Tras más de un siglo en el que el motor de combustión interna ha sido la fuente de valor e innovación para la industria de automoción, entramos en una nueva era en la que van a ser las funcionalidades asociadas a la incorporación de semiconductores y electrónica las que definirán el valor diferencial de los nuevos vehículos, y donde el “motor de computación interno” pasará a convertirse en el corazón de la innovación en el sector y los semiconductores en piezas clave del proceso de fabricación.
Cuatro “megatendencias” están redefiniendo la industria de automoción e incrementando significativamente el contenido de semiconductores en los vehículos fabricados:
La potencia del motor ya no será el elemento diferencial en el vehículo. Los consumidores, previsiblemente, demandarán aquellos con mejores ordenadores y sistemas electrónicos asociados y este cambio tendrá profundas implicaciones, tanto para la industria de automoción como para la industria de semiconductores. Sus efectos se están dejando ya ver hoy en día en el mercado.
El valor de los semiconductores que se utilizan para fabricar los vehículos híbridos y eléctricos hoy en día duplica al de los de motor de combustión interna y se prevé que los futuros vehículos autónomos tengan un contenido entre ocho y diez veces superior de semiconductores respecto a los no autónomos.
No existe unanimidad sobre la rapidez con la que el vehículo eléctrico va a pasar a sustituir al de motor de combustión. Actualmente las ventas de vehículos eléctricos representan en torno al 2% de las ventas de turismos y un nuevo informe elaborado por KPMG indica que el mercado masivo de vehículo eléctrico tardará al menos una década en llegar. No obstante, la mayoría de los analistas coincide en señalar que más del 50% de los vehículos comercializados en 2030 tendrán alguna forma de electrificación.
En cuanto a los vehículos autónomos, aún estamos lejos del nivel 5 de autonomía en términos de producción masiva, pero se espera alcanzar el nivel 4 en los próximos 2-3 años para flotas en mercados urbanos. Hacia 2030 la mayoría de los analistas señala que los vehículos con un nivel 4-5 de autonomía podrían suponer más del 10% de las ventas.
En este contexto, y de acuerdo con el informe elaborado por KPMG “Automotive Semiconductors: The new ICE age”, se estima que el mercado de semiconductores para automoción se cuadruplique en los próximos veinte años, pasando de los 40.000 millones de dólares que representaba en 2019 a los 200.000 millones en 2040. Y en esta cifra solo estarían contemplados los semiconductores utilizados en el vehículo, excluyendo partidas tan relevantes como las que afectan a las infraestructuras de recarga, a la conectividad o a los servidores para sustentar las infraestructuras cloud.
Esta nueva realidad está obligando a una mayor convergencia entre las industrias de automoción, semiconductores y computación y va a requerir de nuevos modelos de colaboración entre los integrantes de la cadena de valor. Las empresas de todos estos sectores deberán tomar decisiones estratégicas sobre cómo innovar, dónde invertir (I+D vs M&A), con quien colaborar y donde competir.
Una cadena de valor que, por otra parte, va a ver transformadas las relaciones entre los fabricantes con los Tier 1, los proveedores de semiconductores y los de electrónica. Cada vez más, el valor va a estar concentrado en el software y la electrónica y en la continua integración entre hardware y software, en detrimento de las partes mecánicas. Aquéllos que sean capaces de controlar la experiencia de usuario y los datos, dominarán la parte de mayor valor de la cadena.
Los fabricantes de automoción comienzan a tomar conciencia de que deben jugar un papel más activo en la tecnología que incorporan los vehículos y esto está llevando a una relación cada vez más directa entre fabricantes de automoción y de semiconductores, alterando la relación tradicional fabricante-Tier 1.
Esta cuestión está siendo especialmente relevante en estos momentos, donde la falta de abastecimiento de este componente para los fabricantes de automoción amenaza con parar líneas de producción en un mercado muy tensionado ante el crecimiento de la demanda en otros sectores incitados por las consecuencias de la pandemia mundial y el incremento de la demanda de dispositivos móviles y la electrónica de consumo. Sin olvidar que es un mercado controlado por muy pocos proveedores a escala global, basados en EE.UU y China.
Teniendo esto en consideración, no es de extrañar que la Unión Europea haya lanzado una iniciativa sobre procesadores y tecnologías de semiconductores, que refuerce su capacidad para desarrollar la próxima generación de procesadores y semiconductores y le permita contar con las capacidades tecnológicas e industriales en el campo de la microelectrónica reduciendo la dependencia de terceros países y garantizando el abastecimiento a la industria europea.
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