento nos mantendremos en una realidad intermedia hasta que tengamos vacunas efectivas y en cantidad suficiente para superar definitivamente esta pandemia.
Esta crisis presenta características significativamente diferentes de la de 2008-2009. En aquella ocasión la crisis fue consecuencia, entre otras causas, del elevado endeudamiento de empresas, familias y gobiernos que acabó en un estallido de la burbuja de precios, la quiebra de muchos bancos y una acuciante falta de liquidez. En esta ocasión, sin embargo, la crisis está causada principalmente por un parón en la actividad y la demanda a nivel mundial como consecuencia del confinamiento y de las limitaciones de la movilidad entre casi todos los países y dentro de sus propias fronteras. Aunque la inyección de liquidez de los distintos bancos centrales va a ser fundamental para volver al crecimiento, está por ver si va a ser suficiente para una pronta recuperación en España, dada su posición de mayor debilidad comparada con otros países. España parte de niveles de paro y endeudamiento elevados, con una economía muy dependiente de sectores como turismo y hostelería, especialmente afectados por la situación actual, y previsiblemente se enfrentará también a un incremento de la carga fiscal.
Esta crisis lógicamente va a tener un impacto muy significativo en los private equity y en sus inversores debido al deterioro de los estados financieros de las participadas, la necesidad de retocar los planes de negocios y las correcciones en los múltiplos de valoración tal y como hemos visto en los mercados de capitales. Adicionalmente, esta crisis financiera puede impactar también en el fund raising de algunos fondos debido a la necesidad de los LPs de mantener la diversificación y equilibrio en sus inversiones tras la probable caída en la valoración del resto de su cartera. Aunque nunca se puede generalizar, creo que a los fondos esta nueva crisis les ha encontrado con las escopetas cargadas de liquidez, con portfolios más diversificados y empresas mejor preparadas y menos endeudadas que en 2008. En el primer semestre de 2020, los equipos de los fondos se han centrado en apuntalar sus empresas de portfolio dejando en general a un lado las nuevas inversiones. Hemos visto a los fondos hacer sus deberes de gestión de participadas en múltiples ámbitos incluyendo la gestión sanitaria y de seguridad de los empleados, gestión de clientes, proveedores y logística, reducción de costes y gestión del circulante y liquidez para garantizar la supervivencia de las empresas. Evidentemente el impacto en cada sector y cada empresa es único, por lo que ha sido y está siendo un trabajo artesanal por parte de los equipos de los fondos y de sus participadas. En mi opinión, para los fondos el segundo semestre de 2020 y seguramente también 2021 va a seguir marcado por una continuidad de la gestión de las participadas, pero también por un repunte significativo de la actividad de inversión.
Respecto a la gestión de las participadas, una vez superado el primer match-ball y empezando a vislumbrar el fin del confinamiento y de la limitación a la movilidad, los fondos van a tener que hacer inventario de daños y preparar las compañías para el futuro. Esta crisis nos está dejando a todos algunas lecciones importantes que no debemos desdeñar como son la necesidad de revisar las capacidades de gestión, productivas y logísticas de las empresas que esta crisis puede haber puesto al descubierto, necesidad de fortalecimiento de las relaciones con proveedores y clientes, necesidad de mejora en la utilización de las tecnologías, datos y ciberseguridad, impacto de la mayor penetración del comercio online y también la necesidad de tener unas estructuras financieras y de costes lo más flexibles posible que permitan afrontar shocks de demanda y liquidez durante determinados plazos de tiempo.
En segundo lugar, respecto a la inversión, después de varios meses donde muchos planes y procesos de venta se han parado o abortado, es momento de retomar la actividad y poner de nuevo dinero de los inversores a trabajar. Hay que recordar que muchos fondos hicieron muy buenos deals invirtiendo en 2008-2009 y muchos otros no van a dejar pasar la oportunidad ahora. Los private equity van a jugar un rol fundamental en este nuevo entorno al contar con pulmón financiero para aguantar hasta que la demanda se recupere y a su vez para realizar las inversiones necesarias para restructurar las compañías operativa y financieramente. Existen y van a existir múltiples oportunidades para los fondos con liquidez incluyendo: i) posibilidades de consolidación de determinados sectores muy fragmentados e impactados por la crisis; ii) oportunidades de compra de empresas líderes en sus sectores a precios muy inferiores a los de hace unos meses, incluyendo por supuesto la posibilidad de ciertas operaciones P2P; iii) oportunidades de compra de empresas, activos o ramas de actividad no estratégicos de grandes grupos nacionales e internacionales acuciados por el endeudamiento; iv) necesidad de búsqueda de financiación alternativa por parte de compañías que nunca antes han estado en el mercado y para los que los private equity pueden aportar soluciones pararefinanciar deuda, mantener puestos de trabajo y aportar liquidez.
De cualquier forma, lo que es seguro es que los fondos van a tener mucho cuidado a la hora de hacer nuevas inversiones desde el punto de vista de racional de las inversiones, planes de negocio, valoraciones y apalancamiento financiero. Las tradicionales due diligence comercial, operacional y financiera y otras menos tradicionales como las due diligence tecnológicas, de transformación digital, ciberseguridad y sostenibilidad van a ser más importantes que nunca para analizar cómo de preparadas están las compañías antes de la compra y equivocarse lo menos posible.
Tribuna originalmente publicada en El Economista el 30 de junio de 2020.
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