La pandemia ha cambiado muchas reglas del juego, tanto a nivel personal como empresarial: nuevas prioridades, nuevos retos, nuevas demandas sociales… Nos enfrentamos no solo a un año de cambios, y también de oportunidades, sino que nos encontramos ante la ‘década de acción’, como declara Naciones Unidas.
El compromiso social es ya un “must” y entre los principales desafíos del mundo empresarial se encuentra el acelerar las soluciones sostenibles que permitan dar respuesta a la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), desde la pobreza y la desigualdad, hasta el cambio climático y la energía sostenible, entre otros.
Y si hablamos de propósitos empresariales, ¿cuáles serían algunos de ellos para esta década de la acción?:
La idea de que las compañías se deben a la maximización del valor para el accionista ha ido perdiendo peso a lo largo de las últimas décadas. Es en verano de 2019 cuando la Business Roundtable, organización que reúne a los presidentes de las mayores compañías en EEUU, publicó una declaración acerca del propósito corporativo, abandonando la visión cortoplacista, afirmando que las compañías deberían ampliar la mirada y crear valor para todo los grupos de interés.
La COVID-19 ha puesto de manifiesto que el papel de las empresas en la sociedad ha cambiado. Es el momento de definir un propósito corporativo ligado a las demandas sociales que nazca del convencimiento de los líderes de las empresas, para que sea de calado en toda la organización, y que forme parte de la cultura sostenible de las compañías.
Por su parte, los aspectos ESG (del inglés, ambientales, sociales y de gobierno corporativo) suponen cada vez más una oportunidad para las empresas, tanto para gestionar los riesgos asociados como para atraer y motivar a diferentes partes interesadas a través de su gestión corporativa hacia una transición a una economía sostenible.
Aludiendo a los riesgos, y según el Informe de Riesgos Globales 2021 del World Economic Forum, entre los mayores riesgos a corto plazo se siguen encontrando riesgos de carácter social o ambiental: epidemias y crisis de subsistencia, fenómenos climáticos inesperados, fallos de ciberseguridad y la desigualdad en el mundo digital.
La Universidad de Cambridge recoge en su publicación Leading with a sustainable purpose, las claves para alinear el propósito y la estrategia con una transición hacia una economía sostenible, haciendo hincapié en la necesidad de llevar a cabo una integración completa y contar con todos los grupos de interés. Esto significa:
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son 17 objetivos globales y 169 metas establecidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015 para el año 2030. Esta década de acción, se considera por Naciones Unidas como la última oportunidad para fortalecer los propósitos de las organizaciones empresariales y mejorar la involucración real de las empresas con la Agenda 2030.
La Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de la ONU (UNCTAD) estima que para lograr el cumplimiento de los ODS sería necesario una inversión anual de 5-7 billones de dólares de inversión cada año hasta 2030[1]. Por su parte, en los países en desarrollo, se estima una inversión adicional necesaria de 2,5-3 billones de dólares anuales[2] .
Cada uno de los países signatarios de la Agenda 2030 tiene el compromiso de someterse a un Examen Nacional Voluntario en el que presenta un Plan de Acción con las líneas de acción y los instrumentos con que cuenta para alcanzar los ODS en 2030.
El SDG Index analiza el desempeño anual de los países en los 17 ODS según lo acordado por la comunidad internacional en 2015.
España presentó su Plan de Acción en 2018 y anualmente presenta su informe de progreso. Para su seguimiento, se diseñaron 232 indicadores que pueden medirse a través de los datos estadísticos que se recogen en el INE.
Aún queda camino por recorrer para que, particularmente, las empresas se vean inmersas e identificadas plenamente en la década de la acción. Por ello, y según apunta Naciones Unidas, para la consecución firme de estos objetivos se necesita avanzar en tres ámbitos clave: movilización, aumento de la ambición e impulso de soluciones innovadoras. Es en este punto donde el entorno empresarial debe cobrar mayor protagonismo por las capacidades que presenta, como un aliado indispensable de las administraciones y gobierno para dar cumplimiento real y tangible a la Agenda 2030.
Sigamos con paso firme, ¡entre todos lo conseguiremos!
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