Llega la hora de despedir un año duro y complejo. Ahora es momento de reflexionar, analizar y extraer aprendizajes. Por eso, queremos decir adiós a 2020 desde la esperanza, lanzándole un mensaje hoy a la empresa del futuro. Porque si algo nos ha enseñado este año es a prepararnos para todo.
El centro indiscutible de 2020, el verdadero motor de la economía y de las empresas. La gestión de personas ha estado, y estará, en el foco de la toma de decisiones. Este año hemos asistido al éxito del teletrabajo masivo , dando lugar a una nueva forma de trabajar y relacionarse que ha venido para quedarse. La paralización de la actividad económica ha hecho de los ERTEs un instrumento clave para paliar coyunturalmente el impacto de la crisis en el empleo, que seguirá presente en los sectores más afectados.
Para 2021, la clave estará en escuchar. El diálogo será imprescindible en la negociación colectiva que asentará unas nuevas relaciones laborales. El liderazgo deberá ser más receptivo y humano, capaz de entender y valorar la diversidad. Y será imprescindible conocer y atender las necesidades del nuevo consumidor , ya que tras este año ninguno somos los mismos.
Pocos años tantas compañías han tenido que afrontar un reto de la magnitud de 2020. El frenazo a la economía hizo necesario poner en marcha con rapidez todas las herramientas disponibles para garantizar su continuidad. El primer reto en la lista era claro: garantizar y optimizar la liquidez. Una vez superado el principal escollo, toca centrarse en la anticipación y, por supuesto, la generación de valor para hacer cumplir los planes de negocio.
El nuevo año puede traer numerosas oportunidades si se toman las decisiones adecuadas, abordando todas las áreas de la compañía: desde la cadena de suministro al área de ventas. Sin dejar de lado el papel del private equity en la recuperación , dada su capacidad de realizar inversiones con el objetivo de restructurar las compañías. 2021 será el año de las decisiones. Y el momento es ahora.
Si algo ha facilitado el día a día de un periodo excepcionalmente complejo ha sido, sin duda, la tecnología. Permitiendo la cercanía en un 2020 marcado por la distancia, e impulsando tendencias que ya existían pero que se asentarán definitivamente tras este año histórico. El temor al contagio ha dado lugar a una nueva forma de consumir, disparando el comercio online y los pagos electrónicos. Pero también los riesgos asociados con la ciberseguridad. Sin duda, este año ha supuesto un punto de inflexión para los CIOs, que han pasado a tener un papel fundamental y una función transversal dentro de las compañías.
La digitalización, por tanto, ya no es una opción: es una de las caras (más) visibles de la compañía. La experiencia de clientes y consumidores en medios digitales debe ser única, personalizada, pero sobre todo integrada y sencilla. La Inteligencia Artificial continuará abriéndose camino, y la computación cuántica marcará un punto de inflexión en la tecnología. 2021 será el año en el que terminaremos de asumir nuevas formas de consumir, de trabajar y relacionarnos. Porque estamos ante una nueva era.
En 2021 tocará repensar muchos de los planes de futuro. Pero, sin duda, seguirá siendo verde. La Unión Europea no ha hecho sino reforzar su compromiso con la descarbonización, haciendo de la sostenibilidad un requisito para acceder a la financiación de los fondos europeos. Pero la exigencia es global, y anterior a la irrupción de la pandemia. La sostenibilidad ya acompañaba a los directivos en su día a día, por lo que los riesgos asociados al cambio climático incrementarán su peso en la toma de decisiones.
Gobiernos, inversores, sociedad y los propios empleados reclaman que toda estrategia tenga la mirada puesta en un futuro verde, descarbonizado y consciente de los límites de la producción lineal. Conceptos como finanzas sostenibles y economía circular ya eran viejos conocidos, pero pasarán a formar parte indiscutible de la agenda. Y los criterios ESG se analizarán (más) minuciosamente por los inversores en su toma de decisiones.
Ante la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, la Unión Europea ha sacado músculo, respondiendo de forma conjunta con el mayor paquete de estímulo de su historia. Dotado con 750.000 millones de euros, el programa Next Generation EU no solo se propone reparar el impacto causado por la COVID-19, sino también sentar las bases del futuro, dibujando una Europa más digital y sostenible.
A España se le han asignado 140.000 millones de este programa, 72.000 millones en transferencia directas y el resto en préstamos, con los que podrá financiar proyectos que contribuyan a incrementar la resiliencia de su economía. La relevancia de esta financiación para el futuro de las compañías españolas es clara: el 45% ya ha mostrado su interés en participar en los fondos europeos. Pese a que poco a poco se va conociendo la legislación comunitaria y nacional que articulará su gestión, las empresas ya pueden ir preparando el camino para acceder a estos recursos.
La COVID-19 ha dado un vuelco a los mapas de riesgos. El extremo del cuadrante destinado a los riesgos inesperados y con un gran impacto ha sido el gran protagonista del año, haciendo tambalear la seguridad de contar con planes de contingencia . Sin embargo, disponer de hojas de ruta continúa siendo la clave para garantizar la continuidad del negocio. Eso sí, ante el nuevo entorno, la clave es la flexibilidad.
De cara a 2021, la identificación y anticipación de los posibles riesgos será clave. Atendiendo a las lecciones aprendidas en un año especialmente complejo, los expertos recomiendan adoptar un enfoque integral, en base a múltiples escenarios y que cubra áreas clave como la gestión de riesgo de fraude y que cuente con las herramientas y tecnologías adecuadas . Tampoco se pueden descuidar aspectos como la ciberseguridad , como consecuencia del impulso de la digitalización, la continuidad de las cadenas de suministro o el compliance y la auditoría interna. Con el enfoque adecuado, sentirse protegido es posible.
Hacer frente al impacto sanitario, social y económico de una pandemia ha llevado a la aprobación de múltiples normativas. A todos los niveles, tanto europeo como autonómico, modificando radicalmente el marco regulatorio en el que las empresas venían desarrollando su actividad. 2020 ha mostrado la importancia de conocer la regulación y su impacto para mitigar posibles riesgos, pero también para detectar oportunidades.
De cara a 2021, las empresas deberán continuar prestando especial atención a la aparición de nuevas normativas y al cumplimiento de las ya conocidas como el Impuesto sobre Determinados Servicios Digitales (IDSD) o la DAC6. También será importante trazar una hoja de ruta en base a las novedades fiscales , ya que los PGE recogen figuras tributarias relevantes para las compañías.
El concepto atípico se ha redefinido. Los responsables de la información financiera y la contabilidad de las compañías han realizado un esfuerzo excepcional con el objetivo de garantizar la transparencia para contemplar el impacto de la COVID-19 en las cuentas anuales . Para facilitar esta labor, los reguladores han emitido recomendaciones, y la ESMA ya ha indicado en qué áreas centrará la atención en su revisión de las sociedades cotizadas. También hemos asistido a modificaciones relevantes como consecuencia de la pandemia, como la NIIF16 de arrendamientos.
Y es que la comunicación y la transparencia en las cuentas anuales serán imprescindibles para conocer la situación de las compañías en un año históricamente complejo. Disponer de información relevante, fiable, comparable y útil otorgará la confianza que necesitan los grupos de interés en su toma de decisiones. De cara a 2021, otro de los protagonistas será la reforma de los IBOR. Nuevos retos para un entorno que continúa siendo atípico.
Deja un comentario