La resiliencia operativa es ahora un trending topic para todas las industrias y su logro se ha convertido en un objetivo estratégico para todas las organizaciones, independientemente de su tamaño, complejidad, industria o sector. La interrupción operativa puede alterar a la estabilidad dentro de una industria, amenazar la viabilidad de organizaciones, o afectar a consumidores y otros participantes del mercado.
La crisis de la Covid-19 ha obligado a muchas organizaciones a evaluar su resiliencia “sobre la marcha”, analizando las lecciones aprendidas de esta situación y buscando soluciones para incrementarla. Una de las conclusiones más comunes obtenidas es que, en general, se carecía de un enfoque estructurado para desarrollar e incorporar un marco de resiliencia. Igualmente, muchos organismos, reguladores o instituciones como el Institute of Chartered Accountants in England and Wales (ICAEW) han emitido esta misma semana algunas recomendaciones y claves para mejorar la resiliencia operativa.
De este modo, es importante que las compañías estén a la vanguardia de todas las tendencias, análisis y buenas prácticas en esta materia. Lo ideal es contar con un enfoque práctico, que aplique buenas prácticas en el establecimiento, desarrollo y supervisión de planes para mejorar la resiliencia operativa de la organización. Con todo ello, se consigue el objetivo de mejorar la resiliencia operativa, asegurar la continuidad de negocio y la gestión de crisis.
Las organizaciones necesitan medidas para prevenir, responder y recuperarse de la interrupción dentro de su apetito de riesgo acordado. Antes de entrar en resiliencia operativa, para muchas organizaciones, esto significa revisar sus declaraciones y métricas de apetito al riesgo. La experiencia nos dice que muchas organizaciones no han articulado su apetito al riesgo. Cuando se hacen declaraciones, no siempre están vinculadas con la estrategia ni comprendidas e integradas en toda la organización.
En el contexto actual no solo hay que superar esto sino que además es necesario que las organizaciones definan y articulen el significado de “ser operacionalmente resiliente“ y cómo lograr este objetivo. Esto requerirá que la Dirección determine qué actividades contribuyen actualmente a la resiliencia y qué pasos adicionales se necesitan dar para lograr el resultado deseado.
Las organizaciones necesitan un enfoque para gestionar la resiliencia operativa que incluye medidas preventivas y las capacidades, en términos de personas, procesos y cultura organizacional para adaptarse y recuperarse cuando las cosas van mal. Esto incluye la necesidad de definir y gestionar la resiliencia operativa en el contexto de sus marcos de gestión de riesgos existentes, en particular riesgo operativo gestión, continuidad empresarial y medidas para la recuperación ante desastres.
La alta dirección debe asumir que la interrupción puede ocurrir, por lo que necesita medidas para remediar / mantener el servicio en funcionamiento. Para lograr esto, las organizaciones necesitan un enfoque amplio que aborde cómo la continuidad de los servicios clave puede mantenerse independientemente de la causa de la interrupción.
Basado en un technical paper emitido por el ICAEW analizamos los elementos claves para conseguir una resiliencia operativa efectiva.
Hoy en día, lograr la resiliencia operativa no es negociable. Evaluar qué se necesita y cómo hacerlo es complejo para muchas organizaciones. Una de las claves para que el resultado sea exitoso pasa por integrar en un marco sus políticas, procedimientos y sistemas de forma proporcionada, coordinada y rentable. Es importante no perder de vista que la resiliencia es un resultado, no una función o un proceso.
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