Seguro que has oído hablar mucho de bitcoin, algo oíste de Libra y has empezado a escuchar eso de las CBDC. En este artículo intentaremos profundizar algo más en qué son y, sobre todo, cómo pueden transformar la realidad del sistema financiero actual.
Las tecnologías que subyacen al dinero y a los sistemas de pago están evolucionando a un ritmo alto, muy alto.
La velocidad de desarrollo está volando sobre nuestra capacidad de digerir lo que ocurre. Tanto la aparición de la tecnología Blockchain (públicas y privadas, con todas sus derivadas) como los rápidos avances en sistemas centralizados están dibujando un horizonte tecnológico, financiero y social muy diferente en todo lo que tiene que ver con el dinero y el intercambio de valor. Y sí, eso hace que estemos ante un momento apasionante de la historia.
Vamos a intentar entender qué es lo que está ocurriendo. Explorando tres cosas muy distintas que, a veces, caen bajo el mismo paraguas :
Recogiendo las semillas plantadas por la comunidad “Cypherpunk” durante las décadas anteriores, en octubre de 2008, Satoshi Nakomoto (no se conoce quién está detrás de ese nombre, aunque existen distintas hipótesis que no tienen desperdicio ) publicó la primera gota del tsunami de innovación y disrupción que se nos viene encima: Bitcoin.
Satoshi nos ha descubierto (o hecho des olvidar ) el concepto de la escasez absoluta del dinero, una idea imparable. Durante las últimas décadas, principalmente gracias a la aparición de internet, hemos visto innovaciones que han cambiado el terreno de juego en el mundo de los pagos, del crédito, la inversión o los seguros. Pero aquí hablamos de una innovación que atenta con transformar el corazón del sistema financiero: el dinero.
Años de tormenta, ruido, escándalos, intentos de hackeo… Pero la rueda del reloj de bitcoin no se ha detenido. Basa sus cimientos en reglas de consenso, expresadas como tecnología que no pide permiso ni opinión a ninguna entidad central para funcionar. Es decir, ni está emitido ni respaldado por una empresa o gobierno.
Una versión puramente electrónica de efectivo permitiría que los pagos en línea fuesen enviados directamente de un ente a otro sin tener que pasar por medio de una institución financiera
Satoshi Nakamoto
Es una red abierta a todo el mundo, que resuelve el problema de la confianza con matemáticas. Matemáticas cargadas de incentivos para que sea más rentable para aquellos que forman parte de la red, trabajar para el sistema que ir en su contra. Para saber más, nada mejor que escuchar al gran Andreas Antonopoulos.
En su camino hacia intentar convertirse en una alternativa al dinero (como lo conocemos hoy) como medio de pago, como así lo definió Satoshi (quizás ese no sea su papel, pero eso es otra cuestión sobre la que se podría debatir largo y tendido), Bitcoin , ya se ha posicionado, gracias a sus características (escasez, imposibilidad de confiscación — o seizure resistance, seguridad, falsabilidad, portabilidad…), como una gran opción para la reserva de valor y cada día capta más el apetito de los grandes inversores y actores del sistema financiero.
En este sentido, hay que hacer mención especial a la compra por parte de Tesla, empresa automovilística fundada y dirigida por Elon Musk, actualmente la persona más rica del mundo, de 1.500 millones (o $1.5 billions)de dólares en bitcoin. Después de mucha especulación sobre la posición de Elon Musk respecto a bitcoin, toma la decisión de poner parte de la liquidez de Tesla en el activo digital siguiendo el camino tomado por Microstrategy, empresa del sector de business intelligence que cuenta con 71,079 bitcoins, ascendiendo a una valoración total de 3.200 millones de dólares (o $3.2 billions)
Las implicaciones de esto pueden ser enormes. Es un movimiento sin precedentes para una industria de poco más de diez años de vida que, apoyándonos en la teoría de juegos, podría provocar que otras multinacionales sigan el mismo camino. Importante recordar que solo hay 21 millones de bitcoins, ni uno más.
Más allá de su precio, que ha alcanzado máximos históricos recientemente (y en los últimos meses esta frase es cierta casi siempre) nadie se atreve ya (o por lo menos no con tanta fuerza como hace unos años) a cuestionar el potencial papel de bitcoin en el futuro de nuestra sociedad.
