El pasado día 21 acabó el estado de alarma y comenzó de forma oficial la nueva realidad. Hay quien se refiere a esta etapa como ‘era post-covid’, pero, conforme van pasando los días, se hace más patente que la enfermedad no ha quedado atrás, sino que convivirá con nosotros al menos durante algún tiempo.
En España y otros países europeos ha habido pequeños rebrotes que han sido rápidamente controlados, mientras que en América la situación sigue siendo preocupante. En Estados Unidos la curva de contagios vuelve a ascender y el foco de la pandemia se ha trasladado desde el estado de Nueva York a Texas y Florida, mientras que en Brasil el virus se expande exponencialmente.
Como decíamos hace algunas semanas, las incógnitas sobre la enfermedad solo quedarán resueltas cuando se encuentre una vacuna. En estos momentos se están desarrollando 149 proyectos en todo el mundo, de los que 17 están en la fase de evaluación clínica. El más avanzado es el de la Universidad de Oxford con AstraZeneca, que se encontraría en Fase III, es decir, se están realizando ensayos clínicos con miles de personas. Si los resultados son positivos, se podría iniciar la fabricación en serie de la vacuna en septiembre, todo un récord en comparación con el plazo habitual.
El descubrimiento de una vacuna adelantaría una recuperación de la que, por ahora, solo podemos decir que será asimétrica. Así lo reflejan las últimas previsiones del FMI, de las que también se deduce que la pandemia ha acelerado tendencias que ya se observaban en la economía mundial antes de la crisis.
Cuestión de innovación
China ya crecía antes de la crisis tres puntos por encima de la media de los países desarrollados. En 2021 su PIB habrá crecido en más de 9 puntos porcentuales en comparación con la cifra de 2019, mientras que el PIB de los países desarrollados se situará más de 3,5 puntos porcentuales por debajo.
Dentro de los países desarrollados existen diferencias. Corea es la economía que mejores perspectivas tiene, ya que su PIB se situará en 2021 en los niveles de 2019. Por su parte, Alemania, Japón, Países Bajos, Canadá y Estados Unidos el próximo año su PIB se situará entre tres y cuatro puntos por debajo del de 2019, recuperando buena parte de lo perdido en 2020. En el caso Reino Unido, como consecuencia del Brexit, la diferencia es superior, de cinco puntos. Italia, Francia y España son los países desarrollados que acusarán un mayor impacto: el FMI espera caídas del PIB de más del 12% en 2020 y recuperaciones del 7% para Francia y del 6% en España e Italia. Se consolida así una tendencia que se venía observando en los últimos años, en los que se preveía que Corea acabaría adelantando a Italia en renta per cápita y que la convergencia de los países del sur de Europa con los del norte del continente se había estancado.
Ante estas perspectivas, cabe preguntarse por los motivos que provocan esta asimetría. La respuesta hay que buscarla en los cambios estructurales que se han producido en la economía mundial en las últimas décadas. Las economías más especializadas en nuevas tecnologías (Estados Unidos, Japón, Corea y en parte China) sortearán mejor la crisis, ya que sus productos y servicios están basados en el mejor capital humano, compiten en mercados globales y cuentan con gigantes tecnológicos en innovación. Sus economías, además, son altamente flexibles y competitivas. Por su parte, los países del norte de Europa, como Alemania o Países Bajos, gozan también de un alto grado de desarrollo industrial y avanzada tecnología, pero en sectores más tradicionales (automóvil, química o farmacia). Aunque su productividad es alta, son más vulnerables que el grupo anterior, ya que presentan una mayor dependencia de las cadenas de valor globales y no cuentan con ningún gigante tecnológico nacional. Por detrás de estos países se situarían aquellos que han experimentado menos innovación tecnológica en los últimos años y que presentan una situación fiscal más vulnerable a los shocks, que serán los que tengan que afrontar más dificultades para sortear la crisis.
La transformación digital se convierte así en una de las prioridades estratégicas para las empresas españolas. Como destaca Alberto Martín, Socio responsable de Consulting Corporates de KPMG en España, “La crisis de la COVID-19 ha obligado a muchas empresas a acelerar sus procesos de transformación digital con el fin de mitigar el impacto en sus negocios. Contar con la infraestructura tecnológica y las capacidades necesarias para teletrabajar, potenciar el canal online u ofrecer nuevos servicios será clave en la nueva realidad, que exige que las empresas estén más cerca de sus clientes, proveedores y stakeholders”
Mejores indicadores de los esperados
Si bien es cierto que las previsiones de los principales organismos económicos son poco halagüeñas, los últimos indicadores, tanto los reales como los de expectativas, muestran una mejoría con la apertura de los meses de mayo y junio que supera las expectativas de los analistas.
Los índices PMI de Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido indican que la recuperación está siendo especialmente intensa en el sector servicios, ya que ha sido la actividad que se ha visto afectada en mayor medida por las medidas de confinamiento y partía, por tanto, de niveles mucho más bajos. En algunos casos, como en Alemania o la Eurozona, el indicador de servicios se ha situado por encima del industrial.
Es España, la recuperación de las ventas minoristas en mayo crecen un 19% respecto a abril, aunque se mantienen n 19% por debajo de las del mes de mayo del año pasado.
Así las cosas, por ahora poco se puede decir sobre cuándo se producirá la recuperación o a qué ritmo. Habrá que esperar a que la actividad se retome totalmente para saber si será más rápida de los previsto y mantener los dedos cruzados con la esperanza de que no haya rebrotes incontrolables que podrían lastrar nuevamente la economía.
Deja un comentario