Inmersos de lleno en uno de los años más atípicos en décadas, con una situación tremendamente complicada en el terreno sanitario, social y económico, entramos en unas semanas de descanso que deberían suponer una ligera desconexión para recargar pilas y afrontar el nuevo curso con fuerzas renovadas. Llegados a este punto y con la finalidad de evitar mayores sobresaltos, desde KPMG queremos hacer hincapié en una serie de consejos y consideraciones en ciberseguridad que deberíamos incorporar a nuestro día a día, allá donde decidamos pasar las próximas semanas, con el deseo de que perduren en el tiempo. Al fin y al cabo, la concienciación es la mejor de las inversiones.
Al igual que al alumno de Derecho se le solía complicar tradicionalmente la asignatura de Derecho Romano, parece que, para muchos de nosotros, la ciberseguridad sigue siendo una asignatura pendiente y nunca ha existido un periodo mejor que el verano para afianzar conocimientos, ¿no os parece?
Como todo cambio que queramos adoptar o buen hábito que deseemos poner en práctica, el punto de partida somos nosotros mismos, analizando nuestra relación con las tecnologías y el mundo que nos rodea y poniendo en práctica conceptos básicos. Debemos ser conscientes de que en muchos casos son nuestros propios comportamientos los que pueden comprometer la seguridad de nuestros datos. Es ahí donde debemos trabajar.
Si bien ya incidíamos sobre el tema hace unos meses en este artículo, seguimos percibiendo cierta animadversión en la sociedad hacia la posibilidad de ser vigilados constantemente. Recientemente se ha reabierto el debate con la herramienta de rastreo de COVID, presentada por el Gobierno de España, en fase de pruebas, pero que con casi total seguridad, tendremos funcionando como complemento a los rastreos manuales, en las próximas semanas.
Reniegas de una aplicación que no recoge tus datos personales, pero en tu día a día:
¿Te has visto retratado en alguno de los puntos anteriores? De nada sirve lamentarse, pero al menos toma conciencia de ello. Tan solo se trata de una serie de ejemplos de prácticas que asumimos, en muchos casos, sin analizar los potenciales riesgos asociados.
Asimismo, otro de los temas sobre los que se viene discutiendo en los últimos meses es el balance entre la privacidad y el uso ético de los datos, sobre todo ante situaciones que pueden requerir acciones de mayor excepcionalidad. Lo exponíamos también en esta entrada.
En nuestras manos está el que no se nos “atragante” la ciberseguridad este verano y que poco a poco vayamos aprendiendo a movernos en un mundo que, cada vez con mayor intensidad, va a requerir la utilización de nuestros datos y la implicación de la sociedad en su conjunto, para crear un entorno digital, seguro y de confianza.
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