Son activos digitales respaldados por otras divisas con el objetivo de mantener su valor estable. Aunque esta definición se quede corta, pudiendo profundizar muchísimo más ( ya que las hay colateralizadas — por otras divisas fiat, otras cripto u otros bienes— , o no colateralizadas — consiguiendo su estabilidad mediante algoritmos), quedémonos con la idea de que se trata de divisas que consiguen mantener un valor estable, principalmente, respecto a bitcoin o ether.
Tether, USD Coin, Dai, Binance USD, Paxos Standard…Desde 2014, han aparecido diversas stablecoins que han respondido a una clara necesidad , como refugio dentro de un mercado altamente volátil.
Pero, sin duda alguna, es en 2019 cuando los reguladores y los grandes players del sector financiero han comenzado a prestar atención al impacto de las stablecoins. Y es que es el año pasado cuando Facebook anunció el proyecto Libra, una stablecoin que tiene como target todos y cada uno de los usuarios de las aplicaciones de Facebook. Hablamos de 2600 millones de personas.
Un criptoactivo que tiene como objetivo mantener un valor estable en relación con un activo específico, o un grupo o canasta de activos, las ”stablecoins” habitan el mismo reino que Bitcoin y otras criptomonedas, ya que son electrónicas, se pueden intercambiar entre pares y son no emitido por los bancos centrales.
Las monedas estables se basan en tokens; su validez se verifica en función del token, en sí mismo, en lugar de la identidad de la contraparte, como es el caso de los pagos basados en cuentas.
BIS, 2020
Si tiene éxito, Libra podría fácilmente lograr una adopción masiva en muchos países, sumando el potencial de su base de usuarios al del resto de compañías de la Libra Association (Uber, Spotify o Coinbase, entre otros).
Si bien para los más puristas de Bitcoin, Libra es más de lo mismo y sigue formando parte de un sistema que consideran roto y corrupto, la aparición de Libra ha hecho reaccionar de forma inmediata a los reguladores y Bancos Centrales de todo el mundo. De momento, y con una versión mucho más light de lo que se había anunciado al principio, parece ser que será lanzada a principio de 2021.
Ya no se trata de que pueda aparecer una alternativa cuya adopción pueda amenazar la hegemonía del sistema financiero y monetario actual, sino de qué tan grande será su impacto real. Dinero programable con el potencial de reducir las barreras de acceso al sistema financiero.
Durante los últimos meses se ha puesto el foco definitivo en los mercados cripto y los proveedores de servicios de cripto activos desde un punto de vista regulatorio. Exigiendo responsabilidades a las empresas que se identifiquen como “issuer” o custodios de los fondos que respaldan una stablecoin. No obstante, quedan dudas por resolver sobre todo en aquellas stablecoins de naturaleza descentralizada, en las que no es sencillo identificar un “issuer”.
Dentro de esto, uno de sus principales retos será adaptarse de forma efectiva a los requerimientos en materia AML.
El Banco de Inglaterra describe las CBDCs como dinero electrónico del Banco Central que:
Ante la potencial disrupción de las distintas iniciativas privadas de divisas digitales, especialmente espoleados por el enorme impacto potencial de Libra, además de la búsqueda de abordar los retos de la inclusión financiera y la desaparición del “cash”, los bancos centrales de todo el mundo han pisado el acelerador.
Además del riesgo latente de la posible aparición de divisas no controladas (ya sea Bitcoin, altcoins o Libra), ni directa ni indirectamente por los Bancos Centrales, existen varias razones de peso para que los distintos Bancos Centrales estén trabajando en los lanzamientos de sus CBDCs. Algunas de las principales son:
Una de las principales consecuencias de la llegada de las CBDCs puede ser la pérdida de relevancia del rol de los bancos comerciales. Sin duda estos serían grandes damnificados, aunque, nuevamente, eso es otra historia.
Si algo nos ha enseñado este 2020 es a ponernos mucho más el gorro de la humildad a la hora de predecir lo que va a ocurrir.
No podemos predecir qué medios utilizaremos dentro de 5 años para expresar o transmitir valor, qué activos serán los más demandados por los inversores o si DeFI ( Decentralized finance) se habrá consolidado como una opción seria al mercado financiero actual.
Una cuestión es segura, el sector financiero va a sufrir grandes cambios en el corto plazo….
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