La transición energética y las finanzas sostenibles eran ya conceptos muy presentes en la visión estratégica de Ignacio S. Galán. Consciente de las oportunidades que brinda la profunda transformación de la economía, y sobre todo de los recursos del país para llevarla a cabo, el directivo pone énfasis en el trabajo conjunto público-privado para situar a España a la cabeza en sostenibilidad e innovación. Además, recuerda que el principal beneficio de este objetivo compartido es la generación de empleo de calidad y una mayor prosperidad.
RESPUESTA. Iberdrola ha hecho de los principios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) la base de su modelo de negocio. Esto nos ha llevado a convertirnos en un líder renovable global y también a involucrar a toda nuestra cadena de valor en esta exigencia, con el objetivo de que los mercados financieros orienten sus inversiones solo a proyectos verdes y sostenibles, que los clientes solo valoren las soluciones más responsables y que nuestros proveedores y empleados apuesten por proyectos construidos sobre principios verdes.
Después de ser en 2014 la primera empresa española en abrir este mercado, Iberdrola se ha consolidado como el primer grupo mundial en emisión de bonos verdes. Contamos ya con financiación verde o ligada a criterios de sostenibilidad por un importe superior a los 32.000 millones de euros.
La digitalización de las redes nos está permitiendo mejorar su eficiencia, optimizando la gestión de la demanda y favoreciendo la integración de más energías renovables, la movilidad eléctrica y el autoconsumo. Gracias a las redes inteligentes, es posible dar una mejor respuesta a la creciente demanda de productos y servicios más personalizados y realizar una gestión más activa del consumo de electricidad.
Nuestra apuesta por las redes nos ha llevado a destinar el 40% de nuestros 75.000 millones de euros de inversiones a 2025 a desplegar y hacer más robustas, inteligentes y flexibles estas infraestructuras. Recientemente, hemos creado nuestro Global Smartgrid Innovation Hub, en Bilbao, un centro que cuenta con más de 200 profesionales y actuará como plataforma tractora de la innovación en el área de redes, combinando nuestra capacidad tecnológica con la de proveedores, colaboradores y startups de todo el mundo.
La pandemia del COVID-19 ha acelerado la adopción de posiciones que reclaman una forma diferente de abordar los proyectos futuros, tomando como referencia principios verdes. Con todos los agentes de las primeras economías trabajando en la misma dirección, la presión de los mercados e inversores y las exigencias de un ciudadano más concienciado y activista, las empresas solo podemos reforzar nuestras estrategias y acciones para acelerar la transformación.
En nuestro caso, comenzamos a trazar este camino hace dos décadas y desde entonces nos hemos mantenido firmes, liderando una transición energética en la que hemos invertido 120.000 millones de euros e impulsado una cadena de valor, integrada por más de 22.000 proveedores, que sustentan el empleo de más de 400.000 personas. El resultado ha sido que nuestras emisiones son tres veces inferiores a la media de nuestros competidores.
Una economía más verde también es fuente de generación de riqueza y una oportunidad para cambiar nuestro modelo económico hacia uno más competitivo, más próspero, más resiliente y con más y mejor empleo. Un informe de Analistas Financieros Internacionales (Afi), por ejemplo, estima que por cada punto del PIB invertido en economía verde se generan tres de impacto positivo en este indicador. Nuestro plan de crecimiento va a requerir la incorporación de miles de profesionales en los próximos 5 años. Desde el inicio de 2020, hemos incorporado ya a 6.000 personas al Grupo.
Esta transformación del modelo económico va a requerir también de un impulso a la formación de nuestros jóvenes en profesiones de futuro, con el fin de enfocar su desarrollo a actividades que generan productos y servicios de mayor valor añadido. En nuestro caso, invertimos de forma directa en la formación y el desarrollo de nuestros empleados, una media de más de 50 horas por año y trabajador, muy por encima de la media española e incluso de la media de algunas de las economías más avanzadas.
Por primera vez en su historia, España puede convertirse en locomotora de una gran transformación global como lo es la nueva economía verde y digital. Nuestro país dispone de unos recursos naturales únicos, y cuenta con empresas con la tecnología y capacidades para consolidar una cadena de valor referente a nivel global.
En este contexto, resulta prioritario acelerar las actuaciones para impulsar una recuperación basada en sectores que, como el eléctrico, proporcionan soluciones eficientes y un efecto tractor indiscutible en el tejido industrial. Debemos contar con una hoja de ruta legal y regulatoria que ayuden a crear un marco propicio hacia un sistema socioeconómico más sostenible, con la generación de riqueza para todos.
No obstante, queda trabajo por hacer: hacer de la seguridad jurídica un hecho diferenciador de nuestra competitividad; alinear la fiscalidad con el principio “quien contamina paga”; simplificar y agilizar los trámites administrativos de los proyectos en energías limpias; fomentar la formación y la innovación para acelerar tecnologías como el hidrógeno verde, y garantizar mediante mecanismos de verificación que se hace una asignación eficiente de los fondos de recuperación.
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