La igualdad en España continúa siendo un reto a superar, en el que todos los actores de la economía y la sociedad deben trabajar para revertirla. Los fondos europeos también dibujan un proceso de transformación que pretende acabar con el paro estructural y fortalecer la protección a los más vulnerables, según se puso de manifiesto durante un nuevo foro de debate de KPMG y la Agencia EFE.
“España tiene unos niveles de desigualdad y pobreza muy elevados con respecto a nuestro entorno. Las políticas públicas tienen una capacidad de redistribución de rentas limitada” y esa rémora, unida al paro estructural, completa “un círculo vicioso de desigualdad y exclusión”, dijo el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones al abrir el foro de KPMG.
La tasa de pobreza en España, que incluye a personas por debajo del 30% de la renta media, es hoy del 7%. En países como en Bélgica o Alemania, esa tasa es del 2%. ¿Por qué ocurre? Según Escrivá, “los niveles de pobreza antes de la intervención del Estado no son tan distintos con las economías de nuestro entorno. Lo que hace que España aparezca tan desfavorable en estos indicadores es la poca capacidad de las políticas públicas para revertir esa situación”.
Como recordó en el Foro el presidente de KPMG en España, Hilario Albarracín, los fondos Next Generation “proporcionan la oportunidad para construir una sociedad más inclusiva e igualitaria. No en balde son objetivos presentes en las bases de la construcción europea”. También están en la base de los valores que España transmite hacia afuera, según el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, anfitrión de la jornada.
“Enseñar un idioma -dijo el poeta y catedrático- no es enseñar un vocabulario, sino comunicar la manera de ser de un país, sus valores, el sentido de su convivencia. Dentro de nuestros valores, la inclusión y la seguridad social son fundamentales”.
La pandemia, como hemos visto estos meses, ha dejado un impacto enorme en la sociedad, en la vida diaria de las familias. “Las empresas -añadió Hilario Albarracín- son conscientes de esta realidad, y aspectos como el compromiso social están adquiriendo un mayor protagonismo, junto a la sostenibilidad y la gobernanza, que también inciden en la vida de los ciudadanos”.
En el mismo sentido se pronunció el presidente de la Fundación SERES, Francisco Román: “Los líderes empresariales dicen que la reconstrucción debe hacerse desde el propósito y la cooperación. Tienen el convencimiento de que trabajar con un impacto positivo en la sociedad redunda en tu beneficio: te hace más sostenible, te legitima más, te crea riqueza”.
¿Cuál era la intención de la UE cuando diseñó los fondos Next Generation? Acelerar una recuperación sostenible e impulsar los cambios mirando más hacia el futuro, como señaló en su intervención Jerusalem Hernández, socia de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España. Cambios que giran en torno a la sostenibilidad y la transformación social. Como defiende la ONU desde hace años, un cambio que no deje a nadie detrás.
“No solo estamos hablando de bondad o bonhomía, no solo de moral o de ética, que son muy necesarias, sino de oportunidad de negocio, porque los fondos europeos van a estar destinados a proyectos transformadores, que contribuyan al futuro sostenible, y será necesario que las compañías que aspiren a ellos midan el impacto también en términos ambientales y sociales pues serán evaluados por ello”, subrayó Jerusalem Hernández.
En su discurso, la socia de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España hizo suyas las palabras del comisario Frans Timmermans: “¿Por qué gastar el dinero para mantener las cosas como están, cuando sabemos que necesitaremos dinero de nuevo para cambiarlas en un futuro próximo? Sería un desperdicio e incluso irresponsable, ya que es posible que ya no haya dinero nuevo disponible en un mundo agobiado por la deuda post-Covid. Y tendríamos miles de millones de activos varados. El dinero que usamos ahora es dinero prestado de las próximas generaciones. Gastarlo en su futuro en lugar de nuestro pasado, es un imperativo moral y una cuestión de buen sentido económico.”
La misma filosofía se escuchó en el Foro en boca del ministro Escrivá: “La cohesión social, la reducción de las desigualdades y propiciar que las personas excluidas de la sociedad vayan teniendo una participación más plena, no solo responde a consideraciones éticas y morales, sino incluso también de eficacia económica. Las economías con mayor nivel de cohesión social, donde las desigualdades se han reducido, tienen desempeños económicos mejores”.
Todas las compañías españolas quieren explorar las oportunidades de los fondos. En estos meses, KPMG ha trabajado con compañías de todos los sectores y de dimensiones muy diferentes. La socia de Sostenibilidad invitó a las empresas a usar la inteligencia corporativa para aprovechar esta oportunidad.
A la hora de diseñar sus proyectos, las empresas no pueden obviar que los fondos pretenden la construcción de una sociedad más resiliente, contribuir a disminuir las desigualdades, generar más empleo o fijar población en los territorios. Los objetivos sostenibles deben alcanzar un mínimo del 25%. “Con las empresas con las que trabajamos pensamos en cómo maximizar el impacto social de ese proyecto”, explicó.
“Cuando estás en un hoyo, lo primero que debes hacer es dejar de cavar. Hemos de tener una enorme preocupación porque no aumenten las brechas que existen”, subrayó Francisco Román, presidente de la Fundación SERES, que representa el compromiso social de 150 compañías españolas. Destacó una que pasa desapercibida: el desempleo en los mayores de 55 años. El 40% de los contratadores descartan los currículums de las personas mayores de 55 a priori. La consecuencia: el 75% de las personas en paro de más de 55 años tiran la toalla.
La secretaria general de Cáritas, Natalia Peiró, observa en esta crisis pandémica dos fallos en el sistema similares a los de anteriores crisis: la vivienda y el empleo. En materia de empleo, el 53% de las personas que ha tratado Cáritas en este tiempo no han podido trabajar. Y las que trabajan, con pocas horas ocupadas: 4 de cada 10 no han podido acceder a un trabajo de tiempo completo.
A ello se suma el empleo informal: el 57% de los que tienen empleo informal vive en situación de pobreza. En materia de vivienda, 77.000 familias se han visto obligadas por la crisis a cambiar de hogar por falta de ingresos. Un panorama desolador con el que coincidió con el análisis del titular de Inclusión.
Pero en esta crisis ha aflorado una tercera falla. “Se ha introducido una nueva forma de exclusión: la brecha digital”, según Natalia Peiro. Una brecha que impide a los más vulnerables el acceso a las administraciones públicas o tramitar las percepciones. “En enero de este año, 250.000 de las que acompañamos no percibían ningún ingreso y son 70.000 más que antes de la pandemia”, explicó la directiva de Cáritas.
De esas situaciones es consciente Alejandro Oñoro, consejero delegado de ILUNION, que aspira a poder invertir a través de los fondos europeos en proyectos que redunden en favor de la sociedad y, en particular, de las personas con discapacidad.
“La economía social es en España el 10% del PIB y el 12,5% del empleo. Nos toca. Estamos acostumbrados desde hace muchos años a superar barreras. Podemos aportar nuestra experiencia. Tenemos más de 15.000 personas en ILUNION con discapacidad que demuestran su capacidad. Vamos a intentar acceder a fondos e invertir”, anunció, en la economía circular y en eficiencia energética. Siempre buscando alianzas, con empresas como Repsol y Enagás y, con vistas a los fondos europeos, están hablando con el grupo Mondragón.
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