El autobús ocupa un lugar central dentro del transporte de viajeros de nuestro país. Es un medio de transporte sostenible, flexible, accesible y seguro y su capilaridad garantiza la movilidad global a los ciudadanos. No hay en España ningún municipio con más de cincuenta habitantes que no tenga, al menos, una línea interurbana de autobús.
De hecho, nuestra red de transporte de viajeros por carretera es una de las más tupidas y eficientes de Europa. Por su participación en la economía y su contribución al desarrollo de otros sectores económicos, a la vertebración del territorio, a la cohesión y a la sostenibilidad de nuestro sistema económico y social, el transporte de pasajeros por carretera es un sector estratégico en nuestro país.
Más de la mitad de los desplazamientos en transporte colectivo se realizan en autobús, un modo que favorece a los ciudadanos de renta baja y a los colectivos vulnerables y desmercantiliza la movilidad. Además, es un modo capaz de llegar a los lugares donde el numero de viajeros es reducido y donde no llegan otros modos. Esta movilidad es indispensable ya que facilita el acceso a bienes y oportunidades y tiene un impacto relevante en la calidad de vida de las personas. Una red de transporte colectivo de pasajeros por carretera eficiente y accesible para todos los ciudadanos juega un rol esencial en el acceso universal a la educación, a los servicios sanitarios o al empleo, y en definitiva, en el mantenimiento del estado del bienestar.
El transporte es una de las principales fuentes de contaminación y representa más de un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero en España. A pesar del incremento significativo de otros medios de transporte, el autobús abarca la mayor cuota de mercado y es el segundo medio de transporte motorizado menos contaminante por pasajero y kilómetro, solo por detrás del tren. Sin embargo, la transición hacia un futuro más sostenible es un fenómeno que está teniendo lugar en diversos ámbitos y la implementación de medidas para garantizar la sostenibilidad del sector es ya una realidad.
La transición a una flota de combustibles alternativos, el empleo de la tecnología para mejorar la eficiencia o la reducción del consumo energético y de las emisiones, contribuyen a que el autobús sea una forma de transporte cada vez más respetuosa con el medio ambiente. Un incremento sustancial en el uso del autobús redunda, además, en una reducción del tráfico en las carreteras, lo que contribuye a minimizar también otras externalidades del transporte, como la polución, los accidentes o el ruido.
En este sentido, numerosas ciudades españolas han apostado por el uso del gas natural comprimido, los autobuses híbridos o la experimentación con autobuses puramente eléctricos en su apuesta por reducir las emisiones de sus flotas urbanas. Incluso ya se están poniendo en marcha iniciativas en rutas interurbanas, como las primeras pruebas con pila de combustible (autobuses propulsados por hidrógeno) en distintas zonas del área metropolitana de Madrid.
Por otro lado, el sector de la movilidad se enfrenta hoy a escenarios en constante transformación derivados de la irrupción constante de nuevas tecnologías y de las necesidades y expectativas de los ciudadanos que demandan mayor información y seguridad en sus desplazamientos. La aparición de vehículos conectados o las plataformas de movilidad como servicio, unido a los cambios en los patrones de consumo de los usuarios y de la sociedad son hoy algunos de los múltiples desafíos a los que debe responder el autobús, como pone de manifiesto el informe Autonomous Vehicle Readiness Index 2020, elaborado por KPMG.
En el ámbito del autobús conectado, ya contamos con numerosas iniciativas en marcha en nuestro país. Desde la primavera del año pasado, un autobús completamente autónomo realiza el recorrido por los volcanes del Parque Nacional del Timanfaya mediante una tecnología basada en la inteligencia artificial. Málaga será la primera ciudad con un autobús autónomo en sus calles que realizará el recorrido entre el puerto y el centro de la ciudad; y el campus de la Universidad Autónoma de Madrid en Cantoblanco ya tiene un servicio autónomo regular.
El autobús conectado contará con la capacidad de almacenar y procesar un elevado volumen de información y datos de sus usuarios y su entorno. Este escenario abrirá un sinfín de posibilidades para todos los actores involucrados en la movilidad, planteando nuevos paradigmas para la industria y para los actores involucrados.
Y es que el usuario del transporte por autobús también está cambiando. Es un usuario digital y conectado y demanda servicios de movilidad cada vez más complejos y personalizados. Las nuevas formas de pago, la experiencia a bordo, la planificación del viaje o la accesibilidad a la información en tiempo real son consecuencia de la revolución digital y el sector del autobús tiene que decidir si adaptarse o morir.
La reflexión estratégica del sector en torno a todos los desafíos identificados es hoy más necesaria que nunca. El punto de partida será, con toda probabilidad, un análisis exhaustivo del sector que identifique las directrices fundamentales en las que apalancarse para definir el rol esencial que jugará el autobús en la movilidad del futuro.
Por último, no podemos dejar de mencionar que la crisis económica y social derivada del Covid-19 nos ha demostrado una vez más el rol crucial del transporte público para el bienestar de las personas, en la medida en la que ha permitido en todo momento la accesibilidad a bienes, servicios y empleos. El impacto en el sector ha sido especialmente duro y los efectos tardarán tiempo en mitigarse. Quizá estemos asistiendo a un auténtico cambio de paradigma en la movilidad de las personas que seguro, traerá consecuencias en el modelo de transporte y en la sostenibilidad global de nuestra economía.
Deja un comentario