Consciente de la relevancia del reto que supone descarbonizar la economía, y del papel que tendrá el gas en este proceso, Antonio Llardén apuesta por la colaboración y el uso de todas las herramientas disponibles para lograr este objetivo. El directivo, que ha defendido durante los últimos años la necesidad de impulsar la sostenibilidad, confía en las oportunidades que brinda este periodo transformador. Aunque subraya que su éxito dependerá de la inclusión de toda la sociedad.
RESPUESTA. La descarbonización es un desafío urgente e inaplazable y el verdadero reto es hacer ya todo lo que esté en nuestra mano, con las tecnologías hoy disponibles. Toda reducción de emisiones suma para conseguir la neutralidad climática en 2050.
En Enagás hemos adelantado ese objetivo a 2040, diez años antes del compromiso que nos marcamos hace solo un año, e impulsamos acciones y proyectos concretos que nos han permitido reducir un 63,2% nuestras emisiones desde 2014.
Como palancas clave apostamos por la colaboración, público-privada y entre empresas, la innovación, la eficiencia energética y el desarrollo de los gases renovables, como el hidrógeno y el biometano.
En este contexto de altísima incertidumbre global y en el que todo cambia vertiginosamente, podemos aprender mucho del dinamismo, capacidad de adaptación, flexibilidad e innovación del ecosistema startup.
Nosotros lo estamos haciendo a través de Enagás Emprende, nuestro Programa de Emprendimiento Corporativo e Innovación Abierta, con el que en cinco años hemos invertido 23 millones de euros en 14 startups, para contribuir a la transición ecológica, mejorando la eficiencia, competitividad y sostenibilidad del sector.
También las grandes empresas sabemos ser disruptivas: entre nuestros casi 40 proyectos de hidrógeno tenemos por ejemplo uno con Repsol de fotoelectrocatálisis, tecnología española y totalmente innovadora para generar hidrógeno directamente desde placas solares.
Nuestra estrategia y toma de decisiones están alineadas desde hace años con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y nuestro propósito, en esencia, es hacer que la energía llegue allí donde se necesita, las 24 horas del día, los 365 días del año.
Tenerlo siempre muy presente nos ha ayudado, como operador de redes energéticas, a vivir en permanente adaptación e impulsar las transformaciones necesarias en cada momento, como estamos haciendo ahora para contribuir a la descarbonización. Por nuestra red de infraestructuras circula hoy gas natural y podrá hacerlo, con mínimas adaptaciones, el hidrógeno.
Para avanzar hacia un futuro descarbonizado y más sostenible hay que “reinventar” la economía, no se trata solo de reactivar, sino de crear nuevas industrias, sostenibles en tiempo y competitivas, más digitales e innovadoras, y que permitan una transición inclusiva y con enfoque social.
Es fundamental que emprendamos este cambio cultural facilitando la adaptación de todos los profesionales, con herramientas y formación. También la transformación digital ha de abordarse sin crear brechas. En tiempos de incertidumbre hay que priorizar el valor de las personas.
Se necesitarán profesionales que sepan adaptarse, que sean creativos, ágiles y flexibles. Donde la tecnología y lo digital son el centro, cada vez van a tener más valor las personas con capacidad de reflexión, con visión de conjunto, con propósito, porque ese va a ser la diferencia.
Estamos en un momento de inflexión que puede suponer una verdadera transformación de nuestro modelo económico y social. La descarbonización es uno de los principales ejes para la recuperación y en este sentido es importante que vaya de la mano de la competitividad.
La industria es la base de una economía fuerte y crear un tejido industrial sólido y capaz de generar empleo tiene que ser una prioridad. Para ello es importante que se busque la máxima colaboración entre empresas de todos los tamaños y administraciones en proyectos que tengan en cuenta toda la cadena de valor.
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