La situación actual de la pandemia y la facilidad con la que el virus se transmite está generando incertidumbre y temor, falta de confianza e inseguridad, desconocimiento de pautas de actuación en el desempeño de tareas habituales, falta de confianza de clientes y proveedores en las medidas de higiene y limpieza. Igualmente, en estos momentos de reincorporación de la actividad laboral estamos observando un incremento de las bajas laborales ocasionadas por contagios, incumplimientos de nuevas regulaciones, normativas en materia de seguridad y salud de los trabajadores y de terceros en las instalaciones.
Viene un otoño exigente, tanto desde un punto de vista sanitario: la salud de los trabajadores como reto principal es un “must” de las compañías; como desde un punto de vista económico, o así parece deducirse de los factores más objetivos que venimos analizando: la caída del PIB, el aumento del endeudamiento, la necesidad de la llegada de los fondos europeos, el descenso del consumo, los problemas de tesorería de las empresas, la falta de liquidez, el incremento de los desempleados y la difícil solución futura de la situación de los trabajadores que actualmente aún están en situaciones de ERTEs.
Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, decía una canción de Joan Manuel Serrat, y es por ello que se trata de afrontar el panorama descrito, no de obviarlo.
El reto de la salud de las personas trabajadoras es el reto más esencial: no lograremos superar los retos económicos sin la necesaria comunión entre empresa y personas trabajadoras. La salud económica de unas viene ligada a la salud física de las otras, y por ello las empresas tienen que afrontar la vuelta a la actividad empresarial y sus perspectivas de crecimiento o de subsistir desde la garantía de la salud de los trabajadores en sus instalaciones.
Desde KPMG consideramos que es fundamental que las empresas cuenten con un modelo de desarrollo de su actividad empresarial enfocado a limitar los riesgos de contagio de la pandemia que tenga los siguientes objetivos:
A juicio de los expertos multidisciplinares, abogados del área laboral y expertos en “Risk & Regulatory”, que desde nuestra firma venimos trabajando en estos aspectos, el modelo de prevención de riesgo COVID-19, integrado en las políticas de PRL y diseñado desde la óptica de “Risk Regulatory” es importante por:
Este modelo ha de estar fundamentado en sistemas de organización y control e integración con programas existentes de cumplimiento, y es por ello que debería contemplar un análisis de riesgos concretos; un diseño de protocolos, procedimientos y controles; mecanismos de comunicación y formación de las medidas adoptadas; el establecimiento de medidas de supervisión y seguimiento; la realización de procedimientos de negociación en el ámbito laboral y finalmente la revisión y auditoría de verificación del modelo y preparación para la certificación.
Por otro lado, este modelo debe constar de tres fases: prevención, detección y respuesta.
La fase de prevención, que permite obtener el máximo conocimiento sobre la propia empresa, tendría cuatro apartados.
En la fase de detección y seguimiento, hay que realizar una monitorización por medio del diseño de protocolo para personal y detalle de materiales, de plantillas para registro de síntomas/temperatura, de reportes estándar para seguimiento y de protocolos para el seguimiento, así como del establecimiento del plan de prueba y testeo periódico de protocolos y controles.
Finalmente, en la fase de respuesta y adaptación, con el objetivo puesto en cómo evitar que se produzcan contagios y exista un total cumplimiento de la normativa laboral, se ha de llevar a cabo por medio del diseño de protocolos para dar respuesta a los casos identificados, medidas de detección de fallos, así como el diseño de un protocolo para la revisión y modificación periódica del propio modelo.
En conclusión, este proceso de recuperación de la confianza va a suponer para muchas empresas afrontar retos de difícil gestión, especialmente porque se trata de fenómenos externos a la propia empresa. Ante esta situación, la principal herramienta es la acción y abordar el reto: analizar las nuevas circunstancias, diseñar un plan o modelo y seguir los procedimientos para su implantación.
Y una vez hecho lo anterior, como siempre en el ámbito de las relaciones laborales, la mayor eficacia la lograremos si el modelo de prevención viene acompañado de un acuerdo con la representación legal de los trabajadores para impulsar y obtener su compromiso en los objetivos de protección de salud y en la evitación de los focos de contagio.
Y como dijimos en nuestra primera aproximación a este “otoño caliente”, en los próximos días se publicara el texto normativo sobre teletrabajo, por lo que volveremos en breve a expresaros nuestro parecer sobre este nuevo reto organizacional que se avecina.
